VIII

815 98 24
                                    

Miércoles

No sentía el cuerpo ya, la última vez que había comido era el domingo, o el lunes tal vez, estaba bien hidratada, pero no tenía calorías suficientes, maldita sea.
Estaba sentada en la última silla de la primera fila, las muchachas de en frente no dejaban que la profesora ¿ cuál era el nombre ?, de química notara lo mal que estaba, y eso era bueno, no quería la atención de alguien en este estado.

Mire por la ventana y el día estaba frío, aún más que el dis en que llegué, llovía suavemente y la neblina lograba empañar los vidrios de el aula, eso empeoraba aún más mi situación, pero no era del todo feo.  En casa solía escribir cuando el clima estaba igual al de hoy, poemas, historias cortas, canciones... Me agaché lentamente para no marearme, (cualquier movimiento brusco me provocaba mareos desde el lunes ), y saqué mi libreta de notas, con bordes irregulares, hojas manchadas de café y quemadas con cigarrillos; con dibujos a medio hacer, sueños recordados, nombres de canciones y películas, y lo que más me gustaba hacer en ella, los poemas, pequeños escritos, rimas, se me daba muy bien escribir, siempre fui sobresaliente en ello, desde la muerte de mi familia lo único que salía de mi eran creaciones suicidas, la mayoría de veces estaba delgada cuando escribía, tenía que hacer un esfuerzo sobre humano para entender lo que en esas hojas se encontraba...

𝑻𝒚𝒍𝒌𝒐 𝒋𝒆𝒅𝒏𝒐 𝒘 𝒈ł𝒐𝒘𝒊𝒆 𝒎𝒂𝒎
𝑲𝒐𝒌𝒔𝒖 𝒑𝒊ęć 𝒈𝒓𝒂𝒎 𝒐𝒅𝒍𝒆𝒄𝒊𝒆ć 𝒔𝒂𝒎
𝑾 𝒌𝒓𝒂𝒊𝒏ę 𝒛𝒂 𝒛𝒂𝒑𝒐𝒎𝒏𝒊𝒆𝒏𝒊𝒂
𝑾 𝒈ł𝒐𝒘𝒊𝒆 𝒎𝒚ś𝒍𝒊 𝒎𝒂𝒎
𝑲𝒊𝒆𝒅𝒚 𝒔𝒌𝒐ń𝒄𝒛𝒚 𝒔𝒊ę 𝒕𝒆𝒏 𝒔𝒕𝒂𝒏
𝑮𝒅𝒚 𝒋𝒖ż 𝒏𝒊𝒆 𝒃ę𝒅ę 𝒔𝒂𝒎

Amaba esa canción, el ritmo, recuerdo escucharla en las noches cuando alguno de mis amigos borrachos conducía algún auto. Solía sacar medio cuerpo por la ventanilla e intentaba cantar, realmente, tal vez, lo único que quería era que algún poste, árbol me decapitara, o que nos estrelláramos, que nos fuéramos por algún precipicio, algo que me alejara del dolor que sentía, que siento.

𝑳𝒂 ú𝒏𝒊𝒄𝒂 𝒄𝒐𝒔𝒂 𝒆𝒏 𝒎𝒊 𝒄𝒂𝒃𝒆𝒛𝒂
𝑺𝒐𝒏 𝒄𝒊𝒏𝒄𝒐 𝒈𝒓𝒂𝒎𝒐𝒔 𝒅𝒆 𝒄𝒐𝒄𝒂í𝒏𝒂, 𝒗𝒖𝒆𝒍𝒂 𝒔𝒐𝒍𝒐
𝑨𝒍 𝒃𝒐𝒓𝒅𝒆 𝒅𝒆𝒍 𝒐𝒍𝒗𝒊𝒅𝒐
𝑻𝒆𝒏𝒈𝒐 𝒑𝒆𝒏𝒔𝒂𝒎𝒊𝒆𝒏𝒕𝒐𝒔 𝒆𝒏 𝒎𝒊 𝒄𝒂𝒃𝒆𝒛𝒂
𝑪𝒖𝒂𝒏𝒅𝒐 𝒆𝒔𝒕𝒂 𝒄𝒐𝒏𝒅𝒊𝒄𝒊ó𝒏 𝒕𝒆𝒓𝒎𝒊𝒏𝒆
𝒀𝒂 𝒏𝒐 𝒆𝒔𝒕𝒂𝒓é 𝒔𝒐𝒍𝒐
𝑷𝒐𝒓𝒒𝒖𝒆 𝒗𝒆𝒏𝒅𝒓á 𝒖𝒏𝒂 𝒂𝒏𝒈𝒖𝒊𝒍𝒂 𝒃𝒍𝒂𝒏𝒄𝒂...

En esa época tenía todo sentido para mi, y encontraba en esa canción un significado gigante, ahora ya no sé, no creo que alguna anguila blanca venga por mi, y tampoco tengo cinco gramos de cocaína que me lleve al borde del olvido.

Dejé de escribir cuando noté miradas encima mío; efectivamente tenía los ojos claros de todas esas niñas "castas" puestos en mi... lentamente cerré la libreta y la escondí debajo del libro de química...

– ¿ Si ?- dije levantando la cabeza en detección a la profesora.

- Está distraída, eso no es bueno, aún más cuando se tiene que adelantar tanto en la materia - contestó ella.

La profesora era una mujer delgada y alta, con un cabello hasta los hombros castaño, muy brillante, sus ojos eran expresivos y aún así podía notar tristeza en ellos...

- Lo siento Miss... - no recordaba su nombre

- Puede llamarme profesora Sandra, no tengo problema con ello - cruzando los brazos se acercó a mi.

- Profesora Sandra, no me siento muy bien y eso hace que me distraiga - dije mientras caminaba.

- Entonces diríjase a la enfermería, no quiero ver esa actitud acá - dijo seca.

- Créame que dude venir, pero es un compromiso ¿ no lo dicen ustedes mismos ?, la enseñanza ante todo - me estaba cansando de ser tan cordial.

- Le pido el favor que si se va a referir a mi lo haga con respeto, coja sus cosas y salga del aula - voleó de inmediato y siguió dictando o lo que fuera que estuviese haciendo.

- Todas acá son unas perras - dije casi en un susurro.

- ¿ Que dijo ? - preguntó la profesora volteándose de nuevo y cerrando su libro.

- Ha dicho que usted es una perra - dijo una muchacha pecosa que se recontaba a mi lado.

La profesora abrió los ojos y frunció el ceño ¡ Afuera ! Gritó, y algunas de las niñas se irguieron en sus puestos.

- Ya la escuché, y solo para informar no le dije perra solo a usted, sino a todos aquí - conteste mirando al rededor y alzando la voz.

Me levante del escritorio de un salto, (cosa que estaba evitando hacer desde hace rato ) y sentí como se me nublo la vista, tambaleé e intenté agarrarme del escritorio, no logré nada a parte de tirar el libro, mis esteros y mi libreta, todo sucedió muy rápido, lo único que pude escuchar fue un ¡ tómenle la cabeza! de la profesora quien en un intento de ayudar tiró sus libros y me sostuvo... bastante débil porque segundos después mi cabeza estaba estampada en el piso.

OssessioneWhere stories live. Discover now