siete

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El tiempo siguió pasando, y Jisung hubiera querido que algo de su relación cambiará luego de aquel pequeño beso que Kun le había dado, pero para su suerte, o desgracia, no avanzaron mucho más

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El tiempo siguió pasando, y Jisung hubiera querido que algo de su relación cambiará luego de aquel pequeño beso que Kun le había dado, pero para su suerte, o desgracia, no avanzaron mucho más.

Si, solían salir caminando de la mano, y las muestras de afecto del mayor, como los abrazos o los mimos en el cabello, aumentaron, y a Jisung le encantaban.

Pero no hubo más besos, al menos no en los labios, a veces Kun dejaba un beso en su frente al dormir o en su mejilla al despedirse.

Y Jisung quería besarlo con muchas ganas, pero era muy tímido, se sentía muy torpe e inseguro para dar un simple paso y besarlo de una vez.

"Solo ve y besalo" le dijo Seung, cansado de que estuviera todo el día pensando en los besuqueos con su compañero de cuarto.

"Como si fuera tan fácil".

"Solo tienes que ir y comerle la boca, cobarde".

"Prueba besándolo tú a ver si es tan fácil, Seung" Jisung rodó los ojos.

"Soy hetero, no voy a besar hombres".

Jisung decidió ignorarlo, tuvo que esperar hasta las seis de la tarde para que Kun terminara sus clases y regresara al cuarto, con escuchar sus pasos fue hacia la puerta para mirarlo con los mejores ojitos de cachorro triste que pudo poner.

Funcionaron en seguida porque Kun lo miró e hizo un leve puchero, cerrando la puerta detrás de él.

— Owww Jisungie— tomó sus mejillas con suavidad, acariciándolas con sus pulgares, de inmediato el castaño sonrió — ¿Tienes mimitis?

— ¿Mimitis?

— Falta de mimos, puede ser crónica, muy grave.

— Creo que tengo mimitis — dijo, asintiendo.

Kun dejó un besito en su frente.

— Vamos que te doy abrazos y mimos para tu mimitis, Jisungie— dijo, tomando su mano y yendo hacia el dormitorio, se quitó su abrigo y dejó el bolso de la universidad a un lado, para luego echarse, junto con el menor, sobre su cama.

Jisung apoyó su mejilla sobre el pecho del mayor, y podía escuchar sus tranquilos latidos, estaba muy calentito, y en el frío de principios invierno se sentía más hermoso, rodeó su cintura con cariño, mientras Kun hacía lo mismo con sus hombros, y dejaba mimos sobre su cabello.

— Eres como un perrito que no vió a su dueño en todo el día— comentó Kun con gracia.

— Me estaba sintiendo algo mal.

— ¿Por qué? ¿Qué te duele? ¿La cabeza de nuevo?

— No, no... — tomó aire antes de decirlo—. Kun... Me preguntaba, ¿Por qué no volviste a besarme?

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