CAPÍTULO 19

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Reinicio

Elizabeth Grace

Aprieto mi agarre en el volante con más fuerza. La cabeza me duele, pero no lo suficiente para detener mi camino hacia la casa del doctor Voisin.

No conocía dónde vive, sin embargo investigué un poco y logré dar con su ubicación. Cuando lo encontré, fui hasta su casa y me estacioné frente a la mansión, pero al otro lado de la calle. Hay otro auto cerca de mí, es negro y pareciera que también vigilara al doctor, llevo horas aquí sentada viendo si alguien sale de ese auto y mi estómago ruge por comida luego de vomitar lo último que quedaba. Mi boca sabe horrible, sin embargo no me iré de aquí, no me iré hasta descubrir que corre por mis venas, aquello que parece matarme desde adentro.

Debí haber sido más cuidadosa, no lo sé, haber pensado más, haber investigado más, tal vez de esa forma no estaría en esta posición justo ahora. Sin embargo, cuando estoy con Alexander o cuando es algo relacionado a él, me vuelvo estúpida, mis pensamientos; mis enmociones se confunden y me agobian. Reacciono ante una situación de una manera muy distinta a como lo haría si estuviera sola y me estresa. Repudio todo aquello porque lo único que me traerá será mi muerte, y mis opciones no son muchas en cuanto a ello.

Así que o aprendo a controlarme o tendré que alejarme de Alexander, cosa que no quiero porque sin él será más difícil descubrir los trapos sucios de Magdiel.

Agarro la botella de agua que no sé desde cuando está dentro de mi auto y bebo su contenido para luego escupir fuera del auto al abrir la puerta. No soporto el sabor que siento en mi boca.

Magdiel Grace siempre había sido el causante de todos mis problemas, la mayoría de los que tengo ahora son gracia a él, sin embargo las cosas que he descubierto últimamente son tan distintas a las cosas que creía antes. Me aterra pensar que todo lo que creía haya sido una completa mentira y toda mi vida sea algo que no exista, que me falte algo y que ese algo sea tan horrible.

Miedo.

El miedo es un sentimiento que nunca me había hecho falta. El miedo a la muerte. El miedo a la vida. El miedo a mi familia. El miedo a lo que llegaran a pensar de mí o el miedo a ser como Magdiel.

No me hizo falta antes, no me hace falta ahora y sé que no me hará falta después. A pesar de todo y que aquel sentimiento me hace sentir horrible, es algo que me mantiene viva, sin él muy posiblemente hubiera muerto hace mucho tiempo. Para mí el miedo es algo pasajero, a veces está, a veces se va y luego vuelve a aparecer. Un ligue de una noche, solo que este ligue aparece cuando le da la gana, me intenta asesinar y cuando no lo logra se va de nuevo. Una referencia un tanto rara, pero es algo, para mí, parecido.

El miedo se asemeja tanto a Alexander. No lo sé, pero él aparece, me hace perder el control, y luego se va. Cuando vuelve al día siguiente o tal vez a la semana siguiente hace exactamente lo mismo que hizo un día antes o una semana antes. Es horrible, caótico quizá, pero me vuelve adicta a la manera tan destructiva que es el estar juntos. Una dosis diaria que parezco necesitar.

Él y yo no tenemos confianza, pero se dice que aquello se adquiere con el tiempo. No es algo que espero, no necesito la confianza de alguien que no me importa o de la que yo tampoco confío. Alexander tiene una manera más cómoda para él de verme a mí, me mantiene lejos, con cientos de adjetivos tanto ciertos como falsos. Él tiene una perspectiva de mí que no quiere cambiar, y que yo tampoco deseo cambiar porque también tengo una perspectiva acerca de él que quiero mantener intacta. No quiero que se vuelva una herida abierta que sangre todo el tiempo y arda como la mierda. No quiero que se vuelva mortal o eterna, prefiero que se quede tal y como está. Todo tranquilo, sin nadie lastimado.

MISÈREDonde viven las historias. Descúbrelo ahora