Capítulo 2: Él

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Mi cerebro demora unos minutos en reaccionar. Sé que mi padre tiene las prioridades completamente desordenadas y que los negocios y el dinero ocupan el puesto número uno, pero "Devil's Valentine" también es importante para él. Él no sería lo que es si no fuera por nosotros.

Me paso la mano por el cabello presionando el cráneo, como si eso pudiera ayudarme a comprender mejor lo que acababa de suceder. Miro hacia el otro lado del pasillo y la puerta abierta de la oficina de mi padre me grita que debo regresar y hacer algo. Mi corazón, mi instinto, mi sangre me piden que rompa en mil pedazos ese contrato del demonio y me largue. Esa idea me impulsa a dar el primer paso, pero al llegar al rellano y sentir esos cuatro pares de ojos clavados en mí con furia asesina me acobardo. Gran noticia sería esta para los paparazzis: "El grandioso Fitz Valentine no es más que un cachorro mojado bajo la mirada de su padre".

No puedo, simplemente no puedo firmar ese contrato. Pero tampoco puedo no hacerlo porque jamás podría destruir la carrera de los chicos. Si voy a discutir los términos del acuerdo, será personalmente con mi padre.

Me aclaro la garganta antes de hablar.

— Yo... — comienzo con la voz rasposa. Vuelvo a carraspear y continúo —. Creo que necesito tomarme unos días para pensar y charlar con mi padre acerca de las condiciones establecidas antes de cerrar el trato, si es posible. Les pido disculpas por haberles hecho perder el tiempo.

El rostro de Jeffrey parecía un trozo de piedra caliza, blanca y rígida. Le notaba los músculos tensos en la mandíbula y podría jurar que bajo la mesa estaba apretando los puños y haciendo acopio de su autocontrol para no enterrarlos entre mis ojos. Neil, Todd y Skye juntan sus cabezas y hablan en susurros barajando mi propuesta. Luego de lo que me parece una eternidad, el señor Andersen se dirige a mí y a mi padre.

— La señorita Jackson entiende las dificultades que este contrato suponen para el joven Valentine y amablemente ha accedido a darle un plazo de treinta días. Ni uno más, señor Valentine. Si en treinta días no está el contrato firmado, pueden olvidarse de su existencia y tengan por seguro que jamás volverá a surgir una posibilidad de trabajo con ustedes.

Dicho esto, saluda con un gesto de cabeza y los tres se retiran.

Mi padre se levanta de su silla con una lentitud peligrosa pero por algún milagro divino, en el preciso momento en que da un paso hacia mí aparece Pam en la puerta avisando que su próximo cliente lleva esperándolo diez minutos en la sala de reuniones del piso quince.

— Tú y yo hablaremos en casa — sisea entre dientes con la voz tan baja que solo yo puedo oírlo. Pasa por mi lado sin siquiera saludarme y vuelvo a quedarme completamente solo.

* * * * * * * * * * 

Patricia me recibe con un abrazo cuando llego a su casa para la cena.

— Estás muy delgado, Fitz. Ya sé que debes mantenerte en forma porque vives de la imagen pero puedo palpar todos tus huesos — dice mirándome con preocupación.

Es mentira. Al menos en parte. Puede que haya bajado un poco de peso este último mes, pero la preocupación por ese contrato me quitaba el hambre. Y el sueño, dicho sea de paso. Pero no se me notaba ningún hueso. Estaba matándome en el gimnasio con la excusa de canalizar mi rabia. Pero Patricia siempre tenía algún comentario maternal para mí.

— Mira quién habla — respondo alzando una ceja. Un rubor rosado le tiñe las mejillas.

Patricia es la esposa de mi padre y una de las mujeres más elegantes que conozco. Adora verse impecable a cualquier hora del día. Cuida de su cuerpo como si fuera una joya preciosa y tiene mejor porte que cualquier muchacha de mi edad.

La Melodía Perfecta ®️ #FlowersForValentines1Waar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu