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—Y como parte del torneo de los tres magos, se va a realizar también el tradicional baile de navidad —explicaba la profesora McGonagall, mientras se paseaba por el aula.

Angelina y yo intercambiamos una mirada, eso de que hubiera un baile en Hogwarts, sonaba muy emocionante.

—Los campeones serán los encargados de abrir el baile con sus parejas —continuó la profesora.

Estaba casi segura de que Tom me pediría que fuera con él, pero iba a esperar a que me lo dijera. No seguí escuchando a la profesora porque estaba pensando en que tenía que ir a comprar un vestido apropiado para la ocasión, entre otras cosas.

Cuando la clase terminó, salí junto a mis compañeros, que hablaban sobre el baile. Cerca de ahí, había un pequeño grupo de chicos de Hufflepuff, entre ellos estaba Cedric. Lo había visto muy pocas veces, y sin mi prima todo el tiempo hablando de él, a penas y lo recordaba. Cuando me vio, se apartó de los demás y se acercó con intención de hablarme.

—Hola, Emily —dijo, amablemente.

Me sorprendió un poco, pues solo me había hablado un par de veces antes, y no había dicho más que hola.

—Hola, Cedric —le dije.

Parecía un poco incómodo, así que me pregunté si iba a decirme algo más.

—Yo... quería preguntarte por Madeleine. Hace tiempo que no sé de ella.

Entonces era eso...

—Ella está en casa —le respondí—, debes saber que está enferma.

Él asintió.

—Escuché algo sobre una maldición en la sangre, o algo así.

—Sí, es eso.

Pareció apesadumbrado.

—¿Pudo recuperar la memoria?

—Casi por completo, aunque hay recuerdos que nunca va a recuperar.

—¿Me recordará?

—Yo creo que te recordó a ti primero que a mí, o a sus padres.

Pareció un poco menos tenso y sonrió.

—¿Crees que le moleste que le envíe una carta?

Casi me dio risa.

—Por supuesto que no. Ella estará feliz de que le escribas.

—Eso haré. Adiós, Emily.

—Adiós, Cedric.

Él se alejó, pero uno de sus amigos llegó a mi lado. No recordaba su nombre, aunque estaba segura de que alguna vez habría hablado con él. Puso una gran sonrisa, y yo sonreí también.

—¿Cómo estás? —preguntó.

—Bien, gracias —le respondí—, ¿y tú?

Se rascó la nuca y me miró con nerviosismo. Después lo vi sacar su varita e intentar varias veces hacer aparecer un ramo de flores, hasta que por fin lo logró.

—Bien —respondió—. Yo... quería preguntarte si querías ir al baile conmigo. Es que siempre me has parecido muy bonita, e interesante, y creo que podríamos ir juntos.

No esperaba eso, en absoluto. Busqué una forma de decirle que no sin que se ofendiera, pero me ahorraron el dilema.

—Ella ya va a ir conmigo —dijo Tom, que había llegado, no sé en qué momento—. Así que pierdes tu tiempo. 

El chico pareció muy avergonzado de repente, murmuró una disculpa y se fue casi corriendo. Yo me quedé mirando a Tom, alzando las cejas.

—No me has preguntado si quiero ir contigo —le dije.

Pareció un poco desconcertado.

—¿No quieres ir conmigo? —preguntó.

Le sonreí.

—Claro que sí.

Puso una expresión de alivio y se acercó un par de pasos para darme un beso.

—Sabes que... no me emocionan mucho esas cosas —comentó mientras caminábamos juntos a la clase de pociones, que era la siguiente—, pero será interesante ir contigo.

—Lo mismo digo. Tengo que encontrar algo muy bonito para usar ese día. McGonagall dijo que los campeones y sus parejas abrían el baile.

—Cualquier cosa que te pongas te quedará bien, ese no es el problema.

—¿Hay un problema?

—¿Sabes bailar?

De repente me sentí muy tonta. Había pensado en todo, menos en lo mal que bailaba. Era increíble, iba a ir a un baile y no me había preocupado por mis nulas habilidades para el bailar. Me detuve y lo miré con preocupación.

—No —le respondí.

Sonrió y se encogió de hombros.

—Entonces vamos a hacer el ridículo juntos.

No parecía preocupado por eso, pero yo sí lo estaba un poco. Ya encontraría la manera de no quedar tan mal ese día.

Cuando estábamos cenando en el gran comedor, llegó una carta. A mi lado, Fred le decía a su hermano menor que se apresurara a conseguir pareja para el baile, y le daba una pequeña demostración de cómo pedirle a alguien que fuera con él.

—Oye Angelina —dijo—, ¿Quieres ir al baile conmigo?

—Está bien —le respondió ella de inmediato.

Yo abrí la carta y descubrí que era de mi prima. Se veía que la había escrito de afán, pues me costaba entender algunas partes. En términos generales, hablaba de Cedric, y me decía que estuviera en la sala común de Gryffindor a media noche para hablar por la chimenea. Guardé la carta en el bolsillo y terminé de cenar.

Estuve en la sala común haciendo muchos trabajos que tenía sin hacer, hasta que se hizo tarde y llegó la hora de hablar con mi prima. Antes de la hora que había dicho, su cabeza apareció flotando en la chimenea.

—¡Emily! —exclamó.

—Hola, Madeleine —la saludé.

Pasó la siguiente media hora hablando de Cedric y lo que le había dicho en la carta que le había enviado. Era un poco extraño volver a hablar de eso, pero traté de prestarle atención.

—Y dijo que quería verme —finalizó.

—¿Y cuándo? —pregunté.

—Dijo que en las vacaciones de navidad.

—Entonces no va a asistir al baile.

—¿Qué baile?

Le expliqué rápidamente lo del baile de navidad.

—Deja que escoja tu vestido para ese dia —sugirió en cuanto terminé.

No me entusiasmaba mucho la idea. Quién sabe qué clase de vestido me enviaría.

—Te prometo que te enviaré uno muy bonito, el más bonito que encuentre. Confía en mí, no te vas a arrepentir.

Y pasó la siguiente media hora rogándome.

—Bien —accedí al final, aunque pensando en comprar un vestido por mi cuenta por si lo que ella elegía no me gustaba. No lo había dicho, pero estaba muy emocionada por eso del baile.

𝕺𝖉𝖎𝖔 || 𝕿𝖔𝖒 𝕽𝖎𝖉𝖉𝖑𝖊Where stories live. Discover now