CAPÍTULO 37

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–Vamos a ducharnos señor Hoult. – mordí su labio inferior.

–Una oferta muy tentadora que no voy a reclinar.

Se levantó, me levanté de la cama muy rápido y me mareé, los pies no me respondieron, iba a caer al suelo pero Adam lo evitó y me sentó suavemente en la cama.

–¿Estás bien? – preguntó alarmado.

–Sí, solo es un mareo.

–No le quites importancia Grace.

–No le quito importancia amor, me levanté muy rápido y mi cuerpo no respondió, es todo.

–Pero amor es que no está bien, primero duermes mucho, el día del viaje tenías el estómago incómodo y ahora el mareo.

Iba a contestar pero de repente sentí muchas náuseas y unas ganas inmensas de vomitar, me levanté directamente a la taza del baño y comencé a vomitar, Adam tomó mi cabello con una mano y la otra comenzó a acariciar mi espalda circularmente, cuando terminé me senté en el suelo.

–¿Mejor? – preguntó Adam un poco confundido.

–Sí gracias, algo me cayó mal.

–Sí, seguramente.

–Voy a ducharme.

–Te acompaño, no quiero que te vayas a caer.

–Como usted quiera señor.

Entramos a la ducha, nos duchamos, Adam tenía la mente en otro lado porque se veía distraído, no le di mucha importancia, cuando terminamos de ducharnos nos vestimos y salimos, los peques seguían dormidos, bajamos a la cocina, iba a comenzar con el desayuno pero…

–No, siéntate, yo lo preparo.

–Yo quiero ayudar.

–No amor, yo lo hago.

–Pero estoy bien, quiero prepararlo.

–No amor, descansa, no podemos arriesgarnos, así que siéntate y punto.

–Bien.

Me senté y crucé mis brazos, es injusto, por un mareo pequeño y porque vomité no me va a dejar hacer nada, Adam comenzó a preparar el desayuno, no le dirigí la palabra y él tampoco intentó hablarme, se indigna el señor, entraron los niños corriendo a la cocina, me abrazaron.

–Buenos días peques.

–Buenos días mami. – contestaron, después abrazaron a Adam – Buenos días papi.

–Buenos días enanos.

Cuando Adam terminó el desayuno nos sentamos todos a desayunar, los peques eran los únicos que estaban hablando, el olor del tocino inundó mis fosas nasales y las nauseas se hicieron presentes nuevamente.

–Disculpen. – me levanté de la mesa y corrí directamente al baño, escuché a Adam que venía detrás de mí, apenas entré al baño comencé a vomitar en la taza, Adam tomó mi cabello y masajeó mi espalda circularmente, terminé por vomitar lo poco que había comido.

–¿Estás bien? – asentí, me senté en el suelo y recargué mi cabeza en la pared. – ¿Necesitas algo?

–No gracias.

–Vamos abajo.

Me ayudó a levantarme, enjuagué mi boca y me lavé los dientes, Adam me abrazó y bajamos las escaleras, cuando entramos a la cocina el olor a tocino volvió, hice una arcada.

–Desayunen ustedes, yo iré a la sala.

–Ok. – contestaron los peques, le di a Adam un beso en la mejilla y fui a la sala directamente, me senté en el sillón ¿qué estaba pasando conmigo? Esto nunca me había pasado, me acosté y comencé a mirar mi celular, cuando terminaron de comer el desayuno, los peques fueron a ducharse y a vestirse, Adam se acercó a mí y se sentó a mi lado, recosté mi cabeza en su regazo.

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