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Draco Malfoy cavilaba sobre su nueva condición de padre mientras estaba en una aburrida reunión con unos inútiles muggles, nada de lo que le dijeran le resultaría mínimamente relevante para su posterior decisión, ni si quiera lo necesitaba, ninguna de las vacías palabras le servían, otros factores hacían que él decidiera si un negocio era o no viable.

Desde que había recibido aquella noticia no había podido dejar de pensar en ello, no lo había hablado con nadie, ni si quiera con su madre o amigos, especialmente con Nott que salía con esa loca, que era amiga de la sangre sucia futura madre de su hijo, no sabía con quien habría hablado ella y tampoco le interesaba demasiado. Por momento se decía que todo aquello era malo, pero por otro lado la idea de ser padre no le desagradaba tanto, el problema era la madre, sangresucia Granger o cabeza de arbusto o dientes de castor entre otros muchos apodos despectivos.

De todas las mujeres del mundo, tenía que ser la come libros a la que se dedicó toda su época escolar a molestar, aunque tenía que admitir que los años habían sido amables con ella, aunque fuera toda una sangre sucia no pudo dejar de notar cuanto había mejorado su cuerpo.

Se había estado debatiendo durante todo el día sobre las medidas que debía tomar, cuáles eran las acciones correctas, finalmente se decidió por enviarle una lechuza, lo correcto, aunque no le agradara, era hablar con ella.

Después de un rato de no recibir respuesta muy a su pesar decidió ir a su casa, primero pensó ir por la red flu, pero si llegaba de improviso no sabía cómo reaccionaría además podría estar con alguien más y no quería que nadie la viera con ella. Finalmente se apareció a unas cuadras de su casa y camino el resto del camino. El edificio era totalmente muggle, común sin nada que llamara la atención.

La puerta de entrada al edificio estaba sin llave, volvió a mirar el papel donde había anotado la dirección de la chica que consiguió por un conocido en el ministerio, subió los tres pisos con fastidió y tocó cuando estuvo frente al departamento D, rio por la ironía.

-Granger -llamó molesto, había golpeado varias veces y nada. Escuchó con atención y sintió lo que parecía alguien llorando, cavilo unos segundos, pero finalmente opto por entrar.

-Alohomora -murmuró con disimulo, la puerta se abrió con un clic.

Entró a la casa con parsimonia, la sala era pequeña unos sillones y un enorme aparato muggle que si mal no recordaba se llamaba televisión, al fondo había una puerta que llevaba a lo que parecía la cocina y el comedor, a su derecha había un pasillo, de la primera puerta era de donde surgía el llanto, camino hasta allí y abrió la puerta sin hacer ruido.

Quiso burlarse de ella, pero las palabras se le quedaron atoradas en la garganta, por un momento algo lo oprimió el pecho. La castaña estaba sentada en el piso de la habitación abrazada a sus piernas con la cabeza entre sus brazos llorando como si la vida se le fuera en ello.

Cuando Draco dio un paso el piso crujió bajo su peso, Hermione levanto la cabeza asustada preguntándose si sería Ron que había pensado en lo que ella le había dicho.

-Malfoy -dijo anonadada, trato de secarse las lágrimas con las mangas de su suéter, aunque seguía siendo obvio que había estado llorando ya que sus ojos estaban rojos e hinchados.

Draco se quedó parado mirándola había estado tan seguro de lo que le iba a decir, pero ya se la había olvidado, no sabía que hacer a continuación.

-Se que no fue la mejor noticia... pero piénsalo bien tener un hijo conmigo es un orgullo -trató de romper el hielo con una tonta broma, pero parece que fue peor ya que ella volvió a llorar con fuerza.

-Ron cree que lo engañé con vos -dijo entre sollozos descontrolados- ¿Cómo puede creer eso? -Draco sintió su orgullo herido, el tono de vos de la chica había sonado casi despectivo.

Ligeramente embarazadaWhere stories live. Discover now