2: Congelados.

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Al día siguiente me levanté de la cama y pisé el frío suelo, de alguna manera se sentía tan bien el invierno; corrí las cortinas color crema de la ventana y observé como caía la nieve tan lentamente. Caminé hasta mi pequeña cocina y me preparé un café, observé el reloj y me sorprendí al ver que me había despertado a las cuatro de la tarde, mi despertador hoy también me había fallado. 

   Me senté en la mesa y conté el dinero que tenía, debía empezar a trabajar porque sino se me haría muy difícil. Solté un suspiro y me cambie para no estar con el pijama puesto, salí de mi departamento y caminé por los pasillos, debía comprar unas cosas. 

  Caminé por los pasillos mirando las puertas decoradas por los estudiantes, o por los adultos mayores hasta que noté que una de las puertas estaba abierta. Me pareció raro que alguien sea tan descuidado, traté de cerrarla pero en el suelo pude ver pintura desparramada en el suelo. 

    Entré al departamento y pude notar lo amplio que era aquel lugar pero también, todos los cuadros, pinturas y pinceles que en el suelo estaban. Las ventanas estaban cerradas y la estufa encendida, sin embargo hacía frío todavía. 

- ¿Hay alguién en casa? -grité mientras cerraba algunos tachos de pintura que estaban en el suelo. 

 Nadie contesto y el silencio volvió, entre a una de las habitaciónes pero no había nadie, así hice sucesivamente hasta que llegué al baño y pude encontrar la bañera rebalsando y al chico de ayer inconciente. Me aterrorizé al ver tal escena, me saqué los zapatos y traté de ayudarlo. 

   El rostro de aquel chico llamado Liam y apodado "Aquarel" estaba manchado de pintura al igual que su camisa blanca; traté de sacarlo de la bañera pero resbale e hice que el quedara encima mio. Su piel blanca parecía pálida, toqué una de sus mejillas y pude sentir lo suave que era su piel; cerré los ojos y traté de moverme, sin embargo el era muy pesado y no podía. 

  El agua ya me había mojado toda la ropa y el cabello, me levanté rápidamente y trate de llevarlo a la sala principal del departamento. Tenía frío, me estaba congelando y al estornudar, confirme que tambien me estaba resfriando.  

  De pronto vi como el lentamente abría sus ojos y con una sonrisa tonta en su rostro me decía "gracias"; se levantó del suelo mientras se tocaba su cabeza. 

- Lo siento por haberte hecho preocupar. -susurró mientras se quitaba la camisa. 

- ¡E-espera! ¿Por qué estabas en la bañera inconsciente? ¡No te saques la camisa! -le grite toda colorada y nerviosa. 

- Es que me resbale, y bueno, eso. ¿No te quitaras la ropa? estas toda mojada. - dijo mientras caminaba hasta la cocina con sus pies descalzos. 

 Lo mire, ¿Cómo puede estar tan tranquilo? ¿Cómo puede pedirme tan tranquilamente que me saque la ropa?. No podía comprenderlo, no sabía si pensar que era un pervertido o que era demasiado inocente que no comprende la situación. Osea, chico, tienes a una chica en casa. 

   El volvió con un café en su mano y me lo dió, caminó hasta el sillón y le limpió las manchas de pintura con un trapo.susurró señalando el gran sillón blanco que había en la sala. 

- Te traeré algo para que te cambies, esperame aquí. 

- No hace falta, gracias. -comenté. - me ire a casa.

- No, quedate. -susurró con voz ronca mirándome.

 Me senté en el sillón y esperé un rato, el volvió con unas mantas y ropa. 

- Cambiate en mi habitación, aquí tienes una remera. Mete en esta bolsa la ropa  mojada. 

- Esta bien, gracias. 

 Entré a su habitación y me cambié, su remera parecía un vestido para mi, así que no hacía falta un pantalón. Metí la ropa mojada en la bolsa y salí del cuarto, al volver el estaba preparando un atril frente el sillón, lo miré y me senté en el sillón para seguir tomando el café. 

- ¿Me estás pintando? -pregunté curiosa.

- Si, tus ojos café, tu cabello negro, tu blanca piel. Todo es como una pintura. -susurró mientras pintaba. 

 Me sonrojé al escuchar tales palabras, nadie me había dicho eso en mi vida, nunca me sentí bonita ni nadie me hizo sentir así. Sin embargo el estaba concentrado en pintarme cada detalle, me miraba miles de veces y yo sonreía como una idiota. Sin embargo parecía que su alma estaba atrapado en aquella pintura, mientras mas lo veía mas sabía que el ponía su corazón mientras pintaba.

- Terminé. -susurró mientras se levantaba de su silla y me daba el cuadro. - te lo regalo, pero espera a que termine de cecar, es un agradecimiento por ayudarme. 

   Me levanté del sillón y miré el cuadro, el me había hecho mas hermosa de lo que yo era. Observé sus manos llenas de pintura, su rostro también estaba manchado por hermosos colores. Lo miré y sonreí. 

- Acepto este agradecimiento. Gracias.

- No, gracias a ti. -susurró mientras dejaba secar la pintura. - Oye, te has portado muy bien hoy y me preguntaba si.... si querías ser mi musa. 

- ¿Ah? ¿Tu musa? -lo miré y sabía que el iba enserio. - lo siento pero yo no puedo...

- Te pagaré. -dijo tratando de convencerme. -pero por favor, se mi fuente de inspiración. 

  Sus ojos verdosos eran tan brillantes que me atrapaba solo con la mirada, suspiré y pensé ¿Por qué no? necesitaba ganar algo de dinero. 

- ¿Cúanto sería? -susurré interesada. 

- doscientos por hora. 

- Trato hecho. 

 Pude apreciar por unos segundos su hermosa sonrisa, nunca había pensando que en el futuro trabajaría como musa. 

La musa del artista.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora