36. Disculpas espiadas

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—Si prestas atención, te darás cuenta de que las fotos son de diferentes años —explica, señalando desde la primera hasta la última —. Están ordenadas según voy creciendo. Inicié a los cuatro años y...

—Eliges una foto anualmente —termino por él, sin estar completamente segura.

—Exactamente —afirma —. La última foto es la que elegí representando con quién pasé de mis mejores momentos.

Ay, no. No dijo eso.

Sí lo dijo, querida.

Aquí es cuando muero, revivo, vuelvo a morir y me resucitan.

Ninguna palabra sale de mi boca. Entre tantas fotos que pudo escoger para este año, se decidió por una en la que está conmigo. Me siento tan... especial.

Mi sonrisa se ensancha más y no pienso cuando lo abrazo. No sé qué significa, pero lo hago por agradecimiento a tan lindos detalles. Me separo de él y lo miro a los ojos. Tampoco habla.

Y mi felicidad se rompe cuando recuerdo a qué vine.

—Yo... —me aclaro la garganta. Los nervios me recorren el estómago —vine a hablar contigo.

—Claro —dice de lo más normal —. Ven y siéntate.

¡No lo alargues más! ¡Discúlpate de una vez!

Tomo asiento en una silla y él en la esquina de su cama.

—Lo siento —suelto de un tirón —. Sé que tal vez he sido una mala amiga al pensar eso de ti... de los chicos. Tampoco debí haberte llamado estúpido, porque eres la persona más dulce con la que me he topado por aquí. Tienes un don de hacerme sentir cómoda, no sé cómo diablos haces eso, pero... me siento bien cuando salgo contigo, con ustedes. Me hacen sentir... parte de su círculo y...

—Está bien —habla con calma.

Lo miro. Ni me dejó terminar.

—¿Qué quieres decir?

—Hayden, soy incapaz de enojarme contigo por tanto tiempo —resopla, cerrando los ojos en el acto. Parece que se estuviera controlando de decir algo —. Parezco un maldito fácil y me odio por ello, pero es que... tienes algún tipo de poder sobre mí.

Sonrío.

—La brujería funcionó —pronuncio en un tono de "quiero que me escuches, pero finjo que no" —. Menos mal, pagué una suma muy grande.

No se asusta ni se sorprende. Al contrario, las comisuras de sus labios se elevan.

—¿Qué? —suelta una risa.

Niego con la cabeza, divertida.

—Es broma.

Nos quedamos en silencio. No uno de esos en los que quieres decir algo para echar a un lado la incomodidad, sino que es normal, de esos que me acostumbré a presenciar con Dylan. En donde no hay necesidad de hablar para entenderse y sentirse bien.

Well, I hate that I gave you power of that kind of stuff.

Ya te pusiste en modo cantante, ¿eh?

—El punto es que, estamos bien. Sin resentimientos.

Dylan se tira de espalda en la cama, flexionando sus brazos y estirando sus piernas. Hace mucho frío.

—¿Cómo puede estar todo tan bien? Se supone que debes durar un tiempo para perdonarme y me tengo que ir triste a mi casa a comer un kilo de helado de chocolate hasta engordad y no poder moverme y luego de tes cuenta de que la disculpa fue genuina...

La Nueva Vida De Hayden ✔️Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ