Vienna

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Takemichi Hanagaki lleva una vida bastante simple, vive un departamento de mierda, tiene un trabajo de medio tiempo lamentable y vive con constante arrepentimiento en su corazón.

Sus días son todos iguales, se levanta, revisa si quedaron sobras del día anterior, se prepara para ir al trabajo, espera el metro, cumple su jornada laboral, compra alguna sopa instantánea y vuelve a su inmundo hogar.

Se pregunta constantemente cuál es el sentido de vivir así, desde que abandonó sus estudios, amigos y familiares hace tantos años atrás, ha estado por su cuenta. Pesé a que sabe que racionalmente fue la mejor desicion el huir de toman y todo a su alrededor, eso no hace que se sienta menos patético ante sus circunstancias de vida actuales. Esta francamente agotado, sus vecinos son molestos, gana una miseria, su superior en el trabajo es menor que él y lo trata como si fuese estúpido.

A veces le gustaría volver el tiempo atrás y cambiar todas sus decisiones, ser alguien más determinado, alguien rodeado de personas que lo quieran. Pero esa no es la realidad, ha huido por demasiado tiempo para poder cambiar algo.

Está totalmente resignado a su vida actual, no tiene estudios para buscar algún trabajo que pague mejor, tampoco posee la capacidad de intentar encontrar un lugar más tranquilo. Simplemente el paso del tiempo fue despiadado, siguió su curso, los días se volvieron semanas, las semanas meses y los meses años.

Seguía ensoñando sobre todo lo que ha perdido por su cobardía cuando notó la hora, faltaban unos cuarenta minutos para cerrar la tienda, un poco más y sería libre para pensar sobre su miserable existencia en la comodidad de su pocilga. Odiaba tener cierres en el local porque eso significaba hacer inventario, asegurarse que todo estuviese en su lugar y ver que no faltase dinero en la caja. Su supervisora lo había dejado solo porque era un día bastante relajado en comparación al resto de la semana.

Estaba por cerrar el local para poder dejar todo listo y salir temprano cuando diviso una figura mirando fijamente un estante, eran más de las nueve de la noche un martes, ¿qué hacía aquel misterioso hombre a esta hora?, lo observó bien, era bastante guapo por lo que se podía apreciar, llevaba una gabardina larga con cuello alto que le hacía ver bastante intimidante, unos pantalones de vestir negros con unos zapatos de cuero bastante costosos. El cabello de aquel hombre era rubio hacía atrás y si se fijaba bien podía distinguir el inicio de un tatuaje en su cuello. La imagen completa le hacía ver increíblemente intimidante pese a su estatura e increíblemente atractivo.

Takemichi por mucho tiempo fue un adolecente confundido sobre su sexualidad, le gustaban las mujeres, de eso sí estaba seguro, luego con los años se empezó a fijar más en los hombres a su alrededor, como aquel chico atractivo que le vendió unas sudaderas o el alto y sensual moreno al que tuvo que ayudar con una entrega, también estaban los chicos de los programas que veía por la televisión, jamás pensó mucho en ello hasta que un día viendo una revista con un sensual modelo terminó haciéndose una paja increíble ,seguía siendo totalmente virgen, pero aquella imagen lo excitó como nunca. Luego de unas crisis existenciales y mucho google descubrió que estaba atraído tanto a hombres como mujeres, eso lo dejaba con el doble de personas que lo rechazarían, yey.

Ahora volviendo al espécimen que tenía frente a él, debía encontrar la manera más amable de echarlo para preparar sus cosas, no pretendía volver a llegar tarde a su casa. Se armó de valor (lo cual teniendo en cuenta su historia de vida fue un gran logro) y se acercó al hombre en cuestión.
Cuando este notó su existencia todo el valor que tuvo antes se fue por la ventana, sus ojos hicieron contacto con los suyos y sintió terror, la mirada de aquel sujeto estaba vacía, no había ni un ápice de luz dentro de esos orbes obscuros.

El hombre lo miró de pies a cabeza como si analizara que haría con él, realmente Takemichi maldijo su suerte, ¿por qué le pasaba esto justo el día en el que le tocaba estar solo en el local?

-D-Discu-culpe...- Takemichi sabía que su voz sonaba entre cortada y nerviosa, pero realmente tenía que ver qué hacer con el extraño.

No hubo ningún tipo de respuesta de parte del rubio, siguió parado en toda su gracia frente al pasillo. Takemichi realmente quería desaparecer, pero ya estaba en ello, no había vuelta atrás.

-Pe-perdón que le interrumpa pe-pero estamos por cerrar... ¿llevará a-algo?- Takemichi evito con toda su fuerza hacer contacto visual y en cambio miró el piso, sentía como todo su cuerpo temblaba.

El rubio por primera vez desde que le vio mostró algún tipo de emoción, movió su cuerpo hacía el de Takemichi invadiendo su espacio personal y con su mano derecha sujeto el mentón del pelinegro para que se viesen a los ojos. Takemichi quedó paralizado con aquella acción, una parte de él estaba aterrada y otra muy pequeña estaba sintiendo una cuestionable excitación.

El hombre jamás dijo nada en todo aquel extraño intercambio, simplemente le sonrió con nostalgia y se alejó sin decir alguna otra palabra, el corazón de Takemichi estaba por salir de su pecho, eso fue demasiado intenso.

Una vez el rubio salió del establecimiento, se dedicó a ordenar todo al interior del local, durante todo el proceso no pudo dejar de pensar en lo suave que se sentía la mano del rubio en su mentón. Decidió concentrarse en su trabajo por una vez y dejar todo relativamente listo. Luego cogió su mochila y reviso que todo estuviese cerrado, si se apuraba lo suficiente alcanzaría el metro y podría preparar alguna comida instantánea para olvidar que aquel extraño encuentro había ocurrido alguna vez.

Estaba por llegar a su destinó cuando escuchó pasos tras de él, estaba muy obscuro para que fuesen transeúntes comunes, aceleró un poco su caminata y trato de no entrar en pánico, posiblemente había visto demasiadas películas de crímenes, no sería nada grabe.

Aun acelerando el paso fue inútil, una mano lo agarró por el hombro obligándolo a darse vuelta, era un grupo de cuatro personas, hombres claramente peligrosos, incluso tenían tatuajes adornando sus cuerpos, Takemichi empezó a hiperventilarse.

-Pero que tenemos aquí, una linda presa lista para ser cazada.- La voz del hombre que lo tenía firmemente sujeto era claramente amenazante.
-Danos todas tus cosas de valor y te dejaremos ir ileso, no hagas esto más difícil-

Mierda, le estaban por robar, Takemichi no tenía casi nada de valor consigo, no podía permitirse que le robaran el móvil, jamás tendría suficiente para comer el resto del mes y comprar uno nuevo.

-...N-No... - fue todo lo que pudo salir de sus labios.

-Oh, ¿dijiste acaso que no?- Una diabólica sonrisa salió de aquel musculoso hombre.

-P-Por favor, n-no t-tengo nada de va-valor...-

-Que lastima, no quería lastimar esa linda cara tuya-

Ni siquiera vio venir el primer golpe, sintió como todo el aire escapaba de su cuerpo, intentó proteger su rostro pero fue inútil, los cuatro hombres empezaron a patearle, se hizo bolita en el piso y comenzó a llorar, estaba perdido, nadie iría en su ayuda, estaba en un callejón con poca iluminación. Ja, así moriría, en una calle sin salida junto a la basura, tan patético como su vida misma.

No se dio cuenta que los golpes se habían detenido, no podía ver muy bien que estaba pasando, su ojo estaba demasiado hinchado para ver algo, solo pudo distinguir una silueta, que irónico, su alucinación se parecía mucho al hombre rubio de antes.

Sintió que comenzaba a perder la conciencia de a poco, con sus últimas fuerzas logró escuchar una suave voz.

-Nadie te tocará de nuevo, eres mío-

Midnight Sky (Takemichi x Mikey)Where stories live. Discover now