Capítulo 38

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Al día siguiente, Lyra se levantó muy temprano y se fue a su dormitorio a arreglarse. Había lluvia por lo que tuvo que coger unas paraguas y se fue con Theo y Blaise al Gran Comedor.

Más tarde, se sentaron en las granadas de Slytherin y se quejaban del viento que era tan fuerte que se tambalearon. A causa del retumbar de los truenos, el equipo de Gryffindor no podían saber si la multitud los aclamaba.

Los de Hufflepuff se aproximaron desde el otro extremo del campo, con la túnica amarillo canario. Los capitanes de ambos equipos se acercaron y se estrecharon la mano. Diggory sonrió a Wood, pero Wood parecía tener ahora la mandíbula encajada y se limitó a hacer un gesto con la cabeza.

—Montad en las escobas.

Harry sacó del barro el pie derecho y pasó la pierna por encima de la Nimbus 2.000. La señora Hooch se llevó el silbato a los labios y dio un pitido que sonó distante y estridente... Dio comienzo el partido.

Harry se elevó rápidamente, pero la Nimbus 2.000 oscilaba a causa del viento. La sostuvo tan firmemente como pudo y dio media vuelta de cara a la lluvia, con los ojos entornados.

Al cabo de quince minutos, un dementor penetró en el cuerpo de Harry una ola de frío horrible y ya conocida, exactamente en el momento en que veía algo que se movía por el campo, debajo de él.

Antes de que pudiera pensar, Harry había apartado la vista de la snitch y había mirado hacia abajo. Abajo había al menos cien dementores, con el rostro tapado, y todos señalándole.

—¡Harry, no! —chilló Lyra preocupada.

Éste iba cayendo con su escoba un tanto pálido y antes de que fuera a dar contra el césped, Dumbledore corrió hacia el campo, agitó su varita algo plateado y se redujo la velocidad de la caída. Luego apuntó a los dementores con la varita y les arrojó del estadio.

—Ha tenido suerte de que el terreno estuviera blando.

—Creí que se había matado.

—Pero ¡si ni siquiera se ha roto las gafas!

—Es lo más pavoroso que he visto en mi vida.

—¡Pero pudo volar!

Harry abrió los ojos de repente. Estaba en la enfermería. El equipo de Quiddicht de Gryffindor, lleno de barro, rodeaba la cama. Lyra, Ron y Hermione estaban allí también y parecían haber salido de la ducha.

—¡Harry! —exclamó Fred—. ¿Cómo te encuentras?

—¿Qué ha sucedido? —preguntó Harry, incorporándose en la cama.

—Te has caído —explicó Fred—. Habrán sido... ¿cuántos? ¿Veinte metros?

—Creíamos que te habías matado —dijo Alicia, temblando.

Hermione dio un grito.

—Pero el partido —preguntó Harry—,¿cómo ha acabado? ¿Se repetirá?

Nadie respondió.

—¿No habremos... perdido?

—Habéis perdido el partido —confesó Lyra—. Lo siento.

—Diggory ha atrapado la snitch —respondió George— poco después de que te cayeras. No se ha dado cuenta de lo que pasaba. Cuando ha mirado hacia atrás y te ha visto en el suelo, ha querido que se anulara. Quería que se repitiera el partido. Pero han ganado limpiamente. Incluso Wood lo ha admitido.

—¿Dónde está Wood? —preguntó Harry, al darse cuenta de que no estaba allí.

—Sigue en las duchas —dijo Fred.

—Muriéndose —agregó Lyra.

—Vamos, Harry, es la primera vez que no atrapas la snitch —dijo Fred.

—Tenía que ocurrir alguna vez —dijo George.

—Todavía no ha terminado —dijo Fred—. Hemos perdido por cien puntos, ¿no? Si Hufflepuff pierde ante Ravenclaw y nosotros ganamos a Ravenclaw, y Slytherin...

—Hufflepuff tendría que perder al menos por doscientos puntos —dijo George.

—Pero si gana a Ravenclaw...

—Eso no puede ser. Los de Ravenclaw son muy buenos.

—Pero si Slytherin pierde frente a Hufflepuff...

—Todo depende de los puntos... Un margen de cien, en cualquier caso...

Harry guardaba silencio.

Después de unos diez minutos, la señora Pomfrey llegó para mandarles que lo dejaran descansar.

—Luego vendremos a verte —dijo Fred—. No te tortures, Harry. Sigues siendo el mejor buscador que hemos tenido.

—Y no te preocupes por tu escoba, Harry, que estoy muy segura de que nuestro padre te comprará una nueva —dijo Lyra y se marchó de la enfermería.

GREEN EYES | D.M Where stories live. Discover now