XVII. Con amor: Emiliano

2.9K 177 5
                                    

Cuando conocí a Carlota me enamoré de inmediato, su sonrisa revoluciona cualquier vida, sus ojos azules dan vida, y su forma de ser, por favor es perfecta por cualquier ángulo, y mi mayor miedo siempre ha sido que venga otro imbécil y la enamoré, porque ella lo tiene todo, sin quitar el cuerpo de Diosa que se gasta, anoche fui él hombre más imbécil del mundo, después de 20 años juntos por primera vez la cele y de mi mejor amigo, sin quitar que por primera vez le subí la mano, no entiendo que me esta pasando yo amo a esa mujer y jamás le haría tanto daño.

-¿pa? – susurró Juan Carlos y me levanté de golpe del sofá, cerré los ojos al sentir un dolorcito de cabeza –
- Juan – susurré – hijo acércate por favor – dije con voz entrecortada –
- ¿Por qué dijiste que mamá te engaña? – preguntó aterrado –
- No hijo, tú madre jamás me haría eso, soy un imbécil que no piensa antes de cagarla – dije apenado – pero mírame – agarré sus mejillas para que me mirará a los ojos – jamás seas un idiota como yo – le sonreí y él asintió - ¿Paolo?
- Esta en el cuarto con mamá quién no se ha querido levantar para no verte – bajé la cabeza avergonzado y oí un suspiro de Juan –

Las horas transcurrieron con una tensión en la casa nada normal, Carlota no me hablaba y Paolo estaba molesto conmigo, apenas Juan Carlos me hablaba y ya eso era decir demasiado, fui un imbécil y que pena no poder llamar a mí hermano porqué ayer le monté una escena de niños de 15 años.

-¡Papá! – alcé la mirada y era Juan Carlos sonriendo – vente, vamos a dormir en mi cuarto – le sonreí y me levanté de aquel duro sofá –
- Gracias hijo – le alborote el cabello y nos reímos para irnos al cuarto –

Nunca tendré cara para pedirle perdón a Carlota pero si quiero tener la cara de pedirle perdón a mis hijos por el grotesco show que ayer monté, no tengo excusas del porqué de aquel show y creo que eso es lo peor de todo esto, Carlota y yo nos hemos sido fiel durante 20 años y no es justo que a estas alturas yo desconfíe de ella.

- Hijo – Juan volteó a verme en silencio – Perdóname – me miró unos segundos y se acercó a abrazarme –
- Tranquilo papá, pero pídele perdón a ella, es quién más se lo merece – asentí y nos separamos –
- Que grande estás – le dije al agarrar sus mejillas – me siento tan orgulloso de Paolo y de ti – los ojos de mí hijo brillaban con esas palabras y lo volví a abrazar –
- Gracias papá – susurró con la voz entrecortada –
- Vamos ahora sí a dormir – nos reímos y cada uno se acostó en su lado de la cama –

Carlota y yo hemos peleado, nos hemos gritado, pero jamás pensé llegar tan lejos y creo que por eso es mejor que me vaya unos días con mí madre, Carlota no me perdonará por ahora y creo que lo mejor es separarnos unos días, a que se le pasé y yo encontrar las palabras para que me perdoné, quizá les deje una nota mañana y me vaya un par de días. Con ese pensamiento me quedé dormido.

Me desperté y en el reloj marcaba las 5:30 de la madrugada, sabía que era el momento para irme, me levanté, me fui a duchar y asear, abrí sin hacer ruidos la puerta de nuestra habitación y allí estaba ella dormida, suspiré al verla allí tan pacífica, tan calmada, parece un bello Ángel, ese Ángel que prometí amar, cuidar y respetar y que ahora he defraudado, bajé los hombros en modo de derrota y caminé hasta nuestro clóset me vestí y agarré una pequeña maleta, donde metí lo más importante, ropa de casa, ropa para ir a trabajar, cosas del higiene personal, y creo que no se me olvida más nada.

Cerré la maleta y la bajé al suelo, volví a mirar a mi esposa quien tenía una sonrisa, seguro estaba soñando y era mejor así, sé le veía una paz, suspiré y agarré la maleta para salir en silencio de la habitación, al llegar a la barra de la cocina busqué una hoja y un lapicero para dejarles una nota.

“Creo que debo marcharme por unos días, Paolo me odia y yo no puedo vivir con su dura mirada, y Carlota por Dios no tengo cara para verla a los ojos, después de lo que hice, sé que por ahora no tengo perdón y es merecido, quiero decirles a los tres que son mi vida, que los amo y Carlota jamás podría pensar que me engañas, eres el amor de mi vida
                                                          Con amor: Emiliano.”

Caminé hasta la entrada del departamento y volteé a ver por un momento mi hogar y que yo por idiota al menos por ahora lo había roto, cerré los ojos fuertemente y canalice que era la mejor decisión marcharme por ahora.

-¡Perdón mi amor! – susurré y abrí para salir de allí –

Bajé hasta mi coche, entré en el y manejé hasta casa de mí madre. Al llegar ella estaba preparando café y sé sorprendió de verme con maleta en mano, más sé que ese siempre ha sido su sueño, nunca soportó a mi esposa y verme de nuevo en casa la haría feliz, hablamos un rato y subí a mi habitación para arreglarme e irme a trabajar, eran ya las 7 de la mañana y tenía una importante reunión.

Traición Onde histórias criam vida. Descubra agora