CAPITULO 8

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El CLUB

El transcurso en auto también se hacía aburrido y me molestaba que estuviéramos tan callados.

—¿Puede haber música? —le pregunté a Lugur mientras él estaba ocupado comiendo.

No había dejado de comer desde que entramos al auto.

—Pon el radio—le ordenó al que conducía.

—¿No te tienes casetes o música que te gusté? —volví hacer conversación él y solo suspiró pesadamente.

—¿Te parece que llevó casetes o al menos escucho música?

Me encogí de hombros.

—Todo mundo escucha música.

—La música es una forma de la que la gente se quiere escapar de su miserable vida.

—Tú estás escapando de tu vida comiendo tanta chuchería. No dejas la bolsa de pastelitos desde que salimos.

Él se entendió a lo que me referí y acercó su cara a la mía.

¿Ahora que había dicho?

—Yo como por hambre, no porque quiera escapar de mi vida.

—Pues vaya que comes muchos—no podía evitar reírme al verlo tan desesperado tragando.

—¿Tú no tienes hambre? —con su pulgar acarició mi labio inferior.

Mierda, ese cosquilleo lo senti de nuevo.

Negué y el asintió y se detuvo viéndome la nariz y parecía como si contara cada peca que tenía ahí.

—¿Ni un poco? —empezó a pasar el pulgar por mis labios.

—Bueno, tal vez un poquito—susurré. 

Miró a su chofer y este lo vio por el espejo. De la nada se empezó a subir una separación para el asiento trasero y los de adelante.

Sus vehículos eran muy modernos.

—Dijiste que te gustaba la música.

—No me gusta, me fascina—me mordí el labio por el nerviosismo y el tragó duro cuando vio ese gesto mío.

—¿Que canción te gusta en ese momento?

—Tengo muchas— su mano empezó a descender por la gabardina.

—Soy todo oídos.

—Tú dijiste que no te gustaba.

—Podemos hacer que esto sea divertido—sonrió con malicia.

Inesperadamente me tomó de las caderas dejándome sentada a horcajadas en él.

—Vamos a jugar algo. El camino al lugar es largo y esto se estaba haciendo aburrido.

—Bueno ya pensamos algo igual.

Me traté de mover un poco provocando que él se tuviera que aclarar la garganta, porque pareció que me olvidé de la situación.

—Vas a decirme cosas sobre música que yo te preguntaré, mientras... nos distraemos un poco ¿te gusta la idea?

Sus manos en mi cintura, sus brazos fuertes llenos de tatuajes tocándome y su cara que se veía tan... joder no tenía ni palabras, así que solo asentí.

—¿Qué clase de música escuchas? —sus dedos subieron y jugaron con los botones.

—El rock y pop—asintió y empezó a desabrochar la gabardina.

LOS 7 PECADOS Where stories live. Discover now