Kailé se cae del sueño sobre mis hombros.

Leyla suspira —. Yo me llevo a la niña. Le daré un cuarto y algo de comer.

—Gracias. Está muy cansada.

—Pobre criatura. —La mujer la toma entre sus brazos —. Ven, vamos a darte un baño también. Les iré a informar a los señores que ya llegaron. Quédense aquí, por favor.

Sale de la habitación y casi corre escaleras arriba con mi hija. Es como si nos tuviera miedo; sus ojos se iban cada dos segundos a los tatuajes en nuestra mano izquierda y la respiración se le disparaba con cada nueva ojeada. Mi primer instinto es siempre morder y preguntar cuál mierda es el problema de una persona, pero no puedo hacer eso aquí. No puedo cuando hay tanto en riesgo y tanto por hacer.

Además, tenemos la culpa.

Hemos tenido la culpa durante muchos años.

—No puedo con esto.

Me desplazo hacia dónde está Julieta. La inmensa pared tiene vidrios marcados que retratan imágenes de alta calidad que me revuelven el estómago. Había estado prestando demasiada atención a la mucama hostil para darme cuenta.

Está en todas partes.

Ariadne con Dimitri, Ariadne con sus hijos, Ariadne con sus padres, con el servicio, en el jardín. Cuadros pequeños y grandes decoran todo el lugar de arriba a abajo. La imagen de ella está tan presente en su casa que me pregunto si ese fue el mecanismo de afrontamiento que sus padres decidieron usar para aliviar su abrumador dolor.

Sus ojos azules perforan mi espalda.

Son los ojos de Uriah.

—Miren este. —Khalid toma uno de los retratos de la chimenea y nos lo muestra —. Son los pequeños Uriah y Aphrodite.

Sin embargo, la imagen que me llama la atención es la más grande de todas. Colocado en la parte superior del sofá, contra la primera pared que alguien ve cuando entra, hay un retrato entero de la familia Lewandowski.

No sé qué es lo que más me afecta. El hecho de que Dimitri está en la fotografía con sus hijos a su lado, o que Ariadne está en la imagen sonriendo mientras abraza a su madre.

—Creo que es lindo —Nicola salta para romper el silencio. No me había dado cuenta de que todos ahora estamos mirando la foto de la familia —. Todavía piensan en Dimitri como su familia.

—Quiero decir, es el padre de los hijos de su hija —le recuerda Khalid —. Era inocente.

Mi primo suspira.

—Sin embargo, siempre se culpará a sí mismo por lo que le sucedió.

Nos quedamos en silencio hasta que un hombre con boina entra a la sala con las pantuflas en las manos. Nos saluda en voz baja, pone los zapatos en el suelo y se va antes de que Stefano le pregunte si puede ir al baño.

Mi primo gruñe —. Nos están tratando como putos criminales.

—Eso es porque lo somos —le recuerdo en voz baja —. Tú serás inocente, pero nosotros somos responsables de la muerte de su hija.

—Lamentablemente eso parece.

Nos congelamos ante la voz profunda que viene de las escaleras. Un hombre de la tercera edad con bigote y gafas sale a la luz. Está en pijama, la ropa perfectamente planchada, y pone las manos detrás de la espalda cuando se acerca a nosotros. Sus ojos son de un azul océano, y la forma de ellos es tan profunda que siento que mi corazón se acelera.

No Serpientes, No VenenoUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum