El traje

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Mariane llegó a casa tarde del trabajo, Héloïse la esperaba con ganas de verla un rato. La joven se fue directa a la habitación agotada de tantas horas, estaba deseando quitarse el traje y descansar.

- Como te ha ido hoy?
- Prefiero ni hablar... ha sido un día horrible. He discutido con mi jefe otra vez.
- Vaya... yo te puedo quitar ese enfado...
- Hoy no, Héloïse. De verdad estoy agotada. Solo quiero quitarme este dichoso traje.
- Ven que te ayudo.

Héloïse empezó a besarla primero despacio y luego subiendo la velocidad como ella sabía hacer. Mariane insistió:

- De verdad que hoy no puedo, me duele todo.

Ignorando sus palabras siguió buscándola como solo ella sabía hacer. Mientras la besaba le metió la mano entre el pelo y lo agarró tirando ligeramente de él. Un gemido se escapó de los labios de Mariane. El discurso de la joven cambió esta vez:

- No me provoques que estoy cansada y no voy a aguantar nada...

La mayor sonrió pícara, sus ataques fueron cada vez más directos. Ahora sus manos se habían ido al cinturón de cuero negro e intentaban aflojarlo.

- Por favor Héloïse... me estás calentando.
- Te he dicho que este traje te queda muy sexy? Dios... necesito que me folles ahora.

Las palabras tuvieron todo el efecto esperado en la joven que se encendió como un animal. Empotró a Heloise contra la pared, y puso su muslo entre las piernas de la otra. Apretó la zona hasta que vió la cara de la mayor cambiar y la boca abrirse. Cogió sus muñecas y las levantó, dejándola indefensa a todo lo que quisiera hacer la dominante con ella. Eso la excitó. Con la mano que le quedaba libre la cogió del culo, y la acercó aún más a su muslo mientras empezaba a moverse. Mariane asumió el rol de dominante activa y se dispuso a follar.

Se quitó la americana negra, y se descalzó antes de seguir moviéndose. Desnudó con necesidad a su sumisa y la puso contra la pared. Sacó unas cuerdas de su cajón de jueguetes y mientras la ataba con fuerza le susurró al oído:

- A ver si así te estás quieta...

Cogió con una mano las cuerdas que sujetaban a su sumisa, y con la otra la cogió del pelo para poder moverla donde ella quisiera. La giró hacía el colchón y la incorporó para que apoyara la cara. Sus pies seguían en el suelo y su culo quedaba totalmente expuesto a la joven. Esta empezó a quitarse el cinturón y después los pantalones mientras se imaginaba todo lo que quería hacer. Se puso un arnés y lubricó abundantemente el dildo. Cuando estaba detrás de la chica le preguntó:

- Vamos a ver si tenías tantas ganas de que te follara como dices...

Pasó sus dedos por su sexo y comprobó que estaba más que lubricada. Introdujo uno y luego dos pero solo para preparar el terreno.

- Muerde...

Con mucha habilidad la penetró con el dildo y los gemidos fueron ensordecedores. Se agarró a la cintura de Héloïse y empezó a moverse. Le excitaba tanto dominarla que notó como ella misma se estaba empapando. Sin dejar las envestidas se fue desabrochando la camisa del calor que sentía. En ese momento levantó la vista hacía el espejo del armario y la visión de la escena le excitó tanto que supo que podría correrse así. 

- Te gusta? Es lo que querías?
- Sí... --respondió entre gemidos.

Mariane cogió con una mano las cuerdas que sujetaban las manos a la espalda de Héloïse, y con la otra la cogió del hombro. La levantó sin dejar de empotrarla para que ella tmb pudiese ver el espejo. Los gemidos de ambas se mezclaban en el aire. Las dos chicas llegaron a la vez. Se dejaron caer sobre la cama. Entre sudores y espasmos por el orgasmo se dijeron:

- Te quiero
- Yo también

Marianne y Héloïse (Relatos Eróticos)Where stories live. Discover now