— Dios, ¿Ahora que?

Vengo a caminar con cuidado por el gran pasillo en el que se encontraba, habían habitaciones a los lados las cuales intento revisar, pero todas necesitaban una tarjeta la cual no tenía.

Estaba esperando a que algún doctor o guardia pasará para robarle la tarjeta, pero nada, nadie había pasado en más de media hora. Decidió subir al segundo piso, las escaleras eran largas y el camino no estaba iluminado por lo cual dudo si era una buena idea ir, aún así lo hizo, pero sin bajar el arma en ningún momento.

Al llegar al segundo piso moto que este estaba casi tan oscuro como las escaleras, apenas se había acercado a la primera puerta sacando una navaja, no era una buena idea hacer demasiado ruido, cuando un doctor salió de la habitación, justo cuando iba a echarse a gritar cuando el menor atacó el cuello del anciano atravesandolo con la navaja.

Retrocedió rápidamente después de ser salpicado con la sangre del doctor, sus manos estaban temblando, se mareo un poco, se recargo en la puerta y costo al suelo; Un charco de sangre comenzó a formarse al rededor del hombre, este tomaba su cuello con fuerza creyendo que así podría detener el sangrado, era increíble como seguía de pie, mirando con horror al menor que no creía lo que había hecho, intento caminar para buscar ayuda, pero en eso cayó al suelo muerto.

— ¿Q-Que hice? N-no,no, no...

Se levantó y se acercó al cadáver, se disculpo en voz baja y busco entre su ropa la tarjeta que necesita, la encontró.

Reviso la habitación del que el hombre había salido encontrándose con un montón de cadáveres sobre mesas de metal, se giro de nuevo hacia el cadáver, lo arrastró hasta una de las mesa y lo recostó para luego cubrirlo, saco unos trapos y líquidos de limpieza para limpiar el desastre, estuvo así por un rato hasta que dejó la escena lo más impecable que pudo.

Luego de eso comenzó a revisar cada una de las habitaciones, en eso se encontró con sus amigos, los chicos con los que había vivido gran parte de su vida. Estaban inconscientes, conectados a diferentes máquinas, pero se veían bien.

— Oigan, despierten, ya estoy aquí.

Les quitó algunas de las cosas que tenían, en eso el italiano se levantó de golpe después de que le quitará una intravenosa.

— ¿Oliver? ¿Estás vivo?

— Si, si, despierta a los demás tengo que buscar a-

— Anda, ve— Dijo incorporándose.

— Toma esto— Dijo entregándole un bisturí— Agarren cualquier cosa con la que puedan defenderse, los vemos en la entrada, busca... Busca una tarjeta.

Salió rápidamente de la habitación y se dirigió a la puerta que estaba a la derecha, luego de eso comenzó a entrar a cada habitación con la que se encontraba, siguió así hasta llegar al tercer piso, en realidad estaba agradecido por no haberse encontrado con ningún guardia o doctor, no le había agradado mucho la sensación de matar a alguien.

En eso al llegar a la última del pasillo se encontró con una gran habitación dividida en cuatro partes, una de ellas estaba vacía y en las otras...

— ¡Chicos! ¡Oigan, soy yo! ¡Despierten, soy yo! —Grito golpeando las paredes de vidrio.

No había ninguna puerta así que tenía que encontrar otra manera de sacarlos, intento golpeando una y otra vez los vidrios, pero nada, no era suficiente.

— Uf, ¿Por qué a mi? —Mascullo.

Cerro la puerta principal y reviso que no hubiese que nadie cerca. Después de revisar apunto a la puerta en la que Yannic se encontraba y comenzó a disparar, se rompió bastante, pero no lo suficiente, aún así hizo lo mismo con las demás paredes de vidrio. Dejo el arma en el suelo y tomo un destornillador que estaba en una caja pegada a la pared, atacó la puerta una y otra vez,  está por romperse cuando alguien entro de golpe a la habitación.

FINIS TEMPORUM 1: LES VANDALESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora