Una boda innecesaria

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"Queremos descendientes fuertes"

Cuantas blasfemias querían salir de su boca al recordar esas estúpidas palabras, aunque no se arrepentía de haberle gritado a su tío, aunque ahora estuviera obligado a no salir de su habitación hasta la ceremonia, pero cada palabra que fue expulsada de su boca valían la total pena. Los recuerdos de hace horas le invadían, haciéndolo reír con sorna y un ápice de enojo, él no era una maldita muñequita de porcelana que podían usar a su antojo.

"¡YO NO SOY UNA MALDITA MÁQUINA DE PARIR!"

Y bueno, esas simples palabras bastaron para castigarlo y encerrarlo, sólo estaba defendiendo su punto, él era lo suficientemente fuerte por si solo, no con un esposo, no con un hijo.

Sólo él y nadie más.

La mañana llegaba sin prisa, un toque insistente lo hizo levantarse de golpe, otra vez Hinata. Bufo, no podía estar enojado con la chica, ella fue la primera en advertirle y él hizo caso omiso. La dejó pasar, observando lo que su prima llevaba en sus manos, era una caja grande y alargada, oh por favor que no fuera lo que él creía.

—Ne-Neji, me ha-han pedido que te ayude —su voz temblorosa por ocasiones era tan molesta —la ceremonia iniciará dentro de u-una hora.

¿¡Qué!? Cuando su tío le dijo que iba a contraer nupcias al otro día no pensaba que fuera cierto y menos a las ocho de la mañana. Su boca se tornó agridulce, los odiaba a todos, lo único bueno de esto es que ya no viviría con ellos.

Odio, esa palabra se repetía una y otra vez en su cabeza, odio al ver la corona de flores que pusieron en su cabello, odio al ver el kimono blanco con flores de loto a los lados que le obligaron a poner, odio en el estúpido calzado fino, y odio a su futuro marido que lo estaba esperando con esa tonta cara de desinterés, tampoco era que él estuviera ilusionado por está mierda, pero al menos que demostrará algo más que eso, porque ese mismo rostro taciturno lo tenían harto.

El maestro de ceremonias era tan aburrido, sólo le daba largas al asunto, un suspiro abandonó sus labios, observando con desgano a su ya casi esposo, este tenía levemente el ceño fruncido y su boca en una línea recta, dandole cierto aire de chico malo, giro sus ojos por sus recientes pensamientos, riendo internamente al pensar que la cabeza de Shikamaru parecía una piña.

Una hora y media bastó para estar oficialmente casado, quería salir de esa "fiesta" pues se sentía ahogado con todas las miradas sobre él, la mayoría de los que estaban ahí eran ancianos listos para morir.

Un sobre le fue entregado otra vez por su prima, al parecer Hiashi tenía a Hinata como mensajera, pobrecita, ciertamente su prima le daba pena, aunque ahora tendría mucho tiempo libre, podría ayudarla a entrenar.

Con paz y armonía se alejó de los demás para así poder tener cierta privacidad al leer la carta. Aunque al abrir dicho contenido se sintió como si le escupieran en todo el rostro, quería pensar que era una broma, pero ya había quedado más que claro que su tío no era ese tipo de personas.

"Neji, realmente aún sigo enfadado por tu desobediencia de anoche, pensé mejor en decirte las cosas por escrito, no se de que sería capaz si vuelves a contradecirme delante de las personas.

Bueno, quiero llegar rápido al punto, tanto divagar las cosas aburre.

No me importa si eres una máquina de parir o no, nuestro consejo quiere dos nuevas descendencias, lo mismo que te exijo a ti se lo exijo a Hinata, y ella no me contrarresto, deberías aprender más modales de tu prima.

Tienes el total de un año para engendrar una vida, sino, puedes atenderte a las consecuencias luego, si se te olvidaba tu marca en la frente yo te la recuerdo.

Apretó el papel que tenía en las manos, esto no era justo ni para él ni para Hinata, sintió una respiración muy cerca de su oído, estaba tan ensimismado que no escuchó pasos acercarse a él.

—Así que Hyuga —hizo una pequeña pausa —no se supone que ahora seas Hyuga, oh por favor Shikamaru eres más inteligente que esto —habló de el mismo en tercera persona, dándose un golpe mental por tal estupidez exclamada de su boca ¡pero es que el nunca había estado casado! No entendía esa cosa extraña de cambiar apellidos y así, no debían culparlo.

—Me obligaron a casarme con un idiota
—se volteó para tener a su esposo de frente, observando con encantó el lindo kimono negro y azulado que traía el pelicastaño, algo bonito debía portar el mentecato.

—No soy idiota, sólo que siempre te he dicho Hyuga y ahora llamarte Nara es un poco raro.

—Deberías llamarme Neji, de todas formas ya estamos casados —giro sus ojos, esto del matrimonio le causaba escalofríos.

—Bueno Hyu-Neji —se corrigió a tiempo, observando el rostro molesto del azabache —tu tío me dio esto —le extendió un sobre con relieves grises.

Tomo el sobre entre sus manos, leyendo el contenido, dándose cuenta que le había escrito lo mismo, pero de una forma más educada y pacífica y a él lo había mandado casi al diablo, su tío era un asco.

Buenos días joven Nara, espero que te lleves de un gran consejo que quiero darte.

Sería prudente que tú y mi sobrino tuvieran un hijo antes del año, sólo es una recomendación, no es una demanda, es sólo algo en lo que deberían pensar.

A los dieciocho ya se tiene más noción de la vida ¿no? Disfruta tu noche de bodas.

Maldito, eso era su tío, un maldito bastardo oportunista.

—Deberías ver la mía —le extendió su sobre arrugado, genial a él lo amenazaban y a Shikamaru casi que le daban flores.

Aunque era interesante ver el rostro del Nara como se desencajaba mientras más avanzaba la lectura, desde los exámenes chuning y la confesión que había hecho mientras se enfrentaba al Uzumaki, todos sabían el significado de su marca.

—Te están amenazando —dijo algo más que obvio.

—¿No me digas? Pensé que me estaba felicitando por nuestro hermoso matrimonio, querido —habló con su sutil sarcasmo que lo hacía destacar.

Obligados a estar juntos |Shikaneji|Where stories live. Discover now