❂↷ Epílogo.

122 26 9
                                    

Pasó mucho tiempo para que yo decidiera volver.

El tiempo suficiente para que una flor se marchitara y de a poco muriera, también el suficiente para que una semilla brotara y se extendiera hasta el cielo.

Tenía en manos un título universitario, tenía un nuevo pez y un lugar dónde vivir, tenía amigos y tenía a mi familia de nuevo. Tenía una vida por vivir. Lo tenía todo, sólo me faltaba Sunwoo.

Younghoon jamás estuvo de acuerdo con que me fuera, pero no pudo hacer más que respetar mi decisión. A nadie más que a mi dolía mi egoísmo.

Pero regresé, regresé a tocar la puerta de nuevo, imaginando la sonrisa de Sunwoo, y sus ojos iluminados cuando le mostrara los libros que le traía para leer juntos aún cuando yo ya los había leído, cuando viera cuánto crecí y cambié, cuando viera que había ido a cumplir una parte de mi vida, a reparar todo, aunque él no comprendiera nada de eso.

"Volviste... " Younghoon suspiró con suavidad y sorpresa, viéndome de pie frente a él. Le sonreí.

"Vine por Sunwoo." Entonces su rostro se desfiguró en una mueca de suma tristeza. No comprendí, pero murmuró mi nombre con mucho pesar.

Sunwoo había tenido severas crisis los días posteriores a cuando me fui. Golpeaba a Younghoon, gritaba y lloraba por cualquier mínimo cambio.

A las semanas había dejado de comer y Younghoon no podía convencerlo, no quería nada, algunas veces tomaba agua, pero siempre terminaba con el estómago vacío.

A los meses, Younghoon pensó en llamarme porque no sabía qué hacer, pero se negó, diciendo que eso sería egoísta de su parte y de Sunwoo, porque sólo quería tenerme ahí, con él, como si yo no tuviera una vida que vivir.

Lo llevó al doctor en varias ocasiones, estuvo siendo alimentado en su contra, y tenía terapias con un especialista. No hablaba nada, no aportaba nada, no quería nada. Estaba sumido en una tristeza enorme. Y no podía salir. Quizá él quería, pero no podía hacerlo.

Meses después, Younghoon estaba por darse por vencido. Estaría a punto de tomar el teléfono y llamarme, estaría a punto de salvarle la vida a Sunwoo, pero no lo hizo... Porque sería injusto que yo detuviera mi vida por Sunwoo.

Y una mañana entonces, después de que decidiera no llamarme, entró a ver cómo estaba, y se encontró con un corazón sin latidos.

"Sunwoo murió... " Younghoon lloraba mucho. "No lo cuidé bien, por favor perdóname... "se desplomó a mis pies.

¿Era posible morir, entonces, de tristeza? ¿De soledad? ¿De sentir tanto y demostrar tan poco? ¿De ahogarse en su mente, en su interior?

¿Era yo el culpable de su muerte por ser tan egoísta?

Su cuerpo débil no resistió más. Supongo que vivía con la esperanza de que regresaría a verlo en la noche, o de que su mamá lo levantaría y le diría que lo quería mucho a pesar de todo su sufrimiento. Pero nada de eso pasó. Llegué muy tarde.

Tras la muerte uno siempre espera que algo aún se mueva, pero no somos más que huesos y músculos, nada más.

Su libro decía que en el reloj de su corazón, la aguja pequeña ya nunca volvería a subir hasta las doce.

"Sunwoo... ¿Y qué puedes decirme ahora que siempre es de noche para ti? Dime, ¿Te sientes mejor? Dime, ¿Es ligero como una burbuja eso de dejar sin más tu cuerpo ahí, igual que una prenda estropeada que ya no puedes ponerte? Se acabó ese peso que aplastaba tu sonrisa, que aplastaba tu vientre. ¿Pudiste escapar? Con tu sonrisa doblada y guardada en el bolsillo ahora que siempre es de noche para ti."* Cité, de nuevo lo que decía su libro favorito.

Sentí un gran dolor en mi corazón, en mi mente, en todo mi cuerpo. Fue un terremoto devastador que llegó como sangre en la venas hasta mi corazón.

El dolor era mi sangre corriendo por mis venas, bombeando por el nítido recuerdo del amor de Sunwoo.

¿Él estaría mejor?

Él seguramente se libró de mucho dolor, él quizá recuperó su cuaderno, él quizá leyó muchos libros y dibujó mi rostro miles de veces, él dejó de esconderse en el cubículo del baño. Él se fue para siempre.

Nadie más que él merecía esa sensación de bienestar, nadie más que él merecía sentir calma y dejar de sufrir, nadie más que él merecía ser feliz, nadie más que él tenía los latidos de mi corazón.

*Referencia: El libro del que hablé anteriormente es: "La alargada sombra del amor" de Mathias Malzieu

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.


*Referencia: El libro del que hablé anteriormente es: "La alargada sombra del amor" de Mathias Malzieu. (nota de la autora)

Latidos. ※ SunJae. [𝘼𝙙𝙖𝙥𝙩𝙖𝙘𝙞𝙤́𝙣]Where stories live. Discover now