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Entonces Sunwoo comenzó a sentarse conmigo todos los días en los descansos. Me seguía a dónde iba sin decir ninguna sola palabra, se acostumbro a estar conmigo y yo no podía quejarme.

Su torpeza social era sólo un síntoma de su discapacidad. El no hablaba con nadie. A penas e intercambiaba unas cuantas palabras con su madre, a penas y la miraba.

Pero sin embargo, a mi me miraba y me tomaba de la mano, me sonreía con frecuencia y pronunciaba mi nombre siempre que necesitaba algo.

Era un sentido de posesión que había adquirido. Y a su madre le resultaba impresionante, casi milagroso, después de lo poco que se sabe acerca del autismo.

A mí también me lo parecía, después de lo poco que sabía. Tenía entendido que muchos de ellos no solo carecen de sus habilidades sociales, sino que podrían sacar a relucir sus obsesiones, en momentos o maneras inapropiadas, pero la manera en la que Sunwoo se relajaba cada vez que enredaba su mano con la mía me daba a entender que eso no podría ser inapropiado de ninguna forma posible.

Sabía que emocionalmente todo podía salirse de control al instante, el menos incidente podía convertirse en una crisis, lo que no molesta a la mayoría de las personas lo podría molestar a él, sus problemas de comunicación lo condujeron cruelmente a la inseguridad social, el contacto visual también era un problema pues las personas no autistas mal interpretaban su falta de contacto visual con indiferencia o falta de respeto, luchaba con la intimidad porque repelía con potencia cualquier acercamiento, interactuaba de distintas maneras, conocía otro mundo.

Y era un mundo que estuve dispuesto a conocer, porque él estuvo dispuesto a mostrármelo.

Latidos. ※ SunJae. [𝘼𝙙𝙖𝙥𝙩𝙖𝙘𝙞𝙤́𝙣]Where stories live. Discover now