VEINTITRÉS.

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El sol comenzaba a ponerse en lo alto del cielo. Los colores dorados se mezclaban con el naranja del ocaso. Había un silencio abrumador y una escasa luz lograba colarse entre las ramas de los árboles. La noticia de la muerte de Galliard y Colt aún mermaba dentro de ella. Pieck le había relatado los sucesos sobre el ataque en Shinganshina.

— Déjame cambiar las vendas. —la figura de Irina se inclinó lentamente cerca de Levi. Llevaba en sus manos lo necesario para realizar el procedimiento—. Ya nos la arreglaremos para conseguir más proviciones. —murmuró mientras levantaba su mano con sutileza, esperaba la aprobación del hombre para continuar, y él con una mirada lo aprobó—. Espero que regresen pronto.

Levi no quiso decir nada, pero vio la frustración pululando en ella. Sus cejas fruncidas con rabia y los labios torcidos en una mueca fueron un claro indicio de cómo se sentía. Él supo que ella tenía un debate interno en su cabeza. No era fácil asimilar la situación, sobre todo porque el hombre al que amaba era uno de los responsables de la masacre.

— Irina. —la llamó. Vio su mano temblar y la tomó entre la suya. Ella continuaba sin mirarlo porque sabía que sería difícil contenerse—. Estoy aquí ahora.

Esa simple frase bastó para que la fachada se rompiera en pedazos dejando al descubierto su verdadero ser. Su cabello largo cayó sobre sus hombros y de inmediato se quitó las gafas rotas. Probó el sabor salado de sus lágrimas que resbalaban por sus mejillas. En ella se había acumulado el dolor de los años, los errores que ahnelaba corregir y el futuro que esperaba salvar junto con el título que juró mantener. Todo recayó en su mallugado cuerpo.

— No fui lo suficientemente fuerte. —logró articular intentando contener el llanto. Sentía las callosas manos de Levi acariciando su espalda con una adorada lentitud. Su proximidad le provocaba calma y confort.

— No necesitas ser la más fuerte. —musitó y le recogió los mechones negros colocándolos detrás de su oreja. Su pulgar limpió las lágrimas no derramadas—. Nadie nos lo ha dicho, pero está bien sentirse débil y perdido. A partir de hoy solo necesitas ser tú.

— ¿Y quién soy yo? —lo miró a los ojos imolorándole un poco de ayuda—. Me aferré a un odio que se desgastó por los años y cuando cobré la venganza que había estado ahnelando, fue cruda y amarga. Y es mi culpa lo que sucede, tuve la oportunidad de detener a Zeke, pero mi estúpido corazón no puede evitar quererlo.

Él fue consciente de las emociones fluyendo en el interior de Irina. La reconoció como su igual y supo que ese punto de quiebre era producto de la maldición de su don. La fuerza de los Ackerman era un beneficio para la humanidad, pero una maldición para los portadores.

— Eres Irina Ackerman. —le acarició la mejilla con suavidad—. Eres inteligente y gentil, te preocupas por los vulnerables y débiles.

Ella le regaló una diminuta sonrisa que podría pasar inadvertida para alguien que no la conociera. Le agradeció con la mirada el apoyo que le estaba dando, significó mucho para ella. Sin embargo, esa noche su mente estaba ocupada en otra cosa, mucho más importante que en su propia derrota.

A lo lejos pudo escuchar el bullicio proveniente de las pisadas de un titán y en seguida se disculpo con Levi yendo hacia las personas que habían llegado. Jean yacía de rodillas junto al agua intentando limpiar la viscosa saliva que se había adherido a toda su ropa y piel debido a su viaje dentro de la boca del titán carreta. Ignoró sus quejas acercándose a su principal objetivo.

— Incluso yo, ¿por qué? —cuestionó Yelena aún en estado de trance debido a la rapidez de como ocurrieron las cosas. Minutos antes estaba bajo el mando de Floch y los Jaegeristas, quienes amenazaban con asesinarla.

𝐖𝐀𝐑𝐑𝐈𝐎𝐑𝐒 ┇ ❛𝑍𝑒𝑘𝑒 𝐽𝑎𝑒𝑔𝑒𝑟; 𝐿𝑒𝑣𝑖 𝐴𝑐𝑘𝑒𝑟𝑚𝑎𝑛 ❜Where stories live. Discover now