Nutella

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Buenos Días, me llamo Lucy, tengo 17 y seguramente sea la adolescente más gorda de este instituto e incluso de la ciudad al menos.
A ver, les comento: no es que de un día para otro haya sido hechizada y empecé a crecer sin despropósito; no, todo tiene se consecuencia. Verán...

Desde que tengo memoria, mis padres no me alimentaron como alimentan a los hijos normalmente. Recuerdo que hasta los 4 años seguí tomando de los pechos de mamá. Cuando me inscribieron a jardín, mi cuerpo no se parecía al de los demás niños, parecía como si fuese 2 o 3 más grande que mis compañeros. No recuerdo bien cuánto pesaba, pero fácilmente podría haber pesado 37kg. A esa edad los niños no me molestaban, eran muy jóvenes aún. En mi casa, la ropa para el jardín no me quedaba del todo, pero siempre iba con varios camperones que me abrigaban del frío en invierno y shorts en verano.

Cuando cumplí los 6 años recuerdo perfectamente haber ido a la tienda en donde vendían la ropa escolar y ver a mi mamá discutiendo con la empleada para conseguirme uno que se ajustase a mis especiales medidas, no era muy normal que una niña de esa edad pesase 52kg. A pesar de haber conseguido la talla más grande que tenían, las medias nunca lograron subirme hasta las rodillas y esos diminutos zapatitos me hacían doler los dedos de los pies.

El mes que cumplí los 9 años lo recuerdo perfectamente. Recuerdo ver el rostro de mis familiares que no me veían hacía años, asombrados de ver a semejante niña comerse más de la mitad del pastel de cumpleaños. También recuerdo que, unos días antes de mi fiesta, había dicho que quería probar nutella. «¡Ahhhh!», qué rico y delicioso recuerdo, esa fue la primera vez que la probé y... ME ENAMORÉ DE ELLA. Para mi cumpleaños me habían regalado 4 tarros de 250g y en menos de un mes ya me los había acabado yo sola. No era sorprendente para nadie que por esas épocas pesase 79kg. En la escuela primaria infundía miedo y respeto, porque nunca me mostré acomplejada por mi tamaño y forma, es más, lo tomaba como un cumplido, una forma de superarme a mí misma mes tras mes en la báscula.

Cuando estaba en 6to grado, el colegio en donde iba tuvo grandes reformas, pero la que más recuerdo fue la instalación de un buffet. Ese fue el día, ese fue el punto en donde mi vida, mi viaje en esta subida constante de peso se disparó por las nubes, pues casi a mitad de año yo ya pesaba 101kg a mis jóvenes 11 años. Recuerdo también que algunos compañeros me miraban con la típica mirada de disgusto y rechazo que las de costumbre, pero algunos otros, y no pocos, se me quedaban mirándome mientras yo caminaba pesadamente por los estrechos pasillos del colegio, o mientras estaba sentada terminando mi tarro de nutella de 500g semanal. Ya para esas alturas, mi pesado cuerpo se empezaba a poner incontrolable: rugidos y peticiones de comida a mitad de las noches; prendas quedándome demasiado ajustadas; prendas que se reventaban, sucumbiendo a mi grotesco estógamo en auge y mis muslos, enormes como el torso de un chico normal; o directamente prendas que se negaban rotundamente a contener mi voluptuoso cuerpo y no me cabían...

Cuando llegué a la secundaria, a mis 12 años, me había amigado mucho con 2 chicos, Marco y Dave, que siempre se sentaban conmigo en el buffet, diciendo que me protegerían de abusones y me servirían en lo que yo pidiese. Fue a esa edad también que mi cuerpo me empezó a excitar. Estos rollos que plagaban cada zona de mi cuerpo, esta masa de grasa acumulado en mi estómago, pecho y, principalmente, muslos me mantenían caliente siempre, literal y figurativamente. Recuerdo que para mi cumpleaños de ese año, los invité a mi casa para la fiesta y cada uno me regaló 2 potes de 1kg de nutella: las siguientes 2 semanas fueron la mejor mezcla entre enchastrarse las manos con nutella y masturbarse, urgando en lo más profundo de mi grasa para llegar a mi vagina. Más de una vez me pasó que en medio de las clases me agarrasen calenturas o que la excitación fuese tanta que hasta incluso llegase a gemir en medio del salón, provocando miradas de duda, asco pero también más de una erección entre mis compañeros. «Al parecer esta cerdita de 120kg es sexi a su manera...», pensaba mientras pedía ir al baño para masturbarme con más calma.

¡ERROR: límite de peso excedido!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora