La Verdadera Plaga

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Era una de esas noches calurosas, aunque su cuerpo no conocía mucho el calor, siempre tenía frío, como si perpetuamente fuese un cadáver o un muerto en vida. Se dirigió a la cocina y ahí las encontró. 1..2..3... Estaban paseando en un sartén y trepaban por el lava trastes. 4..5...6...7...las contó y eran 7 en total. 2 en la pared, una cerca de la ventana y otra volando en el techo.

Comenzó a sonreír, algo de compañía después de días. Se sirvió un vaso con agua y decidió sentarse cerca, en el comedor. Con la mirada vacía y llena de nostalgia recordó aquellos infernales turnos en el hospital...

No le gustaba ese lugar, tampoco su gente ni sus costumbres. Siempre que tenía la oportunidad de aislarse lo hacía.

No comía jamás con nadie y prefería buscar un espacio para dormir o meditar en soledad. Odiaba las preguntas estúpidas, odiaba también que se intentaran meter en su vida personal, pues casi siempre intentaban hacerlo de mala manera.

Todo el tiempo veía gente morir, sufrir y era algo estresante. Como anhelaba salir de ahí, corriendo, dibujar un millón de cosas, escribir, tomar fotografías...

En su hora de descanso fue a donde mismo, aquel rincón solo, oscuro y abandonado. Decidió sentarse un rato y fue ahí cuando vió a una de ellas. Era tan curioso que siempre huían cuando veían a otro humano, sin embargo en su presencia siempre se quedaban ahí. Siempre estaban haciéndole compañía en su soledad.

Ahí estaba siempre tosiendo y con sueño, era un cansancio que nunca se iba, un cansancio que nadie entendía, quizás meramente emocional. Observó a la pequeña cucaracha en la pared y recordó también aquella vez en su niñez, una lluvia fuerte y en una pared se encontraban 5 cucarachas protegiéndose entre ellas. Era totalmente fascinante como unos seres a los que tanto odiaban eran tan capaces de ayudarse y protegerse los unos a los otros, aquella imagen se quedó muy grabada en su mente para la posteridad. En cambio, el lugar en donde trabajaba, todas las personas intentaban destruirse entre sí.

Terminó su hora de descanso y con algo de resignación se levantó del lugar. Sonrió (la única vez que sonrió esa noche) le tomó una fotografía a la cucaracha con su celular.

Mientras se alejaba y dejaba a la pequeña cucaracha atrás, intentaba mentalizarse para ver gente morir y en agonía, para los gritos, burlas e insultos que le esperaban (como si recibirlos fuera algo normal) cuando escuchó el grito de una mujer y de pronto un golpe a la pared. Un hombre había aplastado a la pequeña cucaracha.

Con una mueca de desagrado y la mirada vacía, su mente solo pudo formular aquella pregunta: ¿Quién es la verdadera plaga?

La Verdadera Plaga (Un Viaje Al Pasado) Where stories live. Discover now