Observé la foto del vestido largo color turquesa que había diseñado el año anterior junto a mi madre. De pronto, llegaron a mi todos los recuerdos en torno a la confección del mismo y todos los momentos que había vivido junto a mi madre y mi tía para poder terminarlo a tiempo. Había sido presentado en un desfile importante del país y destacado por el jurado por su delicadeza.

—Si. Lo he diseñado yo.

—Ha llegado a la princesa esta misma foto, entre muchas otras, y por eso ha decidido seleccionarla para el evento. De todas formas, no tiene que darme una respuesta ahora mismo. En la carta está todo explicado. Tendrá una reunión con la reina para confirmar su asistencia y los pasos a seguir.

—Sinceramente, esto me parece un tanto extraño.

—Todo está explicado en la carta, señorita. Si tiene alguna duda, puede enviar un mail al staff organizador del evento. También podrá confirmar la veracidad del evento en la reunión con la reina. Mi único deber es hacerle llegar el sobre.

Hablaba demasiado. Tenía mucha formalidad. Y me estaba agobiando.

—¿Entonces solo ha venido para entregar este sobre?

—Asi es, señorita. Si me lo permite, me retiro.

Me hice a un lado para dejarlo pasar. Avanzó, frenó a mi lado y mi corazón dio un vuelco. Ese era el momento oportuno para sacar un cuchillo y amenazar a mi padre para que le diera todo el dinero que tenía, si no me mataba. Pero no. Lo único que hizo fue un leve asentimiento con la cabeza y continuó caminando.

—Señor —le dijo haciendo el mismo gesto a mi padre.

Él le abrió la puerta y el hombre salió.

Justo en ese momento estaba llegado la esposa de mi padre del trabajo y logró ver como el hombre subía al auto y se iba.

—¿Quien era? —nos preguntó con el ceño fruncido.

Escuché que mi padre le explicaba toda la situación, pero mi mente estaba concentrada en la carta que había encontrado dentro del sobre. Estaba dirigida a mi persona.

En ella me explicaban en qué consistía el evento, como era que había llegado mi nombre a conocimiento de la realeza de Arladia y todos los pasos a seguir a partir de allí.

Al parecer, Vistiendo a la realeza era una tradición en aquel reino siempre que un miembro de la familia real contraía matrimonio. Al principio, había sido llevado a cabo para recaudar fondos tras la Guerra Mundial, para ayudar a las familias del pueblo. Pero con el correr de los años, se hizo una tradición que era televisada y transmitida a todo el mundo.

Doce éramos las personas seleccionadas para participar. Tendríamos que viajar hacia el Palacio Real, donde nos alojaríamos mientras durara el evento, o hasta nos eliminaban del mismo. Allí tendríamos que hacer un diseño por semana siguiendo determinada consigna y entre los vestidos confeccionados, se elegirían los dos menos aceptables. Esos dos quedaban a decisión del pueblo: uno era salvado y el otro eliminado.

A medida que avanzaba con la lectura, más sorpresa sentía.

—¿Y? ¿Qué dice?

Levanté la vista y me encontré con los dos mirándome fijamente.

—Parece un chiste. Pero no lo es. O eso creo.

Con el corazón latiendo, le entregué la carta a los dos. Miriam la agarró y comenzó a leer en voz alta. Ya sabía que mi padre no podía leer sin anteojos.

Durante el resto del día, no hubo otro tema de conversación que no fuera ese. Miriam no dejaba de suponer un secuestro o un plan extraño para acabar con mi persona. Mi padre intentaba no opinar mucho, pero se lo notaba más inclinado hacia lo que decía Miriam.

Vistiendo a la realezaМесто, где живут истории. Откройте их для себя