Capítulo 4

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Se dice que las almas que están destinadas a estar juntas se encuentran en el lugar, hora y fecha menos esperadas, dos almas que fueron hechas el uno para el otro, tendrán un lazo inquebrantable que una vez encontradas nadie podrá separarlos.

Era el cuento que siempre contaban las madres a sus hijos, los destinados eran omega y alfa que en sus vidas pasadas se enamoraron y formaron un lazo que sobrepasaba el tiempo mismo.

Cuando Dabi escuchó esto, pensó que en su vida encontraría algo igual era muy pequeño para pensar en amor y esas cosas cursis. Esas eran historias para niñas como Fuyumi quien le encantaba oír la historia una y otra vez.

Por otro lado, Tomura creía firmemente en ese lazo inquebrantable quería conocer que tipo de persona sería su destinado, si esa persona se fijaría en él pues vivía en un basurero y dudaba que algún día saliera de allí, lastimosamente con el paso de los años temió encontrarla o más bien dejo de pensar en ese estupido cuento de niños.

Pero muy en el fondo esperaba a alguien, que lo sacara de la oscuridad en la que se sumergía cada vez más.

Dos historias diferentes con un mismo desenlace.

**Actualidad**

Dabi veía desde arriba al omega de dulce escencia el celo del menor había provocado que él también entrara en calor y que sus pupilas se dilatasen, quería tomarlo en sus brazos, arrancarle la ropa y empotrarlo en la pared, quería hacerlo suyo.

No le importaba en donde estaban su lobo aullaba por el omega.

Pero antes de que pudiese reaccionar, el pequeño de pelo celeste corrió y se encerró en una oficina, al ver los ojos del alfa instintivamente sus pantalones empezaron a mojarse por su lubricante.

Sentía que el alfa estaba a fuera de la oficina, justo en la puerta, era la primera vez que se sentía tan expuesto todos sus celos eran suprimidos y cuando los pasaba eran en soledad, no se sentía listo a estar íntimamente con algún alfa o beta.

Pero no podía más el líquido del lubricante había traspasado sus boxers, mojando el pantalón y su miembro ya estaba erecto. Su lado omega exigia al alfa que estaba pegado a la puerta, lo anhelaba.

- Omega, tienes supresores.- el peliceleste pego un pequeño brinco al oír su voz, claro que no tenía supresores faltaba un mes para su celo.

Si, salía a estaba seguro que se rendiría ante el alfa de cabello negro. Pero para Dabi, esta situación tampoco era buena, su miembro empezaba a despertar con tan solo oler el aroma de fresas que inundaba el lugar.

- Oye, te estoy hablando.- al menos pudo articular esas palabras sin que saliera de su boca un gruñido.
Su autocontrol era demasiado grande, si fuera su lobo ya hubiese derrumbado la puerta.

Mientras que Touya seguía esperando alguna respuesta de parte del omega

Tomura no aguantaba más, bajo sus pantalones necesitaba satisfacerse a sí mismo, pero con cada pequeño toque a su pene todo su cuerpo se estremecía, necesitaba del alfa azabache.

- T-tu busca a-a algu-ien que nosa-ayude.- apenas hablo el menor, el alfa miro hacia todos los lados las personas del piso donde se encontraban habían desaparecido, sus feromonas fueron tan fuertes que ahuyentaron a todos, incluyendo a los betas.

Su paciencia se agotó cuando escuchó un gemido del omega detrás de la puerta eso provocó que saliera un gruñido de su lobo que resonó en toda el área. No debía pensar más, debía actuar.

- Omega, se que me necesitas, abre esa puerta.- el peliceleste no paraba de masturbar su pene. - N-nno.- y eso fue todo lo que quiso escuchar el de ojos turquesa expulsó más feromonas, el omega empezó a lubricar en mayor cantidad, su ano estaba muy húmedo.

Al inundar las feromonas de aroma a roble por toda la oficina, el omega tampoco resistió necesitaba que el alfa se funda en él, que lo marqué y lo llené de su escencia.

Con un gran esfuerzo abrió la puerta poco a poco, cada tanto que abría la puerta su cordura se perdía y esa fue la invitación que Dabi no pudo rechazar.

Al entrar pudo ver como los pantalones del omega estaban abajo y su cara estaba roja, maldición el ambiente era tan caliente con solo verlo.

Una palabra más y todo se iría al carajo.

- A-alf-a.- el pequeño quejido del omega menor sonaba necesitado de su toque, solo eso bastó para decirle adiós a su autocontrol.

Los ojos del alfa brillaban de la excitación, el turquesa se perdió en el deseo del rojo, ahora sus ojos eran más rojos, con sus manos tomó la cintura del omega, es tan pequeña pensó.

Con solo un toque del alfa el omega del peliceleste estaba más que contento, quería más, mucho más.

Como si hubiese leído su mente, Dabi dejó una mano en su cintura con la otra tomó se cuello y lo acercó, con el simple contacto entre sus labios basto para que el alfa disfrutará de su dulce sabor, si el aroma que desplegaba el omega era dulce sus labios lo eran aún más, no espero a que su acompañante abriera la boca y mordió su labio inferior con un poco de fuerza ocasionando que brotará un poco de sangre, el omega gimio en dolor y el azabache aprovechó esto para introducir su lengua en su boca.

El menor no sabía que hacer era la primera vez que besaba a alguien, la lengua del azabache se enredaba con la suya era una danza erótica guiada por el azabache, el oxígeno empezaba a faltar, su lengua trataba de seguirle el paso pero no lo logró el mayor era más experimentado que él, al cruzarse ambas lenguas sentía como el alfa apretaba el agarre de su cintura.

La saliva se filtraba de su boca, los pequeños hilos resbalaban por la barbilla del omega, ante la falta de oxígeno.

Se separaron un poco el alfa pudo notar como el trasero de su acompañante estaba necesitado, el lubricante se escurría de su agujero, el pene del menor anhelaba el toque del alfa.

Cuando sintió volver un poco de aire a sus pulmones otra vez junto sus labios en otro beso hambriento, esta vez la mano se deslizó desde su cintura hasta la entrepierna y se dirigió hacia el pene erecto del omega, con pequeños movimientos empezó a masturbarlo los gemidos eran suprimidos por el movimiento de los labios del azabache.

De nuevo el alfa separó su labios y afianzo el agarre del cuello pequeños besos en la barbilla se hicieron presentes para luego dirigirse al cuello, en el camino dejaba chupetones y lamiendo descaradamente el pálido cuello del mas pequeño, mientras que con más fuerza envolvía el pene del peliceleste, aumentando el movimiento esperando a que se corra en su mano.

El omega solo podía gemir para el alfa, ya estaba por terminar en la mano del alfa y el tan ansiado orgasmo llegó, derramó su escencia en la mano del contrario, sintió como sus piernas flaquearon.

Y el alfa evitar que se caiga apoyo el cuerpo del omega en el escritorio y lo posicionó arriba.

Se deleitó al ver al omega tan indefenso, estaba respirando entrecortado, sus labios estaban entre abiertos tratando de respirar correctamente debido a su orgasmo, sus cabellos celestes estaban pegados a su frente producto del sudor, el cuello pálido estaba corrompido por manchas violáceas y sus piernas temblaban.

Dabi tomo una decisión, su plan no podía ser mejor, si bien no lo había pensado antes ese omega era su destinado, no había razón para que los dos apenas se hayan encontrado haigan entrado en celo, sino era la de ser destinados.

Lo haría su omega

No dejó que él pequeño peliceleste  piense se abalanzó hacia él, con sus manos rompió la camisa dejando a la vista los pezones del omega y su plano abdomen era igual de pálido que su cuello, tomó el resto del pantalón que faltaba por bajar y se posicionó entre sus piernas.

Tomura que aún seguía agotado, sintió otra ola de calor cuando el alfa había roto su camisa, sus ojos se dilataron al ver al azabache en medio de sus piernas, sabía lo que se venía y ahí el miedo se hizo presente.

No conocía al hombre que lo había tocado descaradamente. No podía huir el alfa estaba tan excitado, que no lo dejaría irse.

Salió de sus pensamientos cuando sintió como tres dedos tanteaban su entrada.

Esto nada más estaba empezando.


Gracias a todos por leer esta historia

Sweet Escent Where stories live. Discover now