El comienzo

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Respiro el viento toca mi cara, más sin embargo, no siento paz

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Respiro el viento toca mi cara, más sin embargo, no siento paz.

Veo todo a mi alrededor y lágrimas caen por mis mejillas, bajo la mirada y no me importa la sangre seca en mi ropa. Son muchas no me atrevo a verme en un espejo debo de estar horrible. Las ojeras pronunciadas los ojos llenos de lágrimas, la cara llena de sangre y suciedad.

—Estaremos bien.

Al escuchar la voz de mi mejor amigo, pero giro y me río pero término haciendo una mueca.

—No, no lo estaremos.

Suspira sé que le duele verme así, pero no hay vuelta atrás.

—¿Quieres darte una ducha?—pregunta

Niego con la cabeza, no me importa estar llena de sangre o sucia, en este punto no me importa nada… Bueno si, solo una cosa, vengarme.

—Vamos, Mari—insiste.

—Es que no entiendes que no quiero, que más da como estoy— Casi le grito, él solo me dedica una sonrisa triste.

—Ni que te quedes aquí, no hará que vuelvan.

—Estas en la cierto.

Sin poder evitarlo siguen cayendo lágrimas.

—¿Entonces qué haces todavía aquí?

Enarca una ceja viéndome fijamente.

—Pensando.

—¿En qué?—se cruza de brazos, significa que se está empezando a molestar.

—En como matar al Don.

—Esto es absurdo sigue tu vida, esto te está envenenando, incluso consumiendo.

—¿Y eso que importa? Total si terminaré matando al maldito que me desgracio la vida.

Caen las lágrimas, pero estas no son de dolor sino de ira. Él solo se limita a negar con la cabeza.

—La vida te la estás desgraciando tu misma, al querer estar en la misma altura que él.

—No estoy a su misma altura, pero créeme que pronto lo estaré.

—Espero que no—pone una mueca triste.

—¿Te puedo pedir un favor?—asiente con la cabeza así que continuo—consígueme una pistola.

—¿Qué?

Abre mucho los ojos, el pobre todavía no lo puede creer.

—Consígueme una pistola.

Cierra los ojos por un momento, lo piensa y solo asiente con la cabeza.

Cuando se va solo me permito llorar en paz, caen las lágrimas llenas de sangre, me veo las manos y también.

Estoy en el cuarto de mi mejor amigo hace tiempo me sentía como en casa, pero ahora no, creo que no sentiré nada como lo hacía antes. Pero aun así el cuarto es muy lindo, las paredes son de color azul, la cama es algo pequeña, a su lado están dos mesitas de noche. A la izquierda está la puerta del armario, y a la derecha la del baño.

Estoy sentada en la punta de la cama, pero me dejó caer al piso. Sigo llorando, sigo consciente de me estoy poniéndome más horrible.

Me giro y vea a Andrew, mi mejor amigo un poco nervioso.

—¿Qué pasó?

No responde solo me tira un arma de color negro. Es una glock.

—Gracias—le sonrió.

—¿Qué vas a hacer?

No respondo solo salgo corriendo, no me fijo en nada solo salgo de su casa.

Andrew tiene un auto de color rojo está estacionado en la acera. Camino rápido antes que él me alcance, no necesito un padre ahora.

Me monto y salgo a toda prisa de allí, siento la adrenalina, así que acelero más.

Cuando llego me bajo y lo veo. Un sobrino del don, es alto con cabello rubio, ojos verdes, flaco, de tez blanca de. Ese es un verdadero idiota. Lo conozco porque alguna vez, escuche a mi hermano hablar de él, es un maldito sádico que le gusta violar mujeres para luego matarlas.

Suspiro tengo que hacer cuidadosa. Me acerco lentamente hasta dónde está él, está en una zona peligrosa de la ciudad, sentado en el capó de su carro, con cara de estar drogado.

Sonrió un poco, a él no le gusta estar muy protegido, así que esta es mi oportunidad.

Llego hasta y sacó mi arma y le apunto a la cabeza cosa que hace que reaccione y empiece a buscar su arma como un loco… Pero no la consigue.

No espero que llame a nadie ni que grite le apuntó y disparo en el hombro.

—¿Qué quieres de mí?

Pregunta con la esperanza que diga que dinero pero no.

—Quiero que le mandes a decir que se prepare porque la guerra ha comenzado.

—¿No entiendo que dices?—el pobre se hace el inocente.

—A no te hagas el idiota, sabes que si y si no…

Le doy otro disparo en el estómago, eso logra que se refuerza de dolor.

—Y si no puede que esto te lo recuerde—le señaló el estómago donde Impactó la bala.

—Eres una maldita bruja.

Le sonrió de manera sínica.

—No vemos pronto.

Y con eso me encaminó al auto, al llegar acelero y veo para los lados, no vaya a hacer que el idiota tuviera a gente para su seguridad. Sonrió cuando veo que no es así.

Y pensar que, esto es solo el comienzo...

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