Capítulo 2.-«Set Fire to the Rain» Adele.

172 9 7
                                    

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Recuerdo que cuando era una niña, quizá de ocho o nueve años, me encantaba cantar y actuar sobre la mesa del comedor del abuelo, hay varias fotos en donde me encuentro con una tiara sobre mi cabello negro y ondulado y mis ojos azules y gigantes co...

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Recuerdo que cuando era una niña, quizá de ocho o nueve años, me encantaba cantar y actuar sobre la mesa del comedor del abuelo, hay varias fotos en donde me encuentro con una tiara sobre mi cabello negro y ondulado y mis ojos azules y gigantes con una sábana de vestido mientras mi abuelo ríe detrás, él siempre creyó en mí, siempre me llamó princesa, y siempre supo que sería grande. Siempre, cuando yo hacía travesuras y mi madre me perseguía para castigarme, él la detenía y decía:

—Daisy, la niña sólo está jugando.

—Es malvada, rompió todo mi maquillaje, lo hizo con toda la maldad que posee porque sabe que voy a salir a cenar con Joe— Joe era mi padrastro.

—Es una niña, no es mala, sólo lo rompió por accidente, ¿Verdad, Giselle?—me preguntó él y yo asentí.

—¿Por qué no te quedas a escucharme cantar, mamá?—pregunté yo, ella bufó y se fue mientras mi abuelo me acariciaba la cabeza y me intentaba consolar.

Si mi abuelo, Gabriel, como le decían los demás, hubiese visto lo inherentemente malvada que era, y que sí que hacía todo lo posible para impedir que mi madre estuviese con Joe, como si una parte de mí supiera que todo iba a salir mal con él,  si mi abuelo me hubiese visto tal y como yo era, quizá, sólo quizá, yo no estaría aquí por las reprimendas de mi madre. Quizá me habría educado mejor si mi abuelo no me hubiese malcriado y creído tanto en mí y no estoy segura si debo agradecerle o no, al fin y al cabo, soy obstinada y astuta, y tenía un sueño, y lo pude conseguir con todo lo malo que no fue reprendido en mí. Quizá destruí cosas y personas por él, incluso a mí misma. Pero lo conseguí.

Empecé a trabajar en un bar bohemio y artístico por las noches, Eddie, un chico de la pandilla que se parecía demasiado a Brad Pitt, sin mentir, me había dicho sobre el cartel que pedía camareras fuera del bar y además me ayudó a falsificar un DNI que confirmaba que era mayor de edad, aunque sólo me faltasen unos meses para cumplir los diecisiete. 

Trabajé de camarera y tuve más estabilidad económica, además, seguía robando de vez en cuando, y saliendo y viviendo con toda la pandilla mientras seguía ahorrando para alquilar un departamento junto a Alana, ambas fingíamos siempre no tener dinero, para que los de la pandilla no sospecharan, porque "ladrón que roba a ladrón, cien años de perdón".  Y ni muertas soltaríamos nuestro boleto de salida de ese edificio en ruinas. 

ESTÁBAMOS CONDENADOSWhere stories live. Discover now