PARTE ÚNICA

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La argolla resplandece impoluta en el dedo anular de su mano izquierda, los rayos del sol bañan los rostros de ambas personas aún dormidas sobre las camas.

El de menor estatura se remueve inquieto, siente los cabellos de su pareja hacerle cosquillas en la nariz, además de que el clima aún fresco de la mañana le produce escalofríos en la parte de su cuerpo que no cubre la manta.

Se remueve más y trata de liberarse de los brazos de su esposo, ¿Quién diría que ese gigante oso, abrazaba como un koala mientras dormían?.

Shoyo abre los ojos, más dormido que despierto observa a su alrededor. La poca luz que se filtra a través de la cortina que cubre su ventana, lo hace fruncir el ceño. Observa aún desorientado la pieza, el reloj marca las 6:00 a.m., todavía es muy temprano pero al estar ambos acostumbrados a levantarse temprano, su cuerpo lo hizo instintivamente.

Hoy era el día libre de ambos luego de estar dos meses sin descanso, quiere quedarse todo el tiempo de hoy durmiendo, pero su estómago ruge demandante.

_ Tsukishimaaaaaaaaaa~ _ Llama quejoso al poste de su lado, que dormía aún pegado a él.

El rubio frunció el ceño molesto, quiere dormir. Está lo suficientemente agotado como para no querer salir de la cama en todo el día, además es invierno y hace frio, que mejor que quedarte en la cama todo el día sin hacer nada junto a tu esposo.

Convivir tanto tiempo con cierta molestia naranja le hizo mal.

_ Tsukishimaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa~ _ Volvió a llamar la cosa que abrazaba.

No le dio importancia, y se acomodo mejor. Lo soltó porque no se estaba quieto, acomodándose boca abajo abrazó su almohada hundiendo la cara.

El pelirrojo un poco más despierto, pero aún con el ceño fruncido se acomodo de igual manera que su tozuda pareja y le volvió a llamar, pero ni así le hizo caso. No es justo, hoy le tocaba al rubio hacer el desayuno, durante toda la semana pasada le tocó a él, ya le tocaba a su marido. No se iba a dejar convencer otra vez de hacerlo durante tres semanas, solo porque lo hacía diciendo que prefería su comida y sazón.

Aún así, ante el mero recuerdo de los ojos brillantes de su esposo comiendo feliz lo que preparaba para él, le hizo sonrojarse y esconder aún más la cara sobre la almohada. Casi imperceptiblemente se podía ver un pequeño humo salir de la cabeza de Shoyo, por lo sonrojado que estaba.

Por otro lado, Kei ya estaba despierto y aún boca abajo observaba de reojo a su esposo. Sus reacciones eran de lo más encantadoras, un espectáculo solo reservado para él. Y solo por ver más reacciones así, decidió que ya era hora de levantarse y hacerle el desayuno, le cocinaría sus adorados bollos de carne.

_ Chibi _ Le llamo el rubio, mientras buscaba sus lentes en el buro de al lado de la cama, aún sin cambiar su posición.

_ T-tsukishima _ Tartamudeo Shoyo, aún con la cara un poco sonrojada.

El de lentes sonrió ante el llamado de su marido, se acomodo un poco sobre la almohada aún sonriéndole suavemente.

_ Buenos días para ti también, señor Tsukishima _ Y su sonrisa se ensanchó al ver la cara de su pelirrojo enrojecer más.

_ Keeeeeeei~ _ Se quejo el más pequeño, con un puchero.

Observó la sonrisa altanera del poste andante con el que se casó, como quería darle un buen golpe en esa cara tan bonita. Pero sabía que no sería capaz, antes lo besaba.

Kei miraba feliz como su marido estaba enfurruñado, seguramente pensaba en querer golpearle. Pero antes de que tan siquiera pensara en hacer algo, actuó primero.

_ ¡¡¡!!!.

Shoyo se quedó muy quieto al sentir los suaves labios de Kei sobre su mejilla. Un beso suave fue depositado de manera tierna en su moflete derecho, para luego el rubio alejarse y apoyarse sobre su mano derecha, viéndole con una sonrisa impregnada en amor.

La cara del pelirrojo parecía una perfecta representación de la pintura conocida como "El grito" pintada por Evan Munch, además claro, de hacerle competencia a un semáforo señalando desgarradoramente "Pare".

Kei soltó una risilla encantado por la reacción del pelirrojo.

Shoyo seguía en su faena de impresión, que no se fijó que se había movido mucho hacía el borde de la cama, lo que provocó que se cayera de la misma, solo dejando sus piernas arriba.

Kei inmediatamente se levantó para ver si seguía vivo o se había quedado viudo, se asomo por el lado donde se cayó y este lo sorprendió, tomándole del cuello de su pijama y jalándole al piso también. Tuvo que meter las manos para evitar aplastar a su idiota marido.

Iba a echarle la bronca cuando escucho que reía sin parar, lo observo como si fuera un alienígena pero al final también terminó riendo. Aún en el piso le abrazo, y esta vez le beso correctamente siendo correspondido con alegría.

Pero el gruñido de hambre que provenía del estómago de Shoyo, los hizo detenerse, rieron un poco más y decidieron levantarse para ir a desayunar.

Una vez que ya estaban cambiados de ropa y habían tendido las sábanas, Kei tomó de la mano al pelirrojo apreciando la argolla de matrimonio que adornaba su dedo, la beso y sonriendo salieron de la habitación para iniciar su día.

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Notas de la autora:

Espero les guste, voten porfa.

Cuídense mucho, sigan adelante y tomen agüita. Que no se les olvide respirar.

Yess fuera.

POR LA MAÑANAWhere stories live. Discover now