El puñal del alma

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El hospital se había quedado sin luz, el agua llegaba hasta las rodillas de los médicos, algunas drogas flotaban por allí, y pacientes susurrando incoherencias.

Agarré un bote de pastillas de Fluoxetina que nadaba en su soledad, y me metí 3 en mi boca. Suspiré, tirando hacia atrás mi cabeza, y mis cabellos aterrizaron sobre el agua. Me temblaban las piernas del frío que corría en mí.

Quedé flotando sin que mi rostro se hundiera, y un médico se acercó a mí, pensando creo yo, que me estaba ahogando.

— Hay que volver al cuarto — dijo sosteniendo mi cuerpo sobre sus brazo — es peligroso estar aquí afuera.

Lo miré, con los ojos perdidos en su cara, y cerré los ojos.

— Gracias — le susurré.

¿Por Qué Nadie Viene A Verme? #PGP2021Donde viven las historias. Descúbrelo ahora