ᴄᴀᴘɪ́ᴛᴜʟᴏ ɪ

74 10 17
                                    

"La que me miró a los ojos"

La luz de la Luna me alumbraba el camino como si de una nítida vela se tratase. Cada paso que deba hacía eco entre las paredes de los callejones sucios y desolados por donde andaba. La brisa suave y fresca de la noche jugaba con mis cabellos castaños haciendo que me despeinara ligeramente.

El miedo no era bienvenido en mi mente, mas, solo cabía en ella el coraje que sentía, la valentía que tenía para actuar en una supuesta obra la cual era cada momento de mi vida. Saber sobreponerse en instantes como estos me reconfortaba ya que no era la primera vez que lo hacía, salvo, había algo raro en aquella noche; no me sentía igual, la sensación que emanaba de mí era muy difícil de explicar, ¿sentimientos encontrados podría ser? Pero, si era así, ¿por qué sentía eso? Como ya comenté anteriormente, no era la primera vez que lo hacía, sin embargo, no me notaba a gusto con la situación, y eso, ya era preocupante, porque algo que sí adoro, es ejecutar mi trabajo.

Frente a mi presencia por fin había hallado lo que hacía tiempo mi mirada buscaba perdidamente. El edificio abandonado se encontraba en completo silencio, así como mi alrededor, el cual solo era un lago pantanoso profundo y muchos árboles y arbustos. La oscuridad no dejaba que la poca luz que la Luna me regalaba penetrara en ella, por lo que opté por sacar de mi mochila de mezclilla negra la linterna más grande que tenía conmigo, y como al principio, empecé nuevamente una caminata, esta vez entrando al edificio y caminando por su interior.

Me encontraba como al inicio, a paso lento casi como soldado marchante. Gracias a la linterna o la luz proveniente de esta podía ver los escombros que había en cada pasaje del edificio penumbroso y terrorífico. Encontré huesos de animales e incluso cuerpos de perros o gatos en descomposición, aportando al ambiente un olor desagradable y perturbador. Estaba un tanto perdida, si hubiese sido más joven, juraría que ello era un laberinto: escaleras casi por derrumbarse, pasillos tan largos y oscuros que parecían llevar al mismísimo infierno, habitaciones echas caos, entre otras muchas instantáneas capté con mis ojos y el lente de mi cámara, aún estando en una misión, no podía dejar escapar tantas buenas fotos. En ocasiones estos lugares tristes se ven hermosos en fotografías, como si perteneciesen o estuviesen encerrados en cada una, en un mundo alejado de este, donde todo es así, lúgubre y bello a más no poder.

-No lo sé, me advirtió que no llegase tarde y mira, aún no asoma su corona imaginaria -oí una voz masculina en un tono de molestia al final del pasillo en el segundo o tercer piso donde me encontraba.

-Obviamente señor, esto lo está haciendo para molestarle -la voz de una fémina contestó a las palabras angustiosas del hombre.

Por fin había encontrado donde sería la sede del negocio que había descubierto unas semanas atrás. Me acerqué con cuidado de no hacer ruido al lugar de donde provenían las voces, encontrándome con el distinguido alcalde Park y su mano derecha la señorita Jeon, por suerte estaban muy alejados del pasillo; la sala parecía del antiguo penhouse así que el espacio era bastante bueno.

-No lo conseguirá, aunque tanta demora no me beneficia, no quiero que mi esposa note mi ausencia a su lado, ya es bastante tarde -agregó el hombre con un mismo tono.

Tomé rápidamente del bolsillo derecho de mi pantalón la grabadora de voz que llevaba normalmente en estos casos de corrupción, y una vez comenzado a grabar todo. Procedí a tomar fotos de la escena para más pruebas, con esto, el alcalde del cual todos estaban seguros quedaría desenmascarado y expuesto a las leyes para posteriormente ser procesado por sus crímenes.

sɪɴᴅʀᴏᴍᴇ ᴅᴇ ᴇsᴛᴏᴄᴏʟᴍᴏ©. (St. Van de VAV y Tú)Where stories live. Discover now