II. À ta santé!

191 49 13
                                    

 El fin de semana aparece antes de lo esperado y, como planeamos, Federico y yo nos veremos en la noche; poco antes de que cierre la cafetería, ya que él se halla en turno nocturno

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

El fin de semana aparece antes de lo esperado y, como planeamos, Federico y yo nos veremos en la noche; poco antes de que cierre la cafetería, ya que él se halla en turno nocturno. Honestamente, éste es un plan del que no sé si me arrepentiré más adelante, porque temo por mí, por como pueda afectarme si algo, o todo, llegase a salir mal.

Me aterra tanto el hecho de tener a otro chico frente a mí, uno que causa tantas cosas dentro de mí. Su mirada aceitunada, su sonrisa encantadora y esa áspera voz que con tan solo pronunciar mi nombre me desarma, deja mi cuerpo y alma vulnerable. Y por eso temo, porque antes me he sentido así y ninguna experiencia amorosa del pasado ha sido buena para mí. Al final, todos se van, abandonan mi ser, y éste es bombardeado, brutalmente, por mi mente con interrogantes al estilo: ¿Qué está mal conmigo?

Siempre he sido el común denominador, siempre pasa lo mismo, siempre se van, así, sin más.

La campanilla suena y, cabizbajo, me adentro en la cafetería; a eso de las nueve de la noche. El sitio parece vacío, ni siquiera veo a los empleados limpiando y arreglando. Entonces, uno de ellos sale de la cocina, con unas llaves en mano. Tal vez están por marcharse.

Oh, no...

¿Cómo pude pensar que...?

¡Joder!

Quizá éste sea mi destino: Jamás conseguir que algo romántico funcione para mí.

—Buenas noches —enuncia la empleada pelirroja, pasándome por un lado y, antes de irse, culmina—: Fede está dentro, puedes ir, creo que espera por ti. —Sonríe con dulzura, transmitiéndome su buena vibra.

—Gracias —sonrío a medias—, buenas noches para ti también.

Esforzándome por recoger, de nuevo, mi valentía y esperanza, voy hasta esa puerta blanca de dos hojas, dispuesto a abrirla. Y lo que veo cuando lo hago, me deja helado, sin palabras por unos segundos, que parecen la eternidad misma para mí. No puedo creerlo. Federico, el barista más encantador que he conocido en mi vida y la razón de que haya visitado por más de un año ésta cafetería, ha preparado una velada romántica por mí, solamente para nosotros dos.

Él ésta de pie, al lado de esa mesa con mantel blanco y dos sillas.

À ta santé! —expresa, carialegre, alzando una taza de café hacia mí, ¿en mi honor? Después se echa un trago—. ¿Éstas bien? —En su semblante se nota la extraña preocupación, al tiempo que se acerca a mí, y asiento con la cabeza.

—Sí, es solo que...

—¿Qué?

Nuestros luceros se encuentran, provocando en mí tal sensación de escalofrío que se intensifica cuando él posiciona su mano en mi hombro y me ofrece beber de su taza.

—Pensé que sería diferente —confieso, cogiendo la taza y bebiendo—. Esto definitivamente no es café. —Toso, sintiendo el ardor en mi garganta.

Fede carcajea, y me despoja de la taza.

—Lo es, solo que contiene más licor que café. —Nos miramos por un momento, sin decir nada y, justo por eso, él prosigue—. ¿Quieres sentarte? —Señala una de las sillas, y acepto—. Decías que pensaste que sería diferente, ¿podrías ser más específico? —Su sonrisa se expande, en lo que él toma asiento.

—Pues, jamás te imaginé recibiéndome en francés.

—Tengo ascendencia...

—Lo sé, tu apellido te delata. Además, los outfits en tus fotografías de Instagram también.

—No puedo creerlo. —El asombro es perceptible en su habla y, en seguida, agarro la taza de café con licor de la mesa.

À ta santé, monsieur Blanchard! —Lleno de confianza, elevo la taza hacia él y me echo un trago largo—. Estudié francés un verano.

Reímos, verdaderamente, y escucharlo cuando lo hace se siente como si yo pudiera vivir más de lo estimado, como contagiándome con ganas de vivir por siempre, para vivir a su lado.

Reímos, verdaderamente, y escucharlo cuando lo hace se siente como si yo pudiera vivir más de lo estimado, como contagiándome con ganas de vivir por siempre, para vivir a su lado

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
Adicto al amarWhere stories live. Discover now