Los Ojos Del Bailarín

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  Oía el chisporrotear de la madera en el fuego y olía el rico aroma de la carne en la parrilla. Se encontraba sentado en el suelo junto a la morena esperando la llegada del bailarín quien se había retirado a por un plato. Tras el encontronazo con el otro chico le invitaron a una porción de su comida convencidos de que necesitaba un poco de energía para olvidar el mal trago. Él no desmintió tal hecho, pues pronto empezarían a rugirle las tripas y ese olor a barbacoa no ayudaba.

  El bailarín regresó con un plato en cada mano, uno se lo ofreció a él. En el interior vio un trozo de tocino, un chorizo asado y un modesto trozo de pan. El contenido del otro se lo repartieron entre ellos dos.

  —No usamos cubiertos —dijo el bailarín—, será mejor que comas con las manos.

  —No sería la primera vez que lo hago —dijo ignorando el intento de burla del chico. Cogió el tocino sin miramientos y le dio un bocado. Se dio cuenta del asombro del chico al verle comer de tal manera—. Os agradezco la invitación, la carne está en su punto.

  —Gracias, forastero —sonrió la chica con alegría—. ¿Cuál es tu nombre?

  —No te encariñes con él —cortó el bailarín—, luego nunca vuelven.

  —No todos son iguales, lo que pasó con...

  —Eso es pasado —interrumpió molesto.

  —La verdad es que me gustaría volver —afirmó con la vista clavada en el suelo, la chica soltó una carcajada de satisfacción y palmeó su hombro con simpatía.

  —Por supuesto que puedes. Dentro de una semana celebramos la noche de San Juan, hacemos hogueras junto al mar y echamos papeles con nuestro deseos escritos en ellos al fuego. Estás invitado.

  El bailarín miró a la morena con mala cara, luego centró la mirada un segundo en el chico como si se arrepintiera de haberle hecho venir.

  —Gracias.

  —Vienes como mi invitado no como el de este —le dio un golpe en el brazo con el codo a su amigo.

♣♣

  Pasados dos días volvió al punto donde le vio la primera vez, pero en esta ocasión se quedó dentro del coche viendo como bailaba sin ser consciente de su presencia. Ese chico llamaba demasiado su atención y él pasaba por completo de su existencia.

  El día anterior a la noche de San Juan se pasó por el túnel sin atreverse a entrar en el territorio del bailarín. Se quedó unos minutos mirando como la marea arrastraba ciertos trozos de madera hasta la orilla a causa de la furia del mar embravecido por el viento. La tormenta que amenazaba la ciudad se iba formando en el horizonte. El mismo niño que le pidió las monedas yacía parado en el borde de los escalones, él hizo uno gesto con la mano hasta ganar su atención, cuando se acercó le sonrió rebuscando en el bolsillo algunas de ellas.

  —Hola, chico, tengo algo para ti —abrió la mano para que viera las monedas en su palma, el niño le miró dubitativo—. Cógelo, es para ti.

  El niño contempló las monedas en su mano como si fuera el bicho más extraño del mundo en vez de dinero, él acarició la cabeza del niño antes de darse la vuelta y desaparecer sin ser consciente de los ojos que le observaban desde una esquina.

  El forastero, como lo llamaba su amiga, se había perdido en las sombras del túnel y él se quedó quieto dudando de las intenciones del contrario. Ardía en deseos de ver como actuaba la noche siguiente.

♣♣

  Se encontraba sentado en el borde de las escaleras sintiendo como el suave viento alzaba su pelo a su espalda. Veía a la gente preparar las cosas para por la noche, algunos traían pequeños troncos, otros llevaban bolsas con la poca comida que habían logrado reunir. Él permanecía de cara al mar pensando en la llegada del chico que parecía realmente interesado en su modesto hogar.

  Cuando la noche cayó las hogueras ardían contra el oscuro cielo, la música sonaba acompañada por el suave rugir de las olas. Las risas a su alrededor le hacían sentirse pleno, esta era una de sus festividades favoritas. Yacía de pie moviendo el pie al ritmo de la música que tocaban algunos de sus amigos cuando oyó a la morena acercarse y no lo hacía sola. Suspiró algo ofendido, su amiga conocía su pasado mejor que nadie y sabía a la perfección el motivo de que trajera a ese chico hasta allí.

  El forastero se colocó a su lado mientras le saludaba con una sonrisa sincera, pero él se limitó a asentir y apartar la mirada. Cerca de la medianoche empezaron con el ritual de los deseos, a lo lejos vio como su amiga le pasaba un trozo de papel y un lápiz al chico quien al aceptarlo llevó su vista hacia él. Por un momento sus miradas quedaron conectadas y juró ver como el chico se sonrojaba.

  Él escribió su propio deseo, el mismo que escribía desde hacia dos años cuando repitió ese mismo acto de traer a un desconocido a su casa pero con una chica, la chica que había traído a su hogar, de la cual se enamoró y salió de su vida unos meses después. Notó la mano de su amiga en su hombro.

  —¿Estás preparado? —contestó afirmativamente, miró de soslayo al chico que sujetaba el papel entre sus dedos de manera nerviosa—. Recordad que si no se quema por completo no se cumple.

  Ella fue la primera en lanzar el suyo al fuego, la experiencia hizo que el papel volara casi al centro de la hoguera y las llamas lo devoraran de inmediato. Luego siguió él quien se acercó un poco para permitir que el fuego lamiera la esquina del papel para luego abandonarlo a la llama por completo. El último fue el chico, se aproximó con timidez y arrojó el papel con tan mala suerte que el aire sopló en ese momento dejándolo al borde de la hoguera, el chico lo empujó con el pie al fuego.

  Tras unos minutos la chica se alejó al mar donde los demás se arrojaban a él para celebrar la noche de San Juan, se llevó con ella al forastero. Al quedarse a solas Jacob rescató el papel que no había prendido, lo abrió para leer el deseo del chico.

  "Deseo que el bailarín me mire como yo lo hago. Deseo ser besado por él"

  Si no se quemaba por completo el deseo no se cumpliría. Sonrió guardándose el papel en el bolsillo, porque él podía cumplir la última parte de su anhelado deseo, más no lo haría.

El Bailarín De Medianoche ¦JacobxEdward¦Where stories live. Discover now