Aunque debo admitir que lo había considerado anteriormente.

El suicidio es una decisión difícil. No es una decisión para cobardes, ni para valientes. Cuando uno se plantea la decisión de terminar con su propia vida, esos dos términos salen sobrando. En mi caso, quería terminar con el dolor dentro de mi pecho, con la presión de tener que ser perfecta, dejar de escuchar las constantes peleas de mis padres y por supuesto, sentirme libre. Sostenía fervientemente la teoría que después de ese infierno que llamaban vida, venía algo mejor.

Pero no planeaba alcanzar ese cielo aquel lunes. Simplemente estaba frustrada, enojada con el mundo y con Andrew, pero no quería terminar con ella aunque así lo pareciese.

—¿Qué pasó después? —pregunté con la voz ligeramente temblorosa.

—Llegué a tiempo —susurró.

—¿Cómo?

Mi mejor amigo se puso de pie y se sentó al borde de la cama. Lo escuché carraspear su garganta y dio inicio:

—Iba a cumplir con lo que te había dicho por la mañana, así que, después del entrenamiento, cuando la noche estaba por caer. Llegué a tu casa, sucio y despeinado, y toqué la puerta. Tu madre abrió y me saludó, ajena a todo lo que estaba por suceder.

“—Buenas tardes, señora —la saludé.

“—Andrew, ¿cómo va todo?

“—Sucediendo.

“—Deja llamo a Noelle...

“—Quiero hablar con usted —repliqué.

“Tu madre se mostró confundida y preocupada a la vez. Claro está que no dije nada para tranquilizarla porque lo que estaba por decirle no era algo que se debía de tomar a la ligera. Era algo que la mortificaría, por supuesto, pero si no lo hacía, iba a ser peor.

“Me hizo pasar en silencio y me condujo hasta la sala.

“La sala de estar estaba justo como siempre. Limpia y ordenada. En la cocina, la radio sonaba y pude escuchar un éxito de los Beatles. Debo admitir que tu madre tiene buen gusto” —sonreí.— “Me senté en el mullido sillón color azul, donde tu abuelo se sienta y nadie logra que se pare, y Denisse se sentó frente a mí:

“—¿De qué quieres hablar? —me preguntó.

“—Lo que le diré no es nada fácil de procesar y tal vez me juzgue de loco o se enoje conmigo por no haberlo dicho antes pero Noelle tiene un problema.

“—Andrew, me asustas.

“—Noelle se corta.

“Tu madre me miró como si hubiera enloquecido, justo lo que no quería que sucediera. Vi cómo se revolvió en su asiento, incómoda y miraba a todos lados, excepto a mí, tal y como si en las fotografías encima de la chimenea fuera a encontrar la respuesta.

“—Hijo, si tú y mi hija se pelearon o algo así no es razón para que inventes ese tipo de cosas.

“—¡Es que no es ninguna invención! ¡Es verdad!

“Ella sacudió la cabeza y no esperé un segundo más. Estaba frustrado y desesperado, me llenaba de rabia saber que habías escondido tan bien tu problema que ni tu madre lo había notado.

“Escuché a Denisse pedirme que volviera pero no le hice caso. Subí peldaño a peldaño rumbo a tu cuarto y pronto ya la tenía detrás de mí, exigiéndome una explicación. Pero yo no las tenía. Tú tenías que darle y muchas.

“Llegué a la puerta de tu habitación y supe que si cruzaba esa puerta, te enfurecerías conmigo, me golpearías, me ignorarías o me harías algo peor, pero ¿sabes algo? No me interesaba en lo absoluto. Podías hacer lo que quisieras en contra mía, eso no importaba. No me iba a importar que tus padres se molestaran conmigo por haber guardado tu secreto por tanto tiempo o incluso si alguien cercano a ti en la escuela me lo reprochara, quería, anhelaba que estuvieras a salvo. Necesitaba hacerlo.

“Tu madre me alcanzó y sentí su mano sobre mi hombro. Ni siquiera me molesté en mirarla y traté de girar la perilla de tu puerta: estaba cerrada. Llamé tu nombre un par de veces y no contestaste, incluso tu madre lo hizo.

“Temí lo peor.

“Entonces, no lo pensé ni un segundo más. Aparté a tu madre y empujé la puerta. Debo admitir que no la tiré a la primera como esas estrellas de película, no soy tan fuerte” —se ruborizó— “pero la necesidad de tenerte segura, la tiró pronto. No estabas en tu cama y tu madre fue al baño. Ahogó un grito. Mi corazón se detuvo por un par de segundos, no hacía falta ser un genio para saber qué era lo que pasaba en ese momento. Actué mecánicamente, por adrenalina, por salvarte. Corrí hacia el baño y te tomé en brazos y...”

—Detente —pedí.

Era demasiada información para poderla procesar. Demasiada para una sola tarde y demasiada para una adolescente que casi muere desangrada en su bañera y no es por justificarme, en lo absoluto, solamente que todo me parecía tan irreal. Incluso sus palabras asemejaban ser un sueño. Un sueño lejano para mí y una pesadilla para él. La forma en que lo había dicho me hizo creer que le había dolido recordar, como si el episodio de la bañera le había dolido incluso un poco más que a mí. Me pregunté a qué se debía eso.

Sentí su mano buscar la mía. Su contacto me hizo pensar si él sentía lo mismo que yo había empezado a sentir un par de años atrás y si era así, ¿algún día lo admitiría? ¿algún día lo gritaría a los cuatro vientos? ¿algún día estaríamos juntos? Claro que quería que eso sucediera, lo añoraba. Sin embargo, una parte de mí se mostraba renuente porque eso sucediera. No era lo suficientemente buena para él. Ni para nadie. Lo único que iba a ser era herirlo, como lo había hecho ahora.

Además, él nunca lo había insinuado. No tenía porqué torturarme con pensamientos que no me llevaban a ningún sitio. Debía permanecer con los pies sobre la Tierra, debía dejar de soñar con un futuro con él que era más que imposible.

Me aparté la molesta cosa que tenía pegada en mi rostro, en contra de lo que Andrew me dijo y le pregunté algo que me había muerto por hacer desde que había despertado.

—¿Estás molesto?

—Por supuesto que no.

—¿Por?

—No puedo estarlo contigo.

—Soy la peor persona del mundo.

—No es verdad.

—Lo soy. Te preocupas tanto por mí y yo... no hago otra cosa que cagarla.

Él rió por el término que había usado. Su risa fue melancólica y un tanto amarga.

—No es cierto, Noelle.

—¿Ah, no? —pregunté, ¿molesta?

—No.

—Entonces, según, tú, ¿qué otra cosa hago? Todo lo echo a perder.

—Existes —dijo en tan sólo un susurro.

Mi corazón latió con fuerza dentro de mi pecho, de un momento a otro se llenó de la vida que tanto había estado buscando los últimos cinco días. Mis oídos ni mi cerebro podían creer lo que había dicho y mucho menos lo que estaba por suceder.

Era el sitio menos romántico y el menos esperado del mundo, ¿y sabes? Eso lo hacía más perfecto porque estaba él. No sé a ciencia cierta cuánto tiempo duró, lo único que sabía era que todo se había detenido. Todo. Solamente éramos él y yo y eso que había añorado desde que lo había conocido.

Sus labios, dudosos, se posaron sobre los míos. Nunca lo había visto así, parecía temeroso de que desapareciera en un suspiro o que me quebrara o peor aún, que fuera a morir. Probablemente lo último era lo más probable. Pero mi sueño hecho realidad era más fuerte y yo no dudé. Quería a Andrew y por un instante, solamente un momento, no me importó nada ni nadie. Me incorporé con cuidado y le correspondí el beso.

Redención.Where stories live. Discover now