𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟐𝟔- 𝐄𝐥 𝐢𝐧𝐭𝐞𝐧𝐭𝐨

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Advertencia: Puede contener autolesiones.

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D

Un último intento.

La poción que me había dado Madame Pomfrey curó mi contusión para así llevarme al posterior gran castigo. También, pude notar que era fácil leer un capítulo sin perder la concentración después de haberla bebido. Extrañamente, aunque nunca tuve la visión perfecta (a pesar del hecho de que visitaba frecuentemente un sanador especializado en la vista para que me pusieran un hechizo semestral para mejorar la visión en orden de no requerir lentes), ahora podía ver hasta las partículas microscópicas de polvo en la biblioteca mientras tomaba mis últimas decisiones acerca de cuál sería el mejor hechizo para usar en el collar.

¿Qué mejor momento para encantar el collar que ahora, cuando me sentía alerta y mi concentración prosperaba?

Hice lo que tenía que hacer y afronté el asunto con tan poca emocionalidad como pude. La poción pareció ayudarme con ello también. Tal vez me hizo extremadamente razonable; cada fragmento de ira que aún guardaba de la pelea con Potter de esta mañana o la urgencia de hablar con Ophelia habían desaparecido del todo. No tenía emociones, aún cuando se trataba de cosas que usualmente me enfurecían en un solo parpadeo. Cuando me tropecé con un sangresucia en la biblioteca y dejé caer mis libros, no grité, no levanté la voz, ni siquiera me sentí enojado.

Así que hice lo que tenía que hacer y dejé el collar en el fondo de mi baúl, listo para mañana.

Entonces, con mi mente hecha de piedra tal como quería, toqué la puerta del despacho de Snape.

—¿Todo listo para mañana?— dijo, sin levantar sus ojos para encontrarme.

—Sí—respondió.

—Iré a Hogsmeade para instalarlo. Cuando sea entregado, le informaré yo mismo. Espere a mi señal.

—¿Cómo vas a entregarlo sin que alguien lo vea?

—Eso no es de su incumbencia— respondí hostilmente—. Solo haga lo que le dicen.

—Pareces demasiado...confiado.

Las largas pausas en su voz dejaron silencios muertos que se estiraron por las mazmorras como largos gritos. En un lugar como el que Snape adora y nunca abandona, estos silencios eran tan ruidosos como el chillido que se soltaría si alguien estuviese siendo torturado.

—Gracias— dije con simpleza.

—No fue intencionado como un cumplido.

Puse mis manos en su escritorio y me incliné en advertencia.

—Mida sus palabras, Severus. Para esta hora mañana, seré el segundo al mando en nuestro ejército. Sugiero que deje de retarme – si quiere que su cabeza grasosa siga atada a su cuello.

—Maestro Malfoy, se olvidó de decir—dijo en forma de burla— que tiene que ser exitoso primero.

Solo algunas trazas de emociones empezaban a regresar a mi cuerpo y mente, pero eran fragmentos comparados al usual odio que derivaba de mí cada vez que tenía una conversación con Snape.

Cuando normalmente le gritaría y gruñiría, la poción para contusiones me había detenido. Simplemente me di la vuelta, mantuve mi cabeza en alto y dejé su despacho, deteniéndome por un segundo sólo para darle a Snape mi sonrisa condescendiente antes de cerrar la puerta.

𝑆𝑎𝑙𝑣𝑎𝑛𝑑𝑜 𝑎 𝐷𝑟𝑎𝑐𝑜 𝑀𝑎𝑙𝑓𝑜𝑦 • TraducciónWhere stories live. Discover now