Sin límites

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Me desperté sin recordar dónde estaba hasta que la respiración de alguien más junto a mí me lo recordó —me giré con suavidad, no quería despertarle—, y sonreí al ver lo joven que se veía mientras dormía.

Aparentemente se había quedado dormido a mi lado —aunque recordaba que había estado tumbada sobre él cuando me dormí—, posiblemente porque ambos nos habíamos movido durante el tiempo que estuvimos dormidos. Con cuidado estiré mi mano y acaricie su cara para cerciorarme de que verdaderamente está aquí conmigo —me parecía tan imposible, más verle como un chico de nuevo—, por qué nunca pensé que le volvería a ver a pesar de que era lo que más deseaba.

Tenía mucha curiosidad por lo que había dicho ayer sobre que rara vez podía estar en su forma masculina, aunque no es que realmente me importase —hombre o mujer, era Seiya para mí—. Pero eso significaba que quizás en Kinmonku hubiera más reglas de las que yo suponía y me preguntaba como eso la afectaría a ella, por qué si bien yo me sentía atraída por ella —como una polilla a la luz—, quería saber cómo le afectaba a ella interiormente él qué no hubiera una diferencia real para mía.

Había dicho que estaba bien, lo sabía y quizás estaba dándole más vueltas de las necesarias a este asunto, pero todo era muy nuevo para mí y sabía que Seiya tendría que lidiar con mis dudas.

Después de unos minutos perdida en mis pensamientos y observando a Seiya dormir, me di cuenta de que no me había despertado porque no tuviera sueño o por qué algún ruido me hubiera despertado —de hecho, recordé una extraña sensación que me había recorrido por completo—. Me alcé con cuidado sobre la cama y traté de centrarme en ese pensamiento hasta que reconocí la extraña sensación que había sentido.

Con cuidado me levanté de la cama, prestando especial atención a que Seiya no se despertase y caminé hacía el balcón de mi habitación —pensé en la sensación todo el camino hasta el balcón, por qué no entendía como podía haber sentido algo así—. Justo cuando me apoyé sobre el borde del balcón recordé las palabras de Healer y sonreí —ya sabía que había causado la sensación—, sabía que las chicas querrían ir conmigo, pero era mi labor gestionar esto, yo había sido la causante hasta cierto punto de toda la confusión.

Activé mi henshin y despegué hacia el espacio exterior convertida en un bonito haz de luz, sin saber que dos miradas —una verde y otra violeta me habían visto—, tampoco podía adivinar que ellas irían en busca de su hermana y que mi pequeña escapada dejaría de ser secreta en apenas minutos.

Llegué a la Tierra en lo que parecieron segundos, pero que en realidad habían sido minutos. Podría haber viajado más rápido a través del espacio-tiempo, pero no quería poner a prueba mi poder para controlar mis habilidades y no quería molestar a Saturn, seguro que ella estaría descansando también. Aparecí cerca de la Torre de Tokio, era de madrugada en la Tierra, pero sabía que si tenía en cuenta la diferencia de tiempo entre la Luna y la Tierra habrían pasado mucho más que cinco días, de hecho, estaríamos hablando de meses y seguramente Galaxia estaría preocupada.

Me quedé parada con mi henshin activo mientras pensaba como podría encontrarla, cuando sentí tres energías que conocía muy bien ingresar a la atmósfera y aparecer un poco más lejos de dónde yo había aparecido. Meneé mi cabeza y maldije en voz baja, no quería molestar a nadie.

—Conejita —comentó Healer en cuanto se acercó a mi posición—. Espero que no creyeras que te dejaríamos fuera de nuestra vista nuevamente. Puede que seas una Sailor, y que seas más poderosa que antes, pero sigues siendo una princesa y una a la que protegemos.

Negué con la cabeza, y mi mirada buscó la mirada zafiro de la chica que se suponía que había estado dormida cuando me fui, pero en su mirada había la misma seriedad que en la de Healer y supuse que por primera vez en mi vida estaba viendo el lado serio de Fighter —arrugué la nariz suavemente, como un conejito que no sabía que hacer—. No sabía si realmente quería volver a ver este lado serio, amaba verla con sus ojos brillando de manera traviesa mientras sonreía, no con esta seriedad.

Amor CósmicoWo Geschichten leben. Entdecke jetzt