-Tranquila, todo está bajo control- cuando me doy cuenta, estamos frente a la oficina- Yo me encargué de todo.

-Gracias- Digo mientras abro la puerta.

Esteban ríe.

-Estas siendo muy agradecida hoy, ¿será que tendrás fiebre?- Río sin gracia. Paso una mano por mi frente; estoy exhausta.

-Estoy bien...solo estoy cansada.

Esteban asiente. Rodeo el escritorio y me siento. Él se queda parado.

-Tenemos que pensar en algo, socia- Dice Esteban de repente. Lo observo.

-¿No es que lo tenías todo bajo control?

-Bueno, si, la situación de hace dos días, pero opino que deberíamos prepararnos si vuelven.

-¿Crees que vuelvan a venir?- pregunto. Mi voz tiembla, no oculto mi miedo a tal pensamiento.

Esteban coloca sus manos en los bolsillos de su pantalón. Sus respuestas tardías me sacan de quicio. A veces lo hace para fastidiar, pero esta vez se ve...nervioso.

-Siendo sincero...-Estiro mi espalda- Si, estoy seguro que volverán.

Me recuesto en la silla y cierro mis ojos por un momento. Una jaqueca se aproxima.

Suspiro.

-No le digamos nada a Michael...-junto mis manos-no me gustaría preocuparlo.

Esteban no dice nada, solo me observa. Conozco esa mirada, lástima.

Me sorprende que él sea capaz de sentir tal cosa.

-Haces mucho por él...-se escucha sincero. Lo miro impactada-Y no deberías hacerlo...

Él esperaba que hablara.

Me quedo en silencio.

...




















Acaricio el cabello de Aisa con lentitud.

Se encuentra cerca, muy cerca, y me encanta. Estamos en la sala, sentados en el sofá. Bueno, ella en mis piernas. Está de perfil a mi, quería que se sentara de esa manera porque así puedo admirarla con facilidad. Me encanta verla.

Aisa no se aparta, no se tensa, no tiembla, nada. No hace absolutamente nada, y tengo que admitir que eso no me genera ningún malestar, lo que sí me molesta un poco es que ha estado muy callada, desde que Alexis vino. Quiero escuchar su voz, que diga lo que sea, me estresa que no hable, me preocupa.

Aunque si soy sincero, prefiero a que esté así a que peleemos.

Sigo acariciando su cabello con lentitud. De repente veo como los ojos de Aisa se llenan de lágrimas. Respiro hondo, ella se tensa.

Con cuidado llevo mi mano a su mejilla donde pequeñas lágrimas han empezado a caer, Aisa se relaja un poco. Sin embargo, su expresión no cambia, no se lo que siente.

-Ya no tienes que llorar, princesa...-susurro con suavidad. No me mira- De todas formas, entiendo que lo hagas, llorar sirve para desahogar...-termino de desaparecer las lágrimas en sus mejillas.

No puedo descifrar la expresión de Aisa, ya no sigue llorando pero no sé qué estará fingiendo. Espero que las lágrimas no sean por mi culpa.

-¿Estas llorando por mi culpa?- decido preguntar sin dejar hacerle ver mi angustia. Ella me mira brevemente, un milisegundo, luego vuelve a su posición original y con delicadeza niega con su cabeza.

ContigoWhere stories live. Discover now