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Las solitarias calles de la ciudad daba una sensación lúgubre para cualquiera y eso sentía Kagami, los nervios lograban atravesar por todo su cuerpo mientras solo observaba por la ventana de su hogar, la guerra traía algunos problemas sobre todo para un joven que recién iniciaba la vida, no podía entender como los humanos buscaban aquel poderío banal para llenar sus expectativas.
Un suspiro salió de sus labios mientras se recargaba por el filo de la ventana hasta que algo perturbo su tranquilidad, el estruendo de la sirena se pudo escuchar por todas partes y eso significaba toque de queda, este era el inicio de la guerra, donde la paz terminaría siendo algo del pasado, el joven azabache pudo sentir aquel leve temblar de la tierra y eso significaba una cosa, los tanques de guerra iban a pasar.
Nadie se imaginaria esto, pues Marsella siempre ha sido una ciudad algo pequeña, pero ver algo de esta magnitud le hacía helar la piel al pobre Uchiha, la situación estaba complicada para su corta edad.
Solo cerro con fuerzas sus ojos, le gustaría ir aquel lugar feliz de su mente, pero eso era algo imposible, sabía que en cualquier rato le tocaría participar en estúpida batalla campal por busca del poder, un suspiro frustrado salió de sus labios, no deseaba dejar a su familia ni sus amigos, pero la ley lo obliga, maldita mayoría de edad logro pensar para fruncir leve su ceño, solo faltaba una semana y ya lo presionaban con temas de esta magnitud al pobre azabache.
Su cuerpo por inercia se acercó a su cama dejándose hundir por las blancas sabanas, su cuarto era el único lugar donde no sentía la presión de su familia, la mirada del joven fue directo al techo sintiendo como sus ojos lograban arder, había llegado el momento perfecto para desahogarse, sus lágrimas salieron de forma leve, el odiaba que su familia tenga expectativas altas para él, pues la zona de guerra era algo que no lograría aguantar...
Las lágrimas habían salido de sus ojos mientras se hundía en su almohada, esta situación ya trajo muchos problemas dentro de su vida y una de esas fue la pérdida de su padre, solo creía que su familia lo deseaba mandar allá solo para morir, ahora creía que vivir nunca había sido una opción para él y su destino era morir joven, solo la noche era el testigo de su llanto y como la mayoría de veces iba dejar escapar sus problemas hasta dormir o esa era lo que creía.
Unos golpes lo sacaron de su mundo para levantarse con algo de rapidez de su cama e ir lo más rápido posible a ver su ventana, era raro para el que alguien tocara la puerta sobre todo si estaba prohibido salir para los civiles, pero al momento que observo pudo notar aquella cabellera alborotada, ya sabía quién era, soltó una maldición porque su tío se había adelantado antes de la fecha.
Los puños de aquel joven se cerraron con fuerza mientras mantenía la calma y el silencio, así logro limpiar los leves rastros de sus lágrimas para disimular que estaba bien cuando ni siquiera lo estaba, se acostó en su cama, sabía que mañana sería un día demasiado largo para él.
