Capítulo 1: Impulsos

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Con la ventana abajo, veo los árboles pasar y a unos cuantos carros rebasarnos. El viento golpea mi rostro y alborota mi cabello, al igual que a mis pensamientos.

De fondo en la radio, se escucha Another One Bites the Dust de 'Queen'. A mis padres siempre les encantó la voz de Freddie Mercury, pero ¿Quién puede culparlos? Ese hombre poseía una voz y estilo musical incomparable, estar en alguno de sus conciertos debió ser una gran experiencia para quien pudo presenciarlos.

No obstante, ni el buen tema inundando el ambiente ahora mismo es capaz de eliminar la tensión que se ha creado dentro del vehículo, ni mis padres ni yo somos capaces de tararear al menos.

Supongo que después de lo que pasó hace una semana, es normal que aún estén molestos conmigo.

Inevitablemente, vuelve a mi mente la escena de aquella noche...

–¡No me están dado la oportunidad de demostrárselos! –le grito a mis padres –Puedo cambiar, mejorar mi conducta, solo denme tiempo...

Cariño... escúchame –dice mi padre, acercándose lentamente a mi –La única manera de que puedas mejorar de verdad es estar en aquel establecimiento, es por tu bien... –mientras habla, mira a mi madre, quien se encuentra a su lado –y.... para el nuestro también.

Si, claro –expresé con una sonrisa sarcástica –¡lo único que hacen es deshacerse de mi como a un cacharro dañado!

Eso no es así –esta vez fue mi madre quien habló, –esta no fue una decisión fácil, pero es la mejor opción que tenemos –habló con firmeza, pero con cariño al mismo tiempo, después de una pausa, prosiguió –lo hacemos porque te quer

Ahórrense sus discursos. –Interrumpí a mi madre, molesta. –Me queda claro lo que piensan de mí, –los señalo y hago una pausa para verlos detenidamente –y lo veo en sus ojos... ¡soy un maldito caso perdido! ¡¿no?!

No recibo respuesta y vuelvo a preguntarlo de nuevo.

He dicho... ¡¡¿Si acaso me creen un maldito caso perdido?!! –grito, histérica. 

Pero ellos siguen sin decir nada y yo pierdo el control.

Agarro el florero de la mesa, la cual nos separa a mis padres y a mí, y lo estampo contra la pared. No contenta con eso, sujeto uno de los cuadros de arte que está colgado en la pared para tirarlo al suelo, mientras de mi boca salen gritos y maldiciones. Mi madre deja salir un grito ahogado, y yo corro a mi habitación, en busca de dejar salir mi enojo, destrozándolo todo a mi alrededor.

Una vez allí, grito, y ahora todo lo que se encuentra frente a mi es arrojado al suelo. Me dirijo a mi escritorio y estiro mis brazos sobre la superficie para tirar los libros, lápices y otras cosas que están allí, hago lo mismo con los portaobjetos de mi mesita de noche. También desordeno mi cama, arrugando las sabanas para desecharlas y pisotearlas.

Finalmente voy a mi baño, y luego de lanzar todo lo que me encuentro al suelo, me detengo frente a mi espejo, sujeto los bordes de este y observo las bolsas oscuras bajo mis ojos, mi pelo descuidado y desordenado, mis labios resecos; pero, sobre todo, lo que me enerva es aquello que no puedo ver, pero que sé que está ahí, detrás de mis ojos, detrás de esa mascara que tallé.

Cierro mis ojos, en un intento de dejar de mirar aquello que tanto detesto... y sin pensarlo dos veces, sucede.

Rápido, pero doloroso.

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⏰ Last updated: Jun 06, 2021 ⏰

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Azalea©Where stories live. Discover now