CAPITULO 1 : Mi ultimo día de vida

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Mi nombre es Tyler Ross, tengo dieciséis años y vivo en Chicago, donde hoy hay una población de 853.114 personas, y justo a mí me tuvo que suceder esto.

Viernes, mi último día de vida.

Fue como cualquier otro día, me desperté por el sonido de la alarma de mi móvil, y tratando de apagarla como lo hacía siempre, cayó al suelo y no tuve más remedio que salir de la cama a regañadientes. Sentí un grito de James desde una de las habitaciones continuas a la mía. Era usual que mi hermano mayor se despertara aullando con una olla en la mano para fastidiarnos, aunque claro, solo cuando estaba de buen humor, y en especial para mí, ya que sabía que estaba con resaca.

—¡A despertarse, pequeñajo, hoy es tu gran partido! —gritaba, golpeando aún más fuerte la olla.

Abrió la puerta de mi habitación y sin tener tiempo de esconderme ya estaba encima de mí inmovilizándome los brazos, mientras yo intentaba quitármelo de encima. Hubo una serie de golpes, puñetazos, patadas, pero fue en vano, ya que James era un luchador nato.

—¿Cómo te llamas?

—Tyler Ross.

—¿Quién eres?

—Un campeón.

—¡Más fuerte! No te escucho.

—Un campeón.

—Repítelo todo.

—Me llamo Tyler Ross y soy un campeón —solté enfadado. Había llegado a casa hacía unas horas y ya estaba molestándome.

—¿Eso es lo más fuerte que puedes hablar, marica? ¿Eres un Ross, no es así? Mira, enano, si tienes mi apellido demuéstralo.

Esa conversación era la típica que había todos los viernes por la mañana cuando tenía partido, por lo que tomé todo el aire que mi boca podía aguantar y respondí.

—¡SOY TYLER ROSS Y SOY UN CAMPEÓN! – grité con todas mis fuerzas, a lo que recibí un golpe en mi mejilla.

Me llevé ambas manos ahogando un grito, mientras que mi hermano bajó de mi cama y se dirigió a la puerta sin antes tomar su olla y su cuchara de madera.

—Si gritas así en el partido seguro que pierdes, enano – se despidió, saliendo de mi habitación con una sonrisa burlona.

Me quité la ropa interior, que era lo único que llevaba puesto, y entré a la ducha.

Ayer había habido fiesta en casa de Lauren, mi novia. Aunque era una relación más bien solo para aparentar en el instituto, teníamos nuestras libertades. Como por ejemplo ayer, que besé a cinco chicas, llegué a segunda base con dos y a tercera solo con una, algo que a Lauren no le importa si en el instituto solo la beso a ella como supuestos novios.

La fiesta en un comienzo partió siendo solo con unos cuantos amigos hasta que llegó todo el instituto, e incluso los de último curso, entre ellos mi hermano mayor, al que ya conocieron, James.

Al ya estar listo entré a la cocina a comer algo y ahí estaba con su olla puesta en la cabeza como un sombrero y a su lado Mark con una sonrisa dibujada en su rostro, estos son mis dos hermanos mayores. James está en último año, Mark en penúltimo y luego vengo yo. Estos dos estaban compitiendo en quien se terminaba primero sus huevos con tocino. Algo típico en casa de los Ross, siempre todo era una competencia.

James era el que le había dado el prestigio a nuestro apellido en el instituto, ya que cuando tenía mi edad salía con una chica de último curso, además de que estaba buenísima y era mayor que él. Luego Mark se destaca por su romanticismo y ser un cupido. La chica que tiene la suerte de caer en sus ojos sabe que será como un príncipe. Es así como nuestro apellido Ross en el instituto es una leyenda, somos como decirse... los reyes del instituto.

Mi Ángel Guardián I : La verdad dueleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora