04.

131 24 13
                                    

CAPÍTULO 4: EL PRIMER MENSAJE.

— CAPÍTULO 4: EL PRIMER MENSAJE

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—____ Iwasaki—

Clase de biología, aburrido. Lo único que me salvaba de aquel aburrimiento inescapable era Keigo y sus malos chistes.

—¿Falta poco para el receso?— pregunté susurrando a Keigo, que vio su celular con cautela.

—Solo tienes que soportar 30 minutos más.

—¿Solo? Eso es una eternidad— bufé escondiendo mi cabeza entre mis brazos.

Keigo puso los ojos en blanco para luego darme un codazo "disimuladamente"

—¡¿Qué te pasa?!— grité por lo bajo. Él me dio una seña con su cabeza para que viera hacia la puerta.

Era Rumi, pasaba por el pasillo de nuestro salón con una sonrisa devolviendo el saludo a Keigo, cuando la noté también la saludé con la mano y ella hizo lo mismo, por unos segundos quedé con una sonrisa estúpida hasta que ella se marchó.

—Solamente me dijiste que la encontraste "casualmente" y la invitaste a salir— recordó dando énfasis en el "casualmente".

—¿Qué insinúas?

—Solo digo, por las veces que te pillé observándola en el receso no me sorprendería que la siguieses, a veces la miras tan intensamente que pareciera que la comes con la mirada— comentó con gracia.

Inevitablemente ante ese comentario me avergoncé, pude sentir mis mejillas calentarse y me empecé a poner nerviosa, no sabía que mi mirada me podía delatar de tal manera... Tampoco es como si fuese una acosadora, simplemente ella aparecía en mi vista sin que lo pidiese, o tal vez mi mirada la buscaba inconscientemente, no lo sé.

—No sé de qué hablas, simplemente ella a veces se cruza en mi mirada— me excusé girando la cabeza para no verlo.

—Lo que digas.

Me quedé pensando tanto en eso que incluso esos 30 minutos faltantes de clase se habían terminado más rápido de lo que creí. Salimos al receso y Keigo seguía molestando con eso hasta llegar a la azotea en donde siempre comíamos, en donde dejó de molestarme, pero siguió hablando de Rumi.

—Por cierto, ¿tú no tenías el número de Rumi?— interrogó curioso mientras paraba de comer.

—¿Mmh? Sí lo tengo, ¿por qué?

—¿Aún no le has mandado un mensaje?— preguntó a lo que yo quedé helada.

—¿Bromeas? No, no y no.

—¿Eh? ¿Por qué no?

—Tú me quieres ver muerta, ¿verdad? ¿Eres consciente que hablar por mensaje y por la vida real es completamente diferente?

—No creo que sea tan diferente, aparte, cada que tienes oportunidad coqueteas con ella, no entiendo el porqué te alteras tanto, no es el fin del mundo— resopló negando con la cabeza—. Para algo te dio su número, ¿no?

𝗜𝗻𝘃𝗲𝗻𝗰𝗶𝗯𝗹𝗲 | Rumi UsagiyamaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora