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 NICO

El lunes llego. Veía a los de la cabaña de Hermes practicar en la arena, eran rápidos y astuto ¿Cómo no serlo cuando su padre era el dios mensajero y de los ladrones? Estos tipos eran buenos en lo que hacían.


Vi a Charlotte acercarse. Ella arrastraba la espada, no deberían hacer practicar a los nuevos con armas tan pesadas y menos cuando tenían un tobillo roto.

El chico con el que luchaba parecía más uno de Ares que de Hermes, tal vez algún no reconocido.


Él se puso en posición de ataque y ella lo imito torpemente. Se miraron a los ojos y antes de que los Stoll dieran su "grito de guerra" los ojos del hijo de Hermes se volvieron violeta por un segundo.


Tal vez la falta de sueño me confundía, por lo que solo sacudí la cabeza centrando mi atención en la pelea.


El primer golpe lo dio el hijo de Hermes pero ¡Sorpresa! En vez de atacar a Charlotte, comenzó a girar con la espada en alto mientras reía.


Charlotte se había quedado como una estatua, hasta cerró los ojos sin ninguna reacción en particular, vaya manera de defenderse.


  Los Stoll se metieron antes de que alguien saliera lastimado y sentaron al muchacho. Me acerque por si necesitaban ayuda. Sí, mi intento de amabilidad.


El chico, Mike por lo que según entendí, solo decía cosas sin sentido y cambiaba de tema como una hija de Afrodita cambia de ropa.


Charlotte se acerco asustada a nosotros. El cabello rubio le caía por encima de los hombros, fruncí el ceño, alguien debía decirle que se lo atara.


—¿He hecho algo malo?


—No —contesto Connor—, eso supongo—Le dio unas palmaditas en el hombro—, no te preocupes, Lottie, tal vez Mike comió algo en mal estado.


 Ella suspiro pesadamente y se corrió el cabello. Por una parte la entendía, muchos semidioses no son conscientes de los dones y generalmente no saben utilizarlos. A mí me había ocurrido años atrás.


—Lo llevare a la enfermería.


—Te acompañare —dijo ella.


—Puedo ir solo.


—No te he preguntado si puedes, he dicho que voy a acompañarte —Comenzó a caminar—. ¡Vamos!


 Rodé los ojos y cargue a Mike hasta la enfermería. Durante ese corto trayecto, Charlotte hablo sobre cómo eran los de su cabaña, que deseaba ser reconocida pero algo en su voz me decía que ella sabía algo sobre su progenitor divino.

 Llegamos hasta la puerta de la enfermería y ella abrió la puerta. Pasamos y una muchacha rubia y de bonitos ojos azules aterrizo a nuestro lado, tenía una bata de doctor y una libreta en mano.


 Me decepciono que Will no estuviera allí, generalmente si iba a la enfermería me quedaba charlando con él hasta la hora del almuerzo o la cena ¿Dónde estaría?

La hija de la locura (Nico di Angelo) [SIENDO EDITADA]Where stories live. Discover now