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Izuku sintió su celular vibrar a su lado y lo tomo con la esperanza de ver un mensaje de confirmación de parte de todoroki.

<Shoto, no dormí una mierda, dile al profesor que voy a llegar tarde :'/>

<Le diría sin problemas, pero no soy shoto, te equivocaste de numero>

<oh, Dios lo sientoooo, tengo mucho sueño y no me di cuenta>

<No te preocupes, duerme bien la próxima vez>

Bakugo no es de las personas que se preocupen por los demás más allá de un ¿cómo estás? Y no es que le importara si izuku dormía o no, es solo que él peli-verde era un chico joven –al igual que él, pero el mental y físicamente se sentía como un viejo de ochenta– y no era bueno para él y sus estudios no dormir nada; y faltar a clases de esa forma.

Esperaba una respuesta del chico de pecas, pero nunca la recibió, quizá esté se había quedado dormido con el celular en la mano; a él le había ocurrido eso muchas veces en su vida, así que era una posibilidad.

O solo lo había ignorado, sea cual sea no era de importancia en ese momento, ya que su mánager le estaba llamando desde hace horas, el suponía para reprocharle, golpearle o algo parecido.

Decidió por fin levantarse de su cama, ducharse y cambiarse para ir con su mánager; antes de que este interrumpiera en su casa y armara un escándalo.

Prefería que el hombre hiciera un show de drama en un lugar donde todos estaban acostumbrados a sus ataques de locura que en su casa donde los vecinos podrían escuchar todo.

Tomó las llaves de su mesa del comedor y abrió la puerta, tomó un respiro y exhalo, nunca sentía miedo en este tipo de situaciones, pero por alguna razón esta vez estaba nervioso o al menos pensaba que se sentía nervioso.

Bajo por el ascensor sudando y temblando levemente, más que nervioso estaba ansioso de saber lo que le esperaba.

Su respiración y corazón se relajaron cuando comenzó a caminar directo a la empresa, con un cubrebocas, lentes y una gorra pretendía esconderse de la gente. No es que no le gustara encontrarse fans en su camino; el problema recaía en que en ese momento lo que menos quería era llegar tarde.

Cuando estuvo frente al edificio, se despojó de todo su arsenal de escondite, entró siendo saludado por los guardias y por todas las miradas de pena y lástima de los demás, ellos sabían a lo que el chico venía y sabían que no sería agradable de escuchar y ver lo que iba a suceder.

Tras darse ánimos mentalmente se paró frente a la oficina de su verdugo y tocó dos veces la puerta antes de entrar a la oficina; como ese hombre le había enseñado.

—al fin llegas— el hombre lo dijo con una voz tan fría que katsuki sintió un escalofrío recorrerlo de pies a cabeza, como un pequeño toque de electricidad.

—Si...—Se limitó a responder acercándose al escritorio donde el hombre se encontraba; no sin antes cerrar la puerta detrás de él.

—Bakugo Katsuki, esta vez me has decepcionado y lo sabes. Te has ido, así como así ¡Sabes que hubiera pasado si alguien te hubiera visto, si te hubieran tomado fotografías o si alguien te hubiera intentando secuestrar! ¿Acaso no piensas bakugo? — comenzó a ladrar el hombre golpeando varias veces el escritorio como si fuera un juez dando un veredicto y ese veredicto era el fin de katsuki bakugo.

—Lo sé, yo —Fue interrumpido bruscamente por el mayor quien se acercó a el rubio con una mirada amenazante.

Bakugo agacho la mirada y con temor dio pequeños pasos hacia atrás, quedando entre el hombre y la puerta que momentos antes el mismo había cerrado.

—Nada de escusas eh, que ya estoy harto de tu época de rebeldía ¿cuánto más bakugo? O ¿acaso quieres que te saquemos de la agencia, eso quieres? —tomo al rubio por el cabello y lo tiró bruscamente al suelo— ¡Respóndeme escoria! —pateo una vez el tembloroso cuerpo del contrario.

—No —Otro golpe.

—¿No qué?

—No quiero dejar de cantar— Un golpe más fuerte, tanto que le dejo sin aire unos segundos.

—Entonces se obediente —Soltó los cabellos rubios, tomo el pomo de la puerta y luego de abrirla, empujo al chico fuera de la oficina, de todas formas, todo el mundo sabía cómo trataban ahí a los artistas.

—Amigo, debería dejar de retarlo— una mano se extendió frente al rubio, fue tomada por el mismo y se levantó del suelto con ayuda de la persona frente a él.

—Lo sé, pero si no lo hago me tendrá hecho su esclavo — intento soltarse del agarre de su compañero, pero sus piernas no soportaron su propio peso y se desplomó en el suelo.

—Si quieres poder seguir cantando, debes obedecerle o cada vez te golpeará peor y terminara dándote de baja con la excusa de que no puedes trabajar, como le paso a kaminari— se lamentó el chico recordando lo que su compañero había vivido, no quería que el rubio pasara por lo mismo.

Lo ayudó a levantarse de nuevo, pero esta vez no le soltó, porque sabía que caería de nuevo, ambos caminaron lentamente hacia la salida donde un auto estaba esperando a bakugo para llevarlo a su hogar.

—Gracias kirishima— dijo el rubio cuando por fin llevaron al auto y estuvo dentro de él, el pelirrojo le sonrió, como solía hacer.

—No hay de que, nos vemos, cuídate. Y sigue mi consejo—

Bakugo asintió y se despidió con la mano, él no era tonto, sabía lo que pasaría tarde o temprano si seguía forzando los límites del hombre constantemente.

Algún día explotaría y lo golpearía hasta dejarlo en el hospital o lo peor; haría que lo sacaran de la compañía.

El hombre tenía esa compañía gracia a su padre, era una herencia básicamente el dueño era su padre, pero él al ser su hijo y al su padre no estar en las mejores condiciones para dirigir el lugar, el hace de dueño y manager, por lo que el decide por todo y por todos.

Eso significaba que la mayoría de artistas del lugar estaban en las peores condiciones y al tener ellos un contrato que les prohibía hablar sobre lo que pasaba dentro de la instalación, no podían decir nada. Salir de ahí no era una opción muchos querían cumplir su sueño de ser cantante, bailarín, actor, etc. y ese lugar de los proporcionaba en muy mala condiciones y siendo tratados peor que la mierda, pero lograban cumplir su sueño.

La triste vida del artista, una de las canciones que bakugo escribió donde relataba todo esto a forma de canción y que por supuesto nunca le dejaron publicar porque era demasiada explícita.

En su camino hacia su hogar, mientras el tráfico cada vez empeoraba, miro por la ventana y aprecio el atardecer, amaba ver ese cambio entre el día y la noche. Para muchos era solo eso, un simple cambio; pero para bakugo era como empezar de nuevo, como cuando la arena del reloj se termina y le das vuelta para que comience a caer de nuevo. No importa cuántas veces lo hagas, siempre volverá a terminarse, no importa lo que hagas siempre volverá a anochecer; incluso si tú no estás ahí.

Cuando menos se lo espero el auto comenzó a avanzar más deprisa, señal de que habían pasado la zona del caos; como bakugo le llamaba al tráfico.

Cuando llego a su hogar lo primero que hizo fue tirarse sobre su cama y suspirar, su celular había terminado roto y tendría que comprar uno nuevo. Para su mala suerte lo habían obligado a estar encerrado durante una semana en su apartamento como "castigo" por lo que eso no sucedería pronto.

Miro hacia el ventanal que tenía su habitación, el cual lo dejaba ver toda la ciudad y sus alrededores; ya que su apartamento se encontraba en lo más alto del edificio. Lo había decidido así porque amaba ver el cielo de noche, aún más cuando el bosque que estaba cerca de su hogar se asomaba entre todos esos edificios.

El haber comprado un apartamento, en vez de una casa, fue lo mejor que pudo haber pensado en sus veintidós años de vida, desde ahí podría ver todo lo que amaba. El cielo, la noche y el bosque.

Lo hacía sentir libre a pesar de estar encerrado entre esas paredes a las que llamaba hogar. Aunque en ese momento, era más bien su prisión.

El canto del bosque •Bakudeku•Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt