3 | La primera vez que lo vi sonreír

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Aunque la soledad siempre ha sido mi amiga

Estoy dejando mi vida en tus manos

La gente dice que estoy loco y ciego 

Arriesgándolo todo por una mirada

Y el cómo me tienes cegado aún es un misterio

No puedo sacarte de mi cabeza

As long as you love me - Backstreet boys 

As long as you love me - Backstreet boys 

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El sonido de las cigarras resonaba con fuerza en el aire, siendo opacado levemente por el bullicio de la escuela, las sillas arrastradas, conversaciones secretas y carcajadas estruendosas. Aquel día el sol se posicionaba en lo más alto del cielo, tan brillante y majestuoso como si se declarara a sí mismo rey de todo el mundo. Probablemente aquel sería un paisaje bastante inspirador de no ser porque...

Satoru emitió un gruñido alto, sacudiendo su camiseta con rapidez.

—¡Diablos, hace muchísimo calor! —exclamó el chico con un tono cargado de cansancio—. ¿Por qué tenemos que hacer educación física con este clima? ¡En cualquier momento podría desmayarme!

Escuchó un suspiro pesado detrás de él, sabiendo a la perfección que estaba actuando de nuevo con drama exagerado; pero realmente no le importaba, tenía todo el derecho de quejarse. Sin embargo, fue interrumpido en cuanto unas manos grandes se posaron en sus hombros y fue empujado hacia adelante, su cuerpo completamente estirado. Ni siquiera sabía que podía ser tan elástico.

—Te aseguro que no te cansarías tanto si cerraras la boca durante cinco minutos por lo menos —farfulló Suguru, quien era su compañero de estiramientos para ese día.

Satoru resopló, haciendo el amague de alcanzar las puntas de sus zapatos, pero lo cierto era que no tenía que hacer mucho para eso; literalmente rebasaba sus propios zapatos. Esas eran las ventajas de tener un cuerpo grande.

Era la hora de educación física, una de las clases que Satoru más detestaba. Se suponía que antes y después de trotar debían estirarse y todo el asunto, mas no estaba muy seguro si aquello era más bien una tortura china que una clase en sí. Habían dado unas cuatro vueltas a la cancha y actualmente todos estaban deshechos, la situación empeorando por los intensos rayos de sol que caía sobre ellos.

Definitivamente era una tortura. Después de todo, su maestro de educación física, el señor Gakuganji, no parecía ser la persona más atlética de todas y su mirada de mil demonios siempre atravesaba a todos como si quisiera desaparecerlos de la faz de la tierra. Y claro, él era el único que se resguardaba bajo la sombra de un enorme árbol, observando desde lejos.

Todas nuestras primeras veces |SatoSugu|Where stories live. Discover now