012: La elijo a ella

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Kyle estaba en mi habitación desde hacía ya una hora, mientras que yo me encontraba con una muy confundida Heather y con mi odiosa madre en el piso de abajo.

No tenía ganas de interactuar con Kyle, no luego de lo que me había hecho la última vez que nos habíamos visto; subir y hablar con él, como si nada hubiese pasado, sería como traicionarme a mí misma y al poco orgullo que aún llevaba conmigo.

Durante los últimos días, mi confianza se había incrementado en gran cantidad, y parte de aquel extraño acontecimiento se debía a la compañía y al apoyo constante de Heather; no la quería dejar sola junto a mi madre, mientras que yo iba a entablar una no deseada conversación con Kyle, temía lo que mi progenitora podría comentarle a Heather acerca de mí.

Pero tampoco quería ser una de aquellas personas que eran como un grano en el culo, temía estar tan encima de Heather todo el tiempo, dado que eso podría provocar un gran odio inevitable hacia mí de su parte; todas mis amistades se habían arruinado por lo mismo, era una jodida pesada que nunca daba descanso a los demás. Yo odiaba a este tipo de gente, y por aquella razón, a medida que los años pasaban, intentaba cambiar mi personalidad y no ser tan dependiente de los demás.

- Layla, ¿No me vas a presentar? -mi madre miraba atentamente a Heather, la estaba analizando; y por su sonrisa podía deducir que mi madre estaba encantada con ella.

No me mal interpreten, no estaba encantada con ella debido a su personalidad o su forma de ser o hablar; mi madre había desarrollado, a medida del paso de los años, una obsesión hacia la gente delgada; amaba observar como los huesos sobresalían del cuerpo y hacían sumamente notorios, la deleitaba ver chicas de mi edad sumamente delgadas, y sabía que de aquel problema que ella padecía, surgía su obsesión de hacerme adelgazar.

Lo que ella no sabía, era que yo no pensaba cambiar mi tamaño, ni mi peso por ella; si me decidía a cambiar, sería solamente por mí, o más bien para poder ser aceptada en la sociedad finalmente.

- Mamá, te aseguro que ella no desea conocerte ni lo más mínimo -le di unas palmadas reconfortantes en la espalda- Confía en lo que te digo, si ella te encontrara sola en la calle, te haría muchísimas cosas; de todo, menos hablar.

Mi madre me fulminaba con la mirada mientras que yo le regalaba una sonrisa llena de plenitud verdadera.

- ¿Qué me estás intentando decir Layla? -mi madre se notaba ofendida.

- Intento decirte que ella sabe el tipo de persona de mierda que eres, sabe todos y cada uno de los infiernos que me has hecho pasar durante los últimos diez años -era la primera vez que desafiaba a mi madre de tal manera- Intento decirte que si Heather te llegase a dirigir la palabra, sería únicamente para insultarte de la manera más cruel posible y finalmente demostraste la clase de monstruo que eres. ¿Así o más claro lo necesitas?

Mi respiración estaba entrecortada y mi pecho se movía de manera irregular, todo aquello se debía a diferentes factores, así como que por primera vez en toda mi vida había mandado a la mierda a mi jodida madre sin titubear o arrepentirme, o tal vez era el hecho de que no había respirado ni una sola vez mientras escupía todas aquellas verdades.

No tuve tiempo de reaccionar, ni la oportunidad de respirar hondo o prepárame para el golpe que mi madre, sin previo aviso, me propino en mi mejilla izquierda; quedé en shock, mi madre solía golpearme varias veces a la semana, pero esta vez su golpe había repercutido en mi de una manera completamente diferente.

Mi siguiente movimiento no lo pensé, simplemente actué sin pensar; dejándome llevar por mis impulsos y la furia que tenía contenida en mi interior desde hacía ya varios años.

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