Queso VS Jamón

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Anoche tuve un sueño: la última guerra mundial, una cruenta batalla que jamás podré olvidar.

Sangre, muerte y destrucción, la lucha del queso contra el jamón.

El equipo jamonil tenía un gran general, un cerdito rosado cabalgando un venado; ojo tuerto y espada afilada, iba por el campo dando la brasa.

Por el otro lado tenemos a Don Cuajo, una cuña curada muy poco agraciada. Sin embargo tenía sus dotes, miles de quesos obedecían sus órdenes.

Un día en las Planicies Decisivas cada facción esperaba el mandato, de sus generales ya posicionados. Armas en ristre y el cielo enturbiado, marcharon sin piedad sobre el suelo embarrado.

Don Cuajo alzaba su espada y Cerdito rosado al galope avanzaba.

─ ¡Atacad y no dejéis pieza sin cortar!¡Qué dolor no les ha de faltar!

Gritaron sin mesura, pues ambos deseaban una batalla muy cruda.

Una dama de porte señorial pedía serenidad. Levantaba los brazos con los volantes de su vestido ondeando, suplicaba detener tal atroz desdén por la comida sin comer.

─ ¡Parad por favor! ─ la princesa gritó ─ ¡Tendremos un festín y todos podréis asistir!

Cerdo y Cuajo se miraron y tras sopesar durante un rato, al final aceptaron.

Y esa misma tarde a la hora de merendar todos llegaron con gran afán.

Sentados alrededor de la mesa que la princesa presidia, jamones y quesos se relamian.

Llegó por sorpresa el cuchillo de jamón cortando la cabeza del cerdo señor, y el queso también justo después, en lonchados sin dejar nada a perder.

Sobre una cama de pan fueron tendidos creando así deliciosos bocadillos.

Tragados con ansia sin disputas de sabor pues juntos eran la combinación que triunfó.

La princesa sonrió feliz aquel día, su gula fue saciada con alevosía.

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