I

1.5K 109 27
                                    





–¡Pobre de mi alma joven y efímera! –Los ojos de la instructora, rodeados por líneas de expresión que evidencian sus 5 décadas de vida, lo siguieron con atención–, ¡Destino impío que encadena mi ser!

    Las palmas de los demás presentes hicieron resonar aplausos en la gran habitación cuando el último verso escapó de sus labios.

   Baekhyun pensó que si estuviesen en un lugar más pequeño, sería capaz de escuchar el eco que las ovaciones en su honor producirían. Era usual que los ruidos parecían sentirse más ensordecedores en sitios cerrados. Ese día la luz mañanera era clara, rayos cálidos que alumbraban la estancia de forma natural y hacían evidente el ligero rubor que se apoderó de sus pómulos.
    Esperó a que la mujer adulta hiciera un ademán para dirigirse a su pupitre. Sus manos delgadas apretando la hoja de papel, su vista sin centrarse en nadie en específico y una sonrisa ensayada en sus labios. Escuchó a la fémina llamar a otra persona para que saliera al frente a recitar su poema. El omega mantuvo la espalda recta contra el respaldar, cuidó su postura casi por inercia.

   Incluso después de su matrimonio, debía continuar asistiendo a la Casa del hogar,  aquella institución ubicada en la zona central de su manada. Él no estaba al tanto si los demás pueblos del reino también tenían centros de estudio para sus omegas, por lo menos del mismo tipo. Era una costumbre seguida por generaciones en las familias de Suncheon, no había una edad fija para ingresar, solo los padres decidían cuando era el momento propicio para ello. Baekhyun recordaba el día que le informaron sobre su inscripción. Recuerda que estuvo emocionado ¿y cómo no estarlo?, cada vez que sonaban las campanas de la iglesia del pueblo anunciando el mediodía, las puertas de la institución se abrían de par en par. Omegas elegantes salían en grupos, resguardaban cada detalle mínimo de sus acciones. El joven recordaba ir a la plaza solo para admirar el andar grácil, labios de clavel y pieles cual lirios. Sus orbes chocolate brillaban en contemplación, ansiaba que su día llegara y poder verse así cuando llegara su madurez.
    Tenía 12 años, apenas un púber tímido que solo mantenía conversaciones cortas con los hijos de las amigas de su madre. Pensó que al entrar a la Casa del hogar sería capaz de entablar amistades, pero debió suponer que un cambio de ambiente no sería milagroso si él no era extrovertido. Charlaba con algunos omegas durante los tiempos libres; sin embargo, no fue consciente de que el trato no era horizontal hasta que cumplió 14.

    Ser hijo del alfa a cargo del pueblo y vivir en una casa más llamativa que la de sus compañeros fue una barrera que lo separó de los demás. Sumado a eso, su carácter introvertido y su silencio era interpretado como una muestra de altivez.

   Byun casi no prestó atención al omega que recitó el siguiente poema por estar ensimismado. Aún así, al escucharlo finalizar, golpeó sus palmas contra sí en un aplauso elegante, con la suficiente delicadeza para que fuese notorio, mas no escandaloso.

   Y así transcurrió la siguiente hora hasta que las campanas del pueblo resonaron.
   
–¿Me acompañas a hacer unas compras?

   El pelinegro no alzó la vista, continuó guardando sus pertenencias en el bolso.

–Claro, Jung, ¿a dónde?

   Conversaciones como aquella eran comunes de escuchar al final de rutina en el lugar. Por lo menos entre los demás. Baekhyun sabía que no iban dirigidas a él, así que ni siquiera se tomó tiempo de mirar en sus direcciones.

   Hizo una reverencia a la maestra Kim y salió apresurado después de recibir una sonrisa suave de su parte. Normalmente permanecería en el salón de clases algunos minutos más conversando con la mujer mayor, pero debía llegar temprano a casa aquel día.
   Su camisa de lino blanco era más que suficiente para sobrellevar el ambiente del día. Caluroso y con corrientes de viento frío. Caminó con cautela por el pueblo, el alboroto del mercado era pintoresco y los niños jugando en la plaza, adorables. No supo a quienes dirigir su atención en primer lugar. Los señores en los puestos gritaban ofertas y algunos hasta  tenían los productos en mano para captar la atención de compradores. El joven pasaba un poco alejado de aquel sector para no ser detenido por alguno de ellos, pero se mantenía un tanto cerca para visualizarlos con naturalidad. Por otro lado, los pequeños en la plaza habían colocado tapas de botellas en una fila multicolor. Baekhyun vio como no se preocupaban por tener las manos y rodillas en el suelo, como estás estaban pintadas de un color grisáceo y con restos de tierra.

Magnificently cursed | Chanbaek Donde viven las historias. Descúbrelo ahora