No es cuestión que no me agrade que me observe, me encanta que el pose su mirada sobre de mi, si alguna vez quise atraer la atención de alguien, ese alguien es Eiji.
De hecho, si algún día arregle mis ropas con esmero, hice un gesto sexy, fui coqueto o lo que sea que le guste a los chicos... ese algo siempre fue para Eiji Okumura.

A pesar que me intimide y sienta tanta vergüenza, nadie podrá evitar aquel sentimiento en mi pecho que tan feliz me hace. Aunque no lo merezca.

Porque si de merecer hablamos, el merece todo. Un alma limpia, bondadosa que sepa brindarle el amor que solamente alguien con un alma tan reluciente como la de Eiji merece.
No un alma rota que ni siquiera su dueño sabe en cuántas partes fue destruída.

Tantas veces he querido sentir sus labios, tantas veces he querido abrazarlo cuando estamos durmiendo en la misma cama, sólo para poder estar más cerca. Sentir su respiración y calor que solamente un alma tan pura puede emanar, pero no. Me detengo antes de mínimo dar un paso, pues soy conciente que yo no cuento con las maravillas que el merece, ni siquiera lo intento. Y es que, supongo, prefiero quedarme con lo que tengo para no romperlo ni romperme, lo menos que necesito es perderlo.

Si tan sólo pudiese repetir ese momento en la cárcel, no sé cómo pude atreverme no quería incomodarlo, temía que me empujara frente a todos, me diera una bofetada y se fuera enojado siendo la última vez que se verían.
Pero no, al contrario, se quedo quietecito mirándome sorprendido y sin moverse, ese día no supo si fue por la incomodidad o porque simplemente no sabía seguirle el beso. Igualmente ignoraron ese hecho la próxima vez que se encontraron y jamás hablaron de aquello.
De verdad espere que me empujara, insultara y listo.

He sido obligado a besar a cientas de bocas, de mezclar mi saliva con cientos de cerdos desconocidos o no tan desconocidos. Estoy tan lleno de fluidos ajenos que ni siquiera puedo limpiarlo, pero... cuando sentí sus labios juntarse con los míos, me sentí flotar. Sentí por primera vez lo que todos alardean al besar por primera vez, pude sentir como mi estómago hormigueaba, mis manos sudaban y mi corazón golpeteaba como nunca, por unos segundos me deje soñar con que Eiji fue mi primer beso. Y que no fue en una sucia cárcel, sino en la noche en un parque o en el campus de una escuela.

Porque le habían ocurrido tantas cosas horribles que le pedía a lo que sea que existiese allá arriba, si es que lo hacía, que por favor tuviesen otra vida juntos. Una sin tantos problema, una donde se conocían en un ambiente normal con vidas normales. Una vida donde pudiera vivir en paz con Eiji Okumura.

Recuerdo bien como mis manos temblaron entre el sudor, trate de retenerlas para que el no lo notase, que no notase como mi mente se fue a otro lado desde el primer segundo donde nuestros labios se encontraron, aún menos como algo estalló dentro mío cuando mi lengua rozó el interior de su cálida y suave boca. Nunca me había permitido experimentar aquello, besar por gusto. Fue la única bendita vez en mi vida que agradecí que mi saliva se mezclara con otra. Fue la primera vez que desee que otra persona me comiera la boca hasta el cansancio. Esos cortos segundos fueron la gloria, más cuando abrí los ojos y me tope con la oscuridad de los suyos, mirándome profundo y fijo.

Todos halagan los ojos claros, no sé porqué y ese día lo entendí menos, pues al mirar tan de cerca esos bellos ojos café oscuro, me derretí. Sentí mi alma caer a sus pies, como si alguien por primera vez pudiese besar más que mis labios porque ese mínimo contacto me hizo prometerle que haría por el hasta lo imposible.

Aunque me sintiera culpable y sucio por desear ese beso más de lo que debí.

Cuando noto mi mirada sobre el se sonrojó y me lo contagió, suena absurdo, pero temí que hubiera leído mi mente y haya descubierto el goce del que fui embargado al besarlo en esa pocilga de prisión.

𝐀𝐬𝐡𝐄𝐢𝐣𝐢 - N̶o̶t̶ ~𝙹𝚄𝚂𝚃 𝚂𝙴𝚇~Where stories live. Discover now