Pañales y biberones (I)

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Dean se quedó mirando al niño de dos años, o eso supone, sentado en el sofá.

-Esto no puede ser verdad.- murmuró aún sin creérselo realmente.

El niño, por su lado, miraba con sus grandes ojos marrones a su hermano frente a él. No entendía por qué le miraba tan fijamente.

¿Sería que tenía algo en la cara?
¿Sería su pelo?
Sus ojos empezaron a humedecerse al pensar que su hermano no le querría porque era un niño feo.

Dean vio cómo Sam había empezado a hacer pucheros y si no estaba equivocado eso significaba llanto.

-Hey Sammy.- rápidamente se acercó a él y lo cogió en brazos con la esperanza de calmarlo. - venga ya pasó.- murmuró mientras lo mecía con cuidado, recordaba que eso le gustaba cuando era realmente un bebé.

El pequeño Sammy fue calmándose poco a poco al mismo tiempo que agarraba en un puño la camiseta de Dean tratando de sostenerse.

-Así, muy bien.- sonrió Dean cuando consiguió calmar a su hermano. - Eres un niño muy bueno.

-¿Por qué pones esa voz?-

-Demonios, ¡Cas!- Se giró hacia el recién llegado. El cuál no apartaba la mirada del niño en sus brazos.

-¿Encontraste a la bruja?- preguntó una vez que se repuso del susto.

-Si, dijo que Sam estará bien. Que la poción no era para él y no sabe como llegó hasta sus manos, pero que en un mes pasaría el efecto.

-¿Un mes? Estas bromeando, joder dime que estas bromeando.

- Joder - Sonrió Sammy repitiendo la palabra.

-...- Dean se quedó en blanco.

-No se supone que un niño de su edad deba saber esas cosas Dean.

-Muchas gracias Cas, no sabía eso.- murmuró

- ¡Joder! - repitió el pequeño mientras aplaudía y soltaba risas y algún que otro balbuceo.

- No Sammy, esa palabra es fea.- habló el rubio tratando de hacer al pequeño olvidar eso.

-Palabra fea - repitió el menor atendiendo a su hermano.

- Eso es y las palabras feas no se dicen.

- Palabra fea no.- Negó con la cabeza Sam haciendo sonreír a su hermano.

-Dean una palabra no puede ser fea, no tiene las propiedades que debería para considerarse fea o bonita.

El nombrado resopló, estaba a cargo de dos bebés.

-Prrft! - Imitó Sam soltando un montón de saliva a la cara de Dean.

-Sammy, pequeño alce baboso.- rió Dean limpiándose la cara.

-Saboso.- Repitió Sammy riendo.

Dean iba a continuar haciéndole cariños a su hermanito cuando se dio cuenta de que el ángel seguía allí parado mirándole.

-Cas, ¿por qué no vas a comprar algo para Sammy? Ya sabes, pañales y biberones. Ya que lo vamos a tener así durante un mes.

El nombrado asintió desapareciendo en un abrir y cerrar de ojos.

Sam gritó emocionado cuando el ángel se esfumó empezando a aplaudir y a reírse.

Al momento el ojiazul volvió a aparecer.

-Dean ¿qué es pañales y biberones?

Este iba a ser un mes largo.

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Al cabo de una hora de explicarle a Cas todo lo necesario para el cuidado de mini Sam, una larga y tediosa hora de preguntas cómo "¿Por qué no le decimos a Charlie que lo alimente ella? Ella podría darle leche de sus mamas" o "Los niños no deberían usar mordedores, no son perros.", Dean por fin decidió ir él a comprar las cosas y dejar a Sam al cuidado de Cas.

Cas cuidando a Sam.
Cas, el bebé en gabardina, cuidando de un Sammy de dos años.
No quiere desconfiar, no quiere, no lo va a hacer.

Mierda.

Por otro lado, en el búnker se libraba una terrible y silenciosa batalla de miradas entre un lindo bebé de dos años y un ángel de más de 100.

Definitivamente allí había algo mal.

Al cabo de un rato Sam se dio cuenta de que Dean no estaba.
Angustiado empezó a buscarlo con la mirada y al no encontrarlo pequeños pucheros se formaron en su boca acompañados de gimoteos.

Cas había atendido a las explicaciones de Dean, lo había hecho, pero esto escapaba a su comprensión.

Sam parpadeó rápido dejando caer algunas lágrimas mientras los gimoteos eran más fuertes.

Y entonces Cas recordó qué había hecho el rubio cuando Sam casi empieza a llorar.
Asi que lo cogió en brazos tratando de imitar la forma en la que Dean lo había cogido.

Con la única diferencia de que esta vez Sam colgaba boca a bajo sobre la espalda del ojiazul mientras este le cogía de las piernas, algo así como coger un saco de patatas.

Sorprendentemente eso calmó al pequeño, que al abrir los ojos y ver el suelo a una distancia considerable lo primero que se le pasó por la cabeza fue: "¡Puedo volar!"

Cas supuso que lo estaba haciendo bien ya que Sam no estaba llorando.

Puede que no se le dieran tan mal las cosas de humanos al fin y al cabo.

Seguro que Dean estaría orgulloso de él.

———————————

Mientras tanto, el rubio había terminado las compras y se dirigía al búnker.

Al momento de abrir la puerta cerró los ojos suspirando tratando de calmarse.

Cas era un Ángel del Señor capacitado para enfrentar casi cualquier amenaza o problema.
Sam solo era un niño de dos años, no había nada que temer.

Con ese pensamiento en mente abrió la puerta.

Y quiso cerrarla cuando lo primero que vio fue a bebé Sammy levitar en el aire dando vueltas.
Riéndose y aplaudiendo, pero dando vueltas en el aire.

Cas miraba al niño moviendo las manos en gestos graciosos que entretenían al pequeño.

Soltó un suspiro.

Que mes tan jodidamente largo le esperaba.

Cosas de humanos.Where stories live. Discover now