4. Maldita espuma

1.6K 152 15
                                    

—Quieres dejar de mirarme así —le digo incómoda a Austin que lleva al menos dos horas mirándome como si fuera un animal exótico en una vitrina.

—¿Por qué? ¿Acaso te pongo nerviosa? —levanta una ceja.

—Eso te gustaría, pero no. Creo que yo te pongo nervioso a tí.

—Nadie me pone nervioso, nena. Es imposible que alguien haga que me anerviose. Menos una niñita como tú.

¿Me dijo niñita? 

Quién se cree. De seguro cree que si me trata como a un desecho tóxico me va a tener loca. Malas noticias, Austin, eso no va a pasar.

—Deberías estudiar el diccionario. La palabra 'anerviose' no existe.

—¿De verdad? —mueve los labios en una divertida mueca—. Pues ahora sí existe, la acabo de inventar, para que hagas una nota mental en tu súper cabeza.

Dejo de prestarle atención y me concentro en ponerle mantequilla a mis tostadas. Sigo sintiendo su mirada repasando cada milímetro de mi cuerpo, es incómodo.

¿Se acordará del beso de ayer?

«No, Christel, estaba ebrio. No se va a acordar»

—Deja de mirarme ¿quieres? Es perturbador que alguien tan feo como tú me mire como si pudiera quitarme la ropa en este mismo minuto.

Mi comentario lo deja perplejo, hasta tiene la boca abierta.

Bingo.

—Lo último que quiero en este minuto es arrancarte la ropa, Christel, no eres mi tipo de chica, no me pones en lo absoluto —dice esto, pero aún me sigue mirando los hombros.

Creo que debí usar algo que tuviera mangas.

—Entonces deja de mirarme tanto o voy a llamar a la policía para que se saquen por pervertido —lo miro directo a los ojos—. De todos modos deberías irte a tu casa, o tendrás que ayudarle a Alex con el desastre que dejaron en la sala.

—¡Nah!

—¿Qué acaso no tienes familia? —pregunto y me giro para verlo.

—¡Claro que tengo familia! —dice con sarcasmo—. Pero mi madre debe estar muy ocupada para soportar mi presencia.

Me fijo en como se sirve un vaso de agua, se lo bebe muy rápido y continúa mirándome.

Sus ojos viajan de mis hombros a mi pecho, de mi pecho a mi cintura y de mi cintura a mis tobillos.

¿Por qué sigue mirándome? ¿Tengo algo mal? ¿Me salieron granos o qué? Sea lo que sea por lo qué me mira es incómodo y lo único qué puedo pensar es el excitante beso que me dio ayer. Pero claro, no le voy a dar la satisfacción de recordárselo. Creo que aunque tenga cuarenta años y esté casada aún voy a sentir el maravilloso roce de sus labios con los míos.

¿De qué estoy hablando? Es Austin Mahone, se besa así con cualquier chica que se atraviese en su camino. Debo olvidarme de ese beso sin sentido.

Salgo de la cocina con el plato de mis tostadas en la mano. Necesito estar lejos de Austin para pensar con caridad.

—¿Ves? Yo te pongo nerviosa a tí, gatita —murmura con la voz ronca antes de tomarme de la cintura y me acerca a su torso.

Mierda, creo que se me olvidó como respirar.

¿Desde cuando Austin se pone tan cercano conmigo?

¿Y me dijo gatita?

—Suéltame —me alejo un poco de su cuerpo—. Y ve a ducharte, el olor a axila está fuerte.

Círculo Vicioso Donde viven las historias. Descúbrelo ahora