Prólogo

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El aire frío me golpea con fuerza en cuanto pongo un pie fuera del castillo, sin importarme las gotas de lluvia empapando por completo mi ropa de gala o la oscuridad absorbiendo su figura mientras se aleja de mí, sin mirar atrás

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El aire frío me golpea con fuerza en cuanto pongo un pie fuera del castillo, sin importarme las gotas de lluvia empapando por completo mi ropa de gala o la oscuridad absorbiendo su figura mientras se aleja de mí, sin mirar atrás. Mis piernas se mueven solas a través del jardín, yendo en su dirección como si llegar a su lado fuera lo único que me importara.

<<Está hecho, ella te está esperando>>

La frase no dejaba de repetirse en mi mente y yo seguía sin encontrarle sentido. Mientras más la analizaba, más confuso era todo.

Solo podía pensar en que se iba.

Grité su nombre con fuerza esperando que se detuviera al escucharme, volteó un momento y dijo algo que no pude descifrar a su acompañante, pero debió funcionar porque se detuvieron.

Cerré la distancia apresuradamente, manteniéndome a un paso de tocarnos, buscando en su mirada un indicio de lo que estaba sucediendo y perdiéndome en esos ojos de los que me había enamorado, pero lo que encontré no fue algo que ya hubiera interpretado antes: arrepentimiento.

Dio un paso hacia mí y pude sentir de nuevo su aliento en mis labios, como horas antes mientras bailábamos frente a todos. Se acercó un poco más y cerré los ojos por instinto, esperando el contacto de sus cálidos labios a los que ya me había acostumbrado, pero nunca llegó.

—Lo siento, esto no era lo que quería —susurró en mi oído y se alejó.

Abrí los ojos mientras procesaba esas últimas palabras.

<<Lo siento>>

¿Por qué lo sentiría? ¿De qué se lamentaba?

Observé su rostro en busca de una explicación, pero la mirada helada con la que me encontré en ese momento fue la última que me dio antes de continuar alejándose junto a su escolta.

Y entonces todo comenzó a tener sentido.

Me estaba dejando.

Su nombre dejó mis labios una vez más, mi voz quebrándose sin querer al gritarlo. No obtuve más respuesta que la lluvia golpeando fuertemente en el suelo bajo mis pies, limpiando todo rastro de la persona a la que creí haber conocido lo suficiente como para haberle entregado mi corazón.

Era todo, se había terminado.

Designio del ReyOù les histoires vivent. Découvrez maintenant