Colaboración con la genia de fairylarrie_ me encantó escribir junto a ti.
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Sólo tengo recuerdos de aquella noche, el frío sudor recorriendo mi piel y tus aturdidores gritos cerca de mis oídos.
Lo único que me reconfortaba en ese decisivo momento era tu mano la cual sostenía la mía como si tu vida dependiera de un hilo, pero en verdad la única vida que dependía de un hilo aquella noche, era la mía.
Estaba asustado porque no te veía por ningún lado, mis ojos desenfocados en busca de la única persona que he amado y a la cual le juré en silencio que la amaría por siempre.
Todo ese dolor desapareció apenas pusiste tus preciosos ojos sobre mí, ¿por qué llorabas? Ya no me dolía, estaba bien e intenté decírtelo.
Dejó de doler y eso era lo que importaba ¿no? Que ya no me doliera.
No sé porqué tengo recuerdos de una noche tan oscura cuando ya todo está bien, la luz volvió a tus ojos y tus sonrisas son verdaderas o eso parecen, visitamos a tu familia constantemente y te ves realmente feliz, pero si todo está bien... No entiendo por qué sueles darme la espalda en las noches, incluso ya no me hablas igual que antes y eso que vivimos en el mismo lugar desde hace dos años.
Mi corazón se rompe al ver la distancia que hay entre nosotros y todo me da vueltas, nada es igual que antes y aunque me duele, lo entiendo, durante esa noche una brecha se interpuso entre nosotros, pero te extraño y mi voz no sale cuando quiero decírtelo, se queda estancada en mi garganta y prefiero no hablar del tema.
Tampoco te ves cómodo bajo mi toque, te alejas y finjo que no me duele tal rechazo, pero se siente como si hubieran miles de océanos entre nosotros y creo que es el momento de despedirme.
Siempre me dijiste que debo aprender a soltar, pero es tan difícil hacerlo cuando eres tú a quién debo dejar atrás.
Me levanto por las mañanas y observo tu reflejo detrás de mí a través del espejo, luces cansado y desearía preguntar pero siempre termino desviando la mirada.
Tal vez he estado ignorándolo.
Finjo que no me angustia tu mirada alejada de la mía en las cenas del mediodía, ni tu como tu voz suele parecer un eco ensordecedor paseando por la casa.
Tu canción favorita suena en la tarde otoñal, y ya no te sueles levantar a bailarla como hacías antes, ni sonríes en medio de esta. Dejo una taza de té sobre tus heladas manos para calentarlas y te observo mirar a la nada por horas.
¿Por qué estás tan perdido en tus pensamientos? Antes sólo bastaba tenerme cerca para que me dejaras leerte como si fueras mi libro favorito.
Extraño con melancolía nuestras tardes ruidosas, en dónde no existía nadie más que sólo tú y yo, solías tomar mi rostro entre tus manos y mirándome a los ojos decías lo enamorado que estabas de mí.
Pero no me importa sentirme roto, no me importó cuando te vi romper en llanto en nuestra habitación, dejaste que te consolara.
Limpié tus lágrimas con mis pulgares y dejé un cálido beso en tu frente.
Cuándo te pregunté porqué llorabas guardaste silencio y decidí darte tu espacio, no quería presionarte y estaba casi seguro que antes de que cayera la noche me contarías.
Eso no sucedió.
Dormiste con un rastro de lágrimas en tus mejillas y en vez de abrazarme decidiste abrazar una almohada.
